miércoles, 1 de julio de 2015

Jueves 02 de Julio de 2015


“LA MISIÓN DE JESÚS VA MÁS ALLÁ  DEL MILAGRO”

PRIMERA LECTURA
GÉNESIS 22,1-19

“El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe”

En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán llamándole: "¡Abrahán!" Él respondió: "Aquí me tienes." Dios le dijo: "Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré." Abrahán madrugó, aparejó el asno y se llevó consigo a dos criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que le había indicado Dios. El tercer día levantó Abrahán los ojos y descubrió el sitio de lejos. Y Abrahán dijo a sus criados: "Quedaos aquí con el asno; yo con el muchacho iré hasta allá para adorar, y después volveremos con vosotros." Abrahán tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos. Isaac dijo a Abrahán, su padre: "Padre." Él respondió: "Aquí estoy, hijo mío." El muchacho dijo: "Tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?" Abrahán contestó: "Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío." Y siguieron caminando juntos.

Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo: "¡Abrahán, Abrahán!" Él contestó: "Aquí me tienes." El ángel le ordenó: "No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo." Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en una maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. Abrahán llamó a aquel sitio "El Señor ve", por lo que se dice aún hoy "El monte del Señor ve".

El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: "Juro por mí mismo -oráculo del Señor-: Por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrella del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido." Abrahán volvió a sus criados, y juntos se pusieron en camino hacia Berseba. Abrahán se quedó a vivir en Berseba. Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
La impresionante escena de este  relato del Génesis,  nos invita a descubrir la perfección que Dios concedió a Abraham en las virtudes de la fe, de la obediencia, de la esperanza. Un milagro, eso era su hijo, el milagro más querido, la joya más preciosa que le había dado la vida. Y ese hijo, querido como todos los hijos; pero más que todos los hijos, porque era único, y más que todos los únicos, porque era un imposible realizado; ese es el hijo que Dios le pide. Nos puede parecer extraña esta petición de Dios pero el mundo de Abraham tenía otros referentes. Un mundo de tribus que hoy llamaríamos semisalvajes, acostumbradas a matar o morir, si se daba confrontación con otras tribus. Un mundo plagado de incertidumbres, en el que cada cual a su manera trataba de ganarse el favor de los dioses. Con cierta lógica, ese mundo funcionaba bajo el esquema del comercio con la divinidad: el que da poco a los dioses espera recibir poco de ellos; el que da mucho espera tener asegurado mucho. Abraham no podía conocer otro mundo distinto de ese. Y en ese mundo los papás sacrificaban sus hijos precisamente porque los amaban.
Dios se vale de esa cultura y de esa  penumbra para pedir un absurdo, en el que va a purificar, con el crisol de la fe, la obediencia de Abraham. Y la respuesta de Abraham es firme,  "Aquí me tienes" "Abraham madrugó, aparejó el asno, y se llevó consigo a dos criados y a su hijo Isaac". Una obediencia de este género, que indudablemente es la que resulta grata a Dios, es la expresión de una fe muy pura. ¿Qué le podemos pedir nosotros a Dios como fruto de esta lectura impresionante?
Por haber hecho esto, por no haberte reservado a tu hijo, tu hijo único, te bendeciré", dice el Señor.  Es decir, el sacrificio no fue consumado en la tierra, pero sí fue aceptado en el Cielo. Dios acogió este sacrificio como realizado. Lo más admirable de Abraham, más incluso que la obediencia, es indudablemente la fe; la fe, que cuando es verdadera, va unida a la esperanza. "¿De dónde va a salir esa descendencia abundante, si el único germen de descendencia lo tengo que acabar?" Abraham se unió con fe y con esperanza a la Palabra de Dios. Creyó que era posible, algo era posible, algo se le ocurriría a Dios:¡La obediencia, la fe y la esperanza! Una fe así rompe cualquier barrera entre Dios y nosotros. Una fe así hace que Dios pueda realizar su voluntad a plenitud en nosotros.

SALMO RESPONSORIAL: 114
R. / Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.

Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco. R.

Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
"Señor, salva mi vida." R.

El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó. R.

Arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida. R.


OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
Salmo alfabético de alabanza al amor de Dios que se extiende a todas las criaturas. Conocido como "el Salmo de los Salmos," cuyos versos son parte de la liturgia judía y recitados tres veces al día. Presenta la plena revelación de Dios y su deseo respecto a su creación. Así también para los cristianos refleja que el reinado del Mesías es de amor, de paz y será eterno.

LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 9,1-8

“La gente alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad”

En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. Le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: "¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados." Algunos de los escribas se dijeron: "Éste blasfema." Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: "¿Por qué pensáis mal? ¿Qué es más fácil decir: "Tus pecados están perdonados", o decir: "Levántate y anda"? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados -dijo dirigiéndose al paralítico-: "Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa."" Se puso en pie, y se fue a su casa. Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.  Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Las autoridades religiosas de Israel condenan la actitud sanadora y solidaria de Jesús. En la cultura de Jesús la parálisis, como otras enfermedades, eran consideradas consecuencia del pecado de generaciones anteriores; las personas que las padecían estaban excluidas de la vida social, económica y religiosa. Tal vez lo que más les incomoda a los letrados es la dignificación que Jesús hace de las personas que han sido tiradas fuera por las estructuras del poder y los preceptos religiosos. La curación genera asombro en los vecinos; pero más que eso, es importante rescatar la actitud de alabanza por el perdón y la curación de uno de los suyos. Es urgente volver la mirada sobre el carácter profético de la fe cristiana, que hoy tiende a desdibujarse en actitudes marcadas por la indiferencia y el individualismo. Hoy como ayer, la solidaridad con los otros sigue siendo un imperativo del evangelio.

ORACIÓN
Señor gracias, por tu amor y misericordia, porque  nos perdonaste todo lo que vivimos fuera de Ti, porque  nos rescataste y nos sanaste de nuestras parálisis, nos enseñas una nueva manera de pensar y de vivir; te pedimos por favor que acrecientes nuestra fe para que seamos verdaderamente capaces de dejarte actuar,  cumplir tu voluntad y hacerlo en nuestra realidad; según tu Espíritu que sabe los que nos conviene y el poder que tienes  para perdonar, sanar y transformar. Amén.

“Llamados(as) a caminar con el Jesús humano, que se conduele ante el dolor, el sufrimiento y transforma vidas”


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