domingo, 1 de octubre de 2017

Martes 24 de Octubre de 2017


“RECONCILIACIÓN Y VIGILANCIA”

PRIMERA LECTURA
ROMANOS 5,12.15-21:

“Por el delito de un solo hombre comenzó el reinado de la muerte.”

Hermanos: Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron. Si por la transgresión de uno murieron todos, mucho más, la gracia otorgada por Dios, el don de la gracia que correspondía a un solo hombre, Jesucristo, sobró para la multitud. Por el delito de un solo hombre comenzó el reinado de la muerte, por culpa de uno solo. Cuanto más ahora, por un solo hombre, Jesucristo, vivirán y reinarán todos los que han recibido un derroche de gracia y el don de la justificación.  En resumen: si el delito de uno trajo la condena a todos, también la justicia de uno traerá la justificación y la vida. Si por la desobediencia de uno todos se convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos se convertirán en justos. Si creció el pecado, más desbordante fue la gracia. Y así como reinó el pecado, causando la muerte, así también, por Jesucristo, nuestro Señor, reinará la gracia, causando una justificación que conduce a la vida eterna. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Pablo nos presenta, una imagen del alcance pavoroso del pecado. Refiriéndose a Adán, del primero de los vivientes, nos está declarando a todos como sometidos al pecado.  El pecado requiere que haya voluntad, y la voluntad sólo se desarrolla cuando se desarrolla progresivamente el uso de razón; pero la pena del pecado sí se experimenta desde el primer momento.  Porque el egoísmo, la envidia, el maltrato, la falta de amor, la falta de oración, la falta de unión con Dios, son lamentablemente el ambiente espiritual, así como es el aire para los pulmones el aire espiritual con el que nosotros llegamos a esta tierra.

Pero lo maravilloso de esta lectura de San Pablo, es que si así está el mundo y si tal es la situación en la que se encuentra el ser humano cuando llega a esta tierra, por otra parte hay que decir que nosotros en Cristo tenemos una victoria mayor; este es el pasaje en el que San Pablo dice: "Si abundó el pecado, mayor será la gracia" Carta a los Romanos 5,20. ¿Por que decimos que fue mayor la gracia que el pecado?, porque incluso la herida del pecado se convirtió en testimonio de gracia. Esta es la grandeza del amor de Dios. Que así como la muerte de  Cristo, es muerte de  nuestro egoísmo, de nuestra crueldad, no muestra y  testimonia la belleza del amor de Dios, así también todo pecado, también tu pecado y mi pecado, así también asumido en la redención de Jesucristo, grita y clama piedad, poder, amor de Dios.

Por eso es mayor la gracia que el pecado, porque la gracia es tal, que convierte al pecado en un lenguaje de misericordia, porque cada corazón perdonado se convierte en un himno a la piedad de Dios; porque cada corazón arrepentido, cada corazón sanado, se convierte en una poesía que describe cómo fue bueno Dios. Reservemos lo mejor de nuestra admiración para el poder de ese amor que sabe sacar bienes incluso de tantos males.


SALMO RESPONSORIAL 39:
R. / Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: "Aquí estoy." R.

"-Como está escrito en mi libro-
para hacer tu voluntad."
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R.

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R.

Alégrense y gocen contigo
todos los que te buscan;
digan siempre: "Grande es el Señor"
los que desean tu salvación. R.

OREMOS CON EL SALMO
En este Salmo se encuentran reunidos dos poemas de estilo y contenido diversos. El primero, es un canto de acción de gracias por la liberación de un peligro grave. El segundo es una súplica para pedir la ayuda divina en un momento de desgracia. Es un Salmo muy destacado porque nos revela la fragilidad, la debilidad y la pequeñez de la humanidad. Nos expone la vanidad de la existencia humana.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS  12,35-38:  

“Dichosos los criados a quienes el señor los encuentre en vela”

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os seguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos."  Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
El seguimiento de Jesús en el Evangelio de Lucas se reviste de actitudes como estar   en disposición de actuar rápido, de esperar y de estar en vela. Tener “la ropa puesta y las velas encendidas” se constituyen en distintivos de la comunidad, que no se duerme mientras espera la llegada del Señor Jesús. No obstante, hay que advertir que la llamada de Jesús no tiene  hora ni plazo definido.  
Por otra parte veamos como el confort, la comodidad y el aburguesamiento se respiran por todas partes. Hace algunos años un grupo de misioneros en formación pertenecientes a un instituto religioso pusieron el grito en el cielo porque tenían que salir de misión a un lugar un poco alejado de las comodidades de la civilización… pero era solo por unos cuantos días. Hagamos memoria de los misioneros y misioneras que dejando patria, padres y familia se internaron en las selvas del Chocó, el Darién, la Orinoquia o la Amazonía. Sin las más mínimas comodidades se fueron a compartir la vida con comunidades indígenas o afros. Estar vigilantes significa estar siempre dispuestos a asumir las exigencias y los riesgos de la misión. El desenredarse de las comunidades de la relumbrante sociedad de consumo no es cosa fácil. Así lo hizo Antonio María Claret, cuya memoria celebramos hoy, fundador de misioneros y misioneras. Así lo deben hacer todos los miembros de la gran familia de la iglesia de Cristo.  El Señor nos regale el don de la disponibilidad y el desprendimiento misionero. 

ORACIÓN
Alabado seas, y Bendito seas, Señor. Hoy nos alegramos en ti y tu bendita palabra. Señor ayúdanos a permanecer fieles, en vela y vigilantes a tu llegada. No queremos  estar lejos de ti. Prepáranos, enséñanos, y muéstranos  la forma en que cada día podemos acercarnos y vivir más a tu  manera, ayúdanos a desprendernos de nuestro confort y estar dispuestos a seguir las exigencias de tu Reino. Nos ponemos en este día a tu servicio, conforme a tu bendita voluntad. Amén.

“Vivamos alerta, de cara a la eternidad, con el alma limpia, lista para el encuentro con Dios”


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