miércoles, 1 de julio de 2015

Jueves 23 de Julio de 2015


“LAS PARÁBOLAS, UNA FORMA DE TOCAR LA MENTE Y EL CORAZÓN”

PRIMERA LECTURA
ÉXODO 19,1-2.9-11.16-20B

“El Señor bajará al monte Sinaí a la vista del pueblo”
Aquel día, a los tres meses de salir de Egipto, los israelitas llegaron al desierto de Sinaí; saliendo de Rafidín, llegaron al desierto de Sinaí y acamparon allí, frente al monte. El Señor dijo a Moisés: "Voy a acercarme a ti en una nube espesa, para que el pueblo pueda escuchar lo que te digo, y te crea en adelante." Moisés comunicó al Señor lo que el pueblo había dicho. Y el Señor le dijo: "Vuelve a tu pueblo, purifícalos hoy y mañana, que se laven la ropa y estén preparados para pasado mañana; pues el Señor bajará al monte Sinaí a la vista del pueblo."
Al tercer día, al rayar el alba, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre el monte y un poderoso resonar de trompeta; y todo el pueblo que estaba en el campamento se echó a temblar. Moisés hizo salir al pueblo del campamento para ir al encuentro de Dios y se detuvieron al pie del monte. Todo el Sinaí humeaba, porque el Señor había descendido sobre él en forma de fuego. Subía humo como de un horno, y todo el monte retemblaba con violencia. El sonar de la trompeta se hacía cada vez más fuerte; Moisés hablaba, y Dios le respondía con el trueno. El Señor bajó al monte Sinaí, a la cumbre del monte, y llamó a Moisés a la cima de la montaña. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
En el texto de la primera lectura de hoy aparece un tema que ocupará casi todo el Antiguo Testamento: ver a Dios. La invisibilidad de Dios es señal de su grandeza y de su misterio, pero a la vez es raíz de la dificultad misma del acto de la fe, y por consiguiente, de la esperanza y del amor, que sólo pueden seguir a la fe.  Dios se deja ver. Su presencia es imponente.  Aparentemente todos quedarán convencidos, pero el desarrollo de los acontecimientos mostrará que no es así. La misma multitud que hoy vemos atónita ante la manifestación del poder divino, luego querrá "ver más", y por eso, según leemos en el capítulo 32 del Éxodo, querrá hacerse un "dios visible".  De todo esto aprendemos varias cosas: Primero, que no siempre ver ayuda. A veces "ver" es el comienzo de "querer controlar". Segundo, el temor crea conversiones ficticias. Tercero, necesitamos un Dios que se deje ver, porque si no le conocemos no creeremos en él, pero que aun así oculte de sí lo suficiente para que comprendamos que él es el Señor y no una fuerza en nuestras manos o un poder para nuestros deseos. Es decir: necesitamos de Jesucristo.
SALMO RESPONSORIAL: DANIEL 3,52-56
R./A ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,
bendito tu nombre, santo y glorioso. R.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria.
Bendito eres sobre el trono de tu reino. R.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines , sondeas los abismos.
Bendito eres en la bóveda del cielo. R.

OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
Llamado “el cántico de los tres jóvenes”, es atribuido a los tres jóvenes que se negaron, ante Nabucodonosor, a adorar una estatua y fueron llevados al horno ardiendo. Es un salmo en forma de letanía, como el salmo 135, que debía de recitarse en el templo, y que el autor sagrado ha querido poner en boca de los tres héroes para expresar sus sentimientos de gratitud a Dios por haberlos liberado de las llamas. La composición salmódica tiene dos partes: a) oración a Dios, que se ha manifestado a Israel, en su alianza y en su templo de Jerusalén, como Dios glorioso que habita sobre los querubines e invitación a todas las criaturas a que alaben a Dios.

LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 13,10-17

“A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no”
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los discípulos y le preguntaron: "¿Por qué les hablas en parábolas?" Él les contestó: "A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías: "Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure." ¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Ayer, en la fiesta de la Magdalena, perdimos un trozo de la lectura continua. Proponemos leer la parábola del sembrador (Mt 13,1-9), para que tenga sentido el comentario de hoy. Todo el capítulo 13 es la parte central del evangelio de Mateo; prácticamente lo anterior y lo que sigue están en función de las siete parábolas que describen el reino y sus protagonistas: Dios, los seres humanos, los enemigos, la dinámica del reino y los convocados a él. Después de proclamar ayer la parábola del sembrador, Jesús les explica a los discípulos por qué habla utilizando ese género literario. Lo hace con una frase enigmática que muchas veces no podemos entender y mucho menos explicar. Pero si la situamos en el contexto del capítulo anterior, queda clara como el agua: ya el pueblo judío ha cerrado sus oídos a esta palabra novedosa; no la quiere escuchar, por mucho que se proclame en su propio territorio; ha hecho una opción en contra del reino. Esos son los que “teniendo oídos no oyen y teniendo ojos no ven”; en cambio hay gente que está ávida de esa Palabra y quiere vivir la experiencia que se le propone con ella: precisamente los discípulos y la gente sencilla. ¿Y nosotros? ¿Queremos que la Palabra se siembre y eche raíces profundas en nuestro corazón? ¿Qué hacemos para ello?

ORACIÓN
Bendito Padre Dios, gracias por la Buena Noticia, que tú vienes a traer en este nuevo día a nuestra vida. Abre hoy nuestros oídos y nuestros ojos, para poder escuchar, esa gran noticia de tu Amor que hoy nos transforma; quita toda telaraña de nuestros ojos, para poder ver con ojos de turista, todas las maravillas de tu bondad. En este tu amor, único y verdadero, por la gracia de tu Espíritu, impúlsanos a actuar conforme a tu proyecto de vida. Amén     

“Debemos enseñar teniendo en cuenta el grado de formación, la cultura y el contexto de quienes nos escuchan”


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