“LA
RESPONSABILIDAD DE SER CONTINUADORES(AS) DE LA OBRA DE JESÚS”
PRIMERA
LECTURA
GÉNESIS
41,55-57; 5-7. 17-24a
“Estamos
pagando el delito contra nuestro hermano”
En
aquellos días, llegó el hambre a todo Egipto, y el pueblo reclamaba pan al
Faraón; el Faraón decía a los egipcios: "Dirigíos a José y haced lo que él
os diga." Cuando el hambre cubrió toda la tierra, José abrió los graneros
y repartió raciones a los egipcios, mientras arreciaba el hambre en Egipto. Y
de todos los países venían a Egipto a comprarle a José, porque el hambre
arreciaba en toda la tierra. Los hijos de Jacob fueron entre otros a comprar
grano, pues había hambre en Canaán. José mandaba en el país y distribuía las
raciones a todo el mundo. Vinieron, pues, los hermanos de José y se postraron
ante él, rostro en tierra. Al ver a sus hermanos, José los reconoció, pero él
no se dio a conocer, sino que les habló duramente: "¿De dónde venís?"
Contestaron: "De tierra de Canaán, a comprar provisiones." Y los hizo
detener durante tres días.
Al
tercer día les dijo: "Yo temo a Dios, por eso haréis lo siguiente, y
salvaréis la vida: si sois gente honrada, uno de vosotros quedará aquí
encarcelado, y los demás irán a llevar víveres a vuestras familias hambrientas;
después me traeréis a vuestro hermano menor; así probaréis que habéis dicho la
verdad, y no moriréis." Ellos aceptaron, y se decían: "Estamos
pagando el delito contra nuestro hermano, cuando le veíamos suplicarnos
angustiado y no le hicimos caso; por eso nos sucede esta desgracia."
Intervino Rubén: "¿No os lo decía yo: "No pequéis contra el muchacho",
y no me hicisteis caso? Ahora nos piden cuentas de su sangre." Ellos no
sabían que José les entendía, pues había usado intérprete. Él se retiró y
lloró; después volvió a ellos. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
José,
hijo de Jacob, es el hombre que es traicionado por sus hermanos y a la vez se
convierte en salvador de sus hermanos; es el hombre que es rechazado por su
propia familia, pero luego se convierte en la puerta de salvación para toda esa
familia, así como Jesús es el salvador y es la puerta de salvación. Observemos
cómo José, siendo la solución para su familia, de alguna manera, aplaza la
solución; los hermanos de él llegan a Egipto buscando alimentos, y tal vez la
solución sencilla o la solución más inmediata hubiera sido darse a conocer
inmediatamente y darles los alimentos. Si él quería ser generoso, como
efectivamente quería serlo, ¿por qué aplazó ese momento de reconciliación?
Tal
vez porque tiene que ver con la manera cómo Dios también nos trata muchas veces
a nosotros. Muchas veces parece que Dios aplaza la solución, un momento de
alegría y de encuentro con Él, aplaza algo que estamos necesitando. Sea de una
manera consciente o inconsciente, lo que está haciendo José es conduciendo a
sus hermanos, a un reconocimiento de lo que han hecho; de su equivocación, a recapacitar
en lo que hicieron, no es simplemente que obré mal y Dios me perdonó, y llegó
mi recompensa, y mi vida sigue igual.
Lo
más importante no son las cosas que nosotros recibimos o las cosas que nosotros
pedimos; lo más importante es lo que sucede en nuestro interior, a medida que
Dios nos va conduciendo y nos va cambiando. Más que las cosas que Dios nos da,
lo maravilloso es lo que Él hace con nosotros y las personas que llegamos a ser
cuando Él obra en nosotros.
SALMO
RESPONSORIAL: 32
R:
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.
Dad
gracias al Señor con la cítara,
tocad
en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle
un cántico nuevo,
acompañando
los vítores con bordones. R.
El
Señor deshace los planes de las naciones,
frustra
los proyectos de los pueblos;
pero
el plan del Señor subsiste por siempre,
los
proyectos de su corazón, de edad en edad. R.
Los
ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en
los que esperan en su misericordia,
para
librar sus vidas de la muerte
y
a reanimarlos en tiempo de hambre. R.
OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS A SU CONTEXTO
Canto de alabanza a Dios
por su poder manifestado en la creación, en el gobierno de las naciones, en la
ayuda concedida a su pueblo. El nuevo pueblo de Dios es más extenso que solo Israel y tiene motivos más amplios aún
para cantar su alabanza, con la humilde confianza de ser objeto del amor de
Dios.
LECTURA
DEL EVANGELIO
MATEO
10,1-7
“Id
a las ovejas descarriadas de Israel”
En
aquel tiempo, Jesús llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para
expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. Éstos son los
nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano
Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y
Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el Celote, y Judas
Iscariote, el que lo entregó. A estos doce los envió Jesús con estas
instrucciones: "No vayáis a tierra de gentiles, ni entréis en las ciudades
de Samaria, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el
reino de los cielos está cerca." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN:
Este
capítulo es considerado como el Discurso Misionero. En el pasaje del llamado al
discipulado, los elegidos son doce; lo importante es que esta invitación
representa la universalidad del pueblo de Dios, que peregrinará por el reino
anunciado por Jesús. Los llamados y enviados tienen que acoger una serie de
exigencias que resultan ineludibles en el seguimiento: Luchar por el acontecer
de un proyecto alternativo en la realidad humana: el Reino; con un modo
peculiar de vida, una vida en comunidad; con actitudes concretas de
solidaridad, servicio y caridad; y compartiendo el mismo destino del maestro.
Por eso la importancia de sentir el llamado con nombre propio, sintiéndose
discípulo, cumpliendo la voluntad de Dios. Todos los que nos sentimos elegidos
por Jesús, somos enviados a manifestar que es posible una sociedad diferente en
medio de la injusticia y la corrupción; y, más aún, a anunciar a las
comunidades humanas, tanto creyentes como no, que nuestra tarea es estar donde
se necesita libertad y justicia.
ORACIÓN
Señor, por favor
ayúdanos a abrirnos al Espíritu para obrar solo aquello que es para bien, a
responder a tu llamado de rescatar a quienes aún no se han encontrado con el
Dios de la vida y el amor. Que nuestro actuar motive a otros a conocerte y
caminar contigo, mostrándonos tan humanos pero tan llenos de ti, que aunque
fallemos logremos buscar la reconciliación y enmendar los errores. Amén.
“Orad
para que los(as) jóvenes que sientan el
llamado del Señor no tengan miedo”
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