LA HEMORROISA – LIDIA - Y PRISCILA
Continuamos nuestro caminar
bíblico acompañados este año desde el rostro y espiritualidad de la mujer. Les
recordamos que la meta por la limitación del espacio y el tiempo no era abordar
a todas las mujeres de la Biblia sino simplemente algunas muy representativas.
-
LA
HEMORROISA: UNA MUJER CON MÁS FE QUE VERGÜENZA
Cuando todavía no se había
cumplido un año de la vida pública de Jesús su fama ya se había extendido por
todas partes. Cuentan los evangelistas ( Marcos 5, 25-34; Mateo 9,20-22; Lucas
8,43-48) , que quizás un día frío en invierno en las cercanías del lago de
Galilea, Jesús caminaba apresurado, junto al jefe de la sinagoga de Cafernaúm,
para curar a su hijita que estaba muy enferma y a punto de fallecer. Y entre la
multitud curiosa que le seguía, aparece una mujer anónima, de túnica larga y
raída, que se abría paso a empujones hasta acercarse al maestro de Galilea. Con
su pañuelo desteñido tapaba vergonzosamente su rostro, pálido por una
enfermedad crónica, y alargaba su mano con la esperanza de tocar el manto del profeta. Callaba, porque sus
flujos de sangre la habrían marginado como odiosamente como impura e intocable
según la ley (Levítico 15,25). Por eso, mientras se colaba disimuladamente
entre todos, se decía convencida en su interior: “Si logro al menos tocar el
borde de su túnica quedaré sana”. Y su fe pudo más que todos los médicos que
durante doce años habían acabado con todos sus ahorros, para dejarla en la
ruina y cada día peor en su salud. Porque si de su interior destilaba un flujo
de sangre, de Jesús de Nazareno manaba la fuerza salvadora. Lo toco y se curó.
No pudo sin embargo, disimular el jalón y sorprendió y frenó a Jesús. El
profeta entendió que algo especial acababa de suceder. Este sin miedo al
contagio ni a la impureza legal de la enferma miró a su alrededor y entre la
turba la mujer quedo al descubierto, confesando temblorosamente su fe y su
vergüenza. Pero entonces su rostro ruborizado solo encontró en Jesús una
sonrisa de ternura y compasión: “Ánimo, hija tu fe te ha salvado”. Su fe había
sido tan grande como el poder curativo de Jesús, su humildad tan poderosa como
para frenar los pasos acelerados del que caminaba, sin discriminación de ricos
y pobres, junto a un jefe importante. La hemorroisa representa a tantas mujeres valientes a lo largo de la
historia que a pesar de ser excluidas, de sus limitaciones y muchas veces de
estar solas, dan la pelea y siguen en
pie de lucha; son unas eternas buscadoras de bendición, y que al final por su
entrega, sacrificio y fe siempre conquistan la bendición no solamente para ella
sino para los suyos. Una gratitud,
homenaje y bendición a todas ellas.
-
LIDIA:
LA COMERCIANTE CREYENTE Y HOSPITALARIA
Ubicamos a esta valiente y
generosa mujer en el contexto del viaje misionero de Pablo en Macedonia y
Filipos . Allí se desarrolla la vida de una sociedad de griegos, romanos y
algunos grupos extranjeros que habían sido atraídos allí por la riqueza y la prosperidad
de estos lugares, que hacían parte del imperio romano . Entre el grupo que
forman esta comunidad aparecen estás mujeres en especial se destacan una dama
rica, vendedora de púrpura llamada Lidia, que era natural de Tiatira, ciudad
asiática donde la mayor fuente de trabajo eran las telas finas, que gozaban de
una fama universal (Apocalipsis 2,18-29). Tal vez por estas razones o motivos
comerciales la fiel adoradora de Dios que era Lidia, se había trasladado a
Filipos con toda su familia. Allí, en la tranquilidad del campo junto a un río
entre el canto de los pájaros y la reflexión bíblica encontraba paz para su
vida ajetreada de tantos negocios . Y aquel sábado cuando llego el desconocido
Pablo, lo escucho atentamente y quiso Dios a través de Él abrirle el corazón
(Hechos 16,5-15), aceptó el mensaje cristiano y pidió inmediatamente el
bautismo para ella y para toda su familia, y su generosidad fue más lejos:
Llena de alegría brindo hospitalidad a los misioneros y puso su dinero como
ofrenda al servicio de la evangelización.
De esta forma la generosidad de Lidia fue ocasión para que Pablo pasara
unos meses en su casa y allí fundara su querida iglesia de Filipos. Allí entre
los orgullosos ciudadanos filipenses el apóstol encontró el cariño y la acogida
de una ciudadana del cielo (Filipenses 3,20). Lidia representa a tantas mujeres
solidarias y generosas en el compartir: Generosas en la escucha, en la oración
intercesora y compartiendo sus bienes materiales muchas veces desde su propia
necesidad, desde su propia pobreza; generosa siempre como la viuda del
evangelio.
-
PRISCILA:
MODELO DE IGLESIA DOMÉSTICA
A esta gran mujer la encontramos
siempre en relación a su parejo: Aquila; que según el Vaticano II, a esta
pareja la ha denominado con el título de la “Iglesia doméstica”. Aparecen en el
camino de Pablo por primera vez en el año 50 en Corinto, a donde había llegado
el apóstol tras su fracaso en Atenas. Allí conoció a un judío comerciante que
fabricaba tiendas (carpas) llamado Aquila que le presentó a Pablo a su esposa
Priscila. Era mucho lo que unía esta pareja con Pablo; además de la sangre y de
la fe cristiana, ejercían el mismo oficio que Pablo había aprendido en su
nativa Tarso. De forma que inmediatamente Pablo aceptó gustosamente la
hospitalidad de este matrimonio y compartió con ellos trabajo y alimentos,
junto con las fatigas del apostolado (Hechos 18, 1-4), a su lado Pablo encontró
el calor y el clima propicio para fundar una de las más importantes y
problemáticas iglesias de la antigüedad, Corinto. Más adelante no sabemos, si
por motivos comerciales o pastorales ,
unos meses más tardes se embarcaron con Pablo rumbo hacia Éfeso (Hechos 18,18),
donde se quedaron mientras el apóstol procedía hacia Palestina; allá en la
vieja ciudad de la famosa Artemisa( Hechos 19), al trabajo de comerciantes
unieron nuevamente el apostolado, y allí prestaron su hogar como casa de
oración o de reunión, como lo escribe Pablo
a los corintios cinco años más tarde cuando se encuentra de nuevo con ellos
en Éfeso ( 1ra de Corintios 16,19) . No debió de ser fácil la ayuda prestada al
apóstol cuando el volvió a Éfeso, porque en el invierno del 57 a 58, Pablo
escribiendo a la comunidad de Roma, donde ya se encuentra otra vez nuestra
intrépida pareja recuerda todavía a “La iglesia que se reúne en su casa”, y que
expusieron su cabeza para salvarle (Romanos 16,3). Los volvemos a encontrar muchísimo más adelante hacia el
año 67, de nuevo en Éfeso ahora al lado de Timoteo, reciben el saludo de
agradecimiento de Pablo ya a punto de ser inmolado (2da Timoteo 4,19).
Priscila representa a la mujer
que es capaz no solamente de acompañar a su parejo, sino a empujarlo , animarlo
y construir junto al él un proyecto de vida común que siempre los va a unir, en
este caso el apostolado o servicio al reino de Dios.
Roberto Zamudio
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Mensaje o Intercesión por: