domingo, 1 de octubre de 2017

LA HEMORROISA – LIDIA -  Y PRISCILA

Continuamos nuestro caminar bíblico acompañados este año desde el rostro y espiritualidad de la mujer. Les recordamos que la meta por la limitación del espacio y el tiempo no era abordar a todas las mujeres de la Biblia sino simplemente  algunas muy representativas.

-          LA HEMORROISA: UNA MUJER CON MÁS FE QUE VERGÜENZA

Cuando todavía no se había cumplido un año de la vida pública de Jesús su fama ya se había extendido por todas partes. Cuentan los evangelistas ( Marcos 5, 25-34; Mateo 9,20-22; Lucas 8,43-48) , que quizás un día frío en invierno en las cercanías del lago de Galilea, Jesús caminaba apresurado, junto al jefe de la sinagoga de Cafernaúm, para curar a su hijita que estaba muy enferma y a punto de fallecer. Y entre la multitud curiosa que le seguía, aparece una mujer anónima, de túnica larga y raída, que se abría paso a empujones hasta acercarse al maestro de Galilea. Con su pañuelo desteñido tapaba vergonzosamente su rostro, pálido por una enfermedad crónica, y alargaba su mano con la esperanza de tocar  el manto del profeta. Callaba, porque sus flujos de sangre la habrían marginado como odiosamente como impura e intocable según la ley (Levítico 15,25). Por eso, mientras se colaba disimuladamente entre todos, se decía convencida en su interior: “Si logro al menos tocar el borde de su túnica quedaré sana”. Y su fe pudo más que todos los médicos que durante doce años habían acabado con todos sus ahorros, para dejarla en la ruina y cada día peor en su salud. Porque si de su interior destilaba un flujo de sangre, de Jesús de Nazareno manaba la fuerza salvadora. Lo toco y se curó. No pudo sin embargo, disimular el jalón y sorprendió y frenó a Jesús. El profeta entendió que algo especial acababa de suceder. Este sin miedo al contagio ni a la impureza legal de la enferma miró a su alrededor y entre la turba la mujer quedo al descubierto, confesando temblorosamente su fe y su vergüenza. Pero entonces su rostro ruborizado solo encontró en Jesús una sonrisa de ternura y compasión: “Ánimo, hija tu fe te ha salvado”. Su fe había sido tan grande como el poder curativo de Jesús, su humildad tan poderosa como para frenar los pasos acelerados del que caminaba, sin discriminación de ricos y pobres, junto a un jefe importante. La hemorroisa representa   a tantas mujeres valientes a lo largo de la historia que a pesar de ser excluidas, de sus limitaciones y muchas veces de estar solas, dan la pelea  y siguen en pie de lucha; son unas eternas buscadoras de bendición, y que al final por su entrega, sacrificio y fe siempre conquistan la bendición no solamente para ella sino para los suyos.  Una gratitud, homenaje y bendición a todas ellas.


-          LIDIA: LA COMERCIANTE CREYENTE Y HOSPITALARIA

Ubicamos a esta valiente y generosa mujer en el contexto del viaje misionero de Pablo en Macedonia y Filipos . Allí se desarrolla la vida de una sociedad de griegos, romanos y algunos grupos extranjeros que habían sido atraídos allí por la riqueza y la prosperidad de estos lugares, que hacían parte del imperio romano . Entre el grupo que forman esta comunidad aparecen estás mujeres en especial se destacan una dama rica, vendedora de púrpura llamada Lidia, que era natural de Tiatira, ciudad asiática donde la mayor fuente de trabajo eran las telas finas, que gozaban de una fama universal (Apocalipsis 2,18-29). Tal vez por estas razones o motivos comerciales la fiel adoradora de Dios que era Lidia, se había trasladado a Filipos con toda su familia. Allí, en la tranquilidad del campo junto a un río entre el canto de los pájaros y la reflexión bíblica encontraba paz para su vida ajetreada de tantos negocios . Y aquel sábado cuando llego el desconocido Pablo, lo escucho atentamente y quiso Dios a través de Él abrirle el corazón (Hechos 16,5-15), aceptó el mensaje cristiano y pidió inmediatamente el bautismo para ella y para toda su familia, y su generosidad fue más lejos: Llena de alegría brindo hospitalidad a los misioneros y puso su dinero como ofrenda al servicio de la evangelización.  De esta forma la generosidad de Lidia fue ocasión para que Pablo pasara unos meses en su casa y allí fundara su querida iglesia de Filipos. Allí entre los orgullosos ciudadanos filipenses el apóstol encontró el cariño y la acogida de una ciudadana del cielo (Filipenses 3,20). Lidia representa a tantas mujeres solidarias y generosas en el compartir: Generosas en la escucha, en la oración intercesora y compartiendo sus bienes materiales muchas veces desde su propia necesidad, desde su propia pobreza; generosa siempre como la viuda del evangelio.

-          PRISCILA: MODELO DE IGLESIA DOMÉSTICA

A esta gran mujer la encontramos siempre en relación a su parejo: Aquila; que según el Vaticano II, a esta pareja la ha denominado con el título de la “Iglesia doméstica”. Aparecen en el camino de Pablo por primera vez en el año 50 en Corinto, a donde había llegado el apóstol tras su fracaso en Atenas. Allí conoció a un judío comerciante que fabricaba tiendas (carpas) llamado Aquila que le presentó a Pablo a su esposa Priscila. Era mucho lo que unía esta pareja con Pablo; además de la sangre y de la fe cristiana, ejercían el mismo oficio que Pablo había aprendido en su nativa Tarso. De forma que inmediatamente Pablo aceptó gustosamente la hospitalidad de este matrimonio y compartió con ellos trabajo y alimentos, junto con las fatigas del apostolado (Hechos 18, 1-4), a su lado Pablo encontró el calor y el clima propicio para fundar una de las más importantes y problemáticas iglesias de la antigüedad, Corinto. Más adelante no sabemos, si por motivos  comerciales o pastorales , unos meses más tardes se embarcaron con Pablo rumbo hacia Éfeso (Hechos 18,18), donde se quedaron mientras el apóstol procedía hacia Palestina; allá en la vieja ciudad de la famosa Artemisa( Hechos 19), al trabajo de comerciantes unieron nuevamente el apostolado, y allí prestaron su hogar como casa de oración o de reunión, como lo escribe Pablo  a los corintios cinco años más tarde cuando se encuentra de nuevo con ellos en Éfeso ( 1ra de Corintios 16,19) . No debió de ser fácil la ayuda prestada al apóstol cuando el volvió a Éfeso, porque en el invierno del 57 a 58, Pablo escribiendo a la comunidad de Roma, donde ya se encuentra otra vez nuestra intrépida pareja recuerda todavía a “La iglesia que se reúne en su casa”, y que expusieron su cabeza para salvarle (Romanos 16,3). Los volvemos  a encontrar muchísimo más adelante hacia el año 67, de nuevo en Éfeso ahora al lado de Timoteo, reciben el saludo de agradecimiento de Pablo ya a punto de ser inmolado (2da Timoteo 4,19).

Priscila representa a la mujer que es capaz no solamente de acompañar a su parejo, sino a empujarlo , animarlo y construir junto al él un proyecto de vida común que siempre los va a unir, en este caso el apostolado o servicio al reino de Dios.      

Roberto Zamudio

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