miércoles, 1 de abril de 2015

Viernes 03 de Abril de 2015


Viernes Santo

“LA PASIÓN, SIGNO DE LA MANIFESTACIÓN DEL AMOR”

PRIMERA LECTURA
ISAÍAS 52,13-53,12

Él fue traspasado por nuestras rebeliones
Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito. ¿Quien creyó nuestro anuncio?, ¿a quién se reveló el brazo del Señor? Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca.
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomo el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.  Palabra de Dios
REFLEXIÓN
Nos encontramos con el cuarto Canto del Siervo. Presenta rasgos parecidos a los de los salmos de lamentaciones, da detalles sobre los sufrimientos del protagonista: desprecio, enfermedad, desfiguración, cárcel, muerte entre malhechores, abatimiento, sepultura deshonrosa, etc.  El profeta afirma insistentemente que el Siervo no sufrió por sus propios pecados, sino a causa y a favor de los demás miembros de su pueblo.  Él  justifica a muchos, es decir, restablece las relaciones justas entre los hombres y Dios.  En efecto, al inicio y al final es Dios quien habla de su Siervo, que “tendrá éxito y subirá y crecerá mucho” porque “cargó sobre él todos nuestros crímenes”, y así, “intercedió por los pecadores”.  Pero en el resto del Cántico  hablan unos “nosotros” que al contemplar todo lo que le ha sucedido al Siervo de Dios, confiesan el propio pecado, por el cual el propio Siervo ha padecido hasta morir.

SALMO  RESPONSORIAL:  30
R. / Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás. R.

Soy la burla de todos mis enemigos,
la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos;
me ven por la calle, y escapan de mí.
Me han olvidado como a un muerto,
me han desechado como a un cachorro inútil. R.

Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: "Tú eres mi Dios."
En tu mano están mis azares;
líbrame de los enemigos que me persiguen. R.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
Sed fuertes y valientes de corazón,
los que esperáis en el Señor. R.

OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
En este salmo hay elementos de petición de ayuda que hace alguien injustamente perseguido, combinados con la acción de gracias por la liberación concedida. De todas maneras se expresa un profundo sentimiento de confianza en el poder y amor de Dios. Las últimas palabras de Cristo en la cruz son una cita del verso 6. En él se cumple perfectamente la confianza absoluta en el amor de Dios, y en su resurrección se realiza con plenitud la liberación de la muerte y del mal, prenda y garantía de nuestra liberación definitiva.
SEGUNDA LECTURA
HEBREOS 4,14-16;5,7-9

Aprendió a obedecer  y se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación
Hermanos: Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado con todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Este texto es una obra de arte teológica. Miremos lo que nos dice el autor al presentarnos esta figura del Sumo Sacerdote que es Hijo de Dios. Por ser hombre como nosotros es misericordioso con nuestras debilidades pues como hombre, ha sido tentado a lo largo de toda su vida, con la diferencia que nunca ha sucumbido en la  tentación: ha sido obediente a Dios, es decir, ha vivido la humanidad en plenitud. Más aún, “a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo a obedecer”.  La característica de nuestro “Sumo Sacerdote” es que asume del todo la humanidad y confía plenamente en Dios.  Es uno de los nuestros y vive cerca de Dios. Realmente podemos acercarnos a él con confianza. Y por él sabemos que  la única manera de “atravesar el cielo”, es decir, de llegar a Dios es asumiendo a fondo la humanidad.
LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 18,1-19,42

“Pasión de N.S.Jesucristo según san Juan”
REFLEXIÓN

En el relato de la pasión según San Juan, la característica especial es el punto de vista teológico desde el que enfoca todo el evangelio: la revelación de la gloria de Jesús, para Juan, la muerte de Jesús es su glorificación. Presenta la pasión en cuatro cuadros: Getsemaní (18,1-11); ante Anás (18,16-27); ante Pilato (18,28-19,15); en el calvario  (19,19-37). Un tema clave es la libertad de Jesús ante la muerte. Jesús va a la muerte con pleno conocimiento de lo que le espera, consciente de que todo está cumplido (19,28). Como pastor de las ovejas entrega su vida por ellas. Nadie le quita la vida. La da.  Conoce la intención de Judas.  Prohíbe  a Pedro que le defienda. Se entrega cuando quiere.  En las escenas de la pasión aparece siempre dueño de sí mismo y de sus enemigos. El lleva la cruz y con ella se aparece como rey vencedor.  Juan presenta la pasión como la epifanía de Cristo Rey.

La cruz,  no debe entenderse únicamente como el escenario de la muerte de Jesús. La crucifixión era la máxima pena que imponía el imperio. La cruz era un castigo tan denigrante que no se podía aplicar a quienes fueran ciudadanos romanos. Solamente eran crucificados los enemigos del imperio, los presos políticos y los rebeldes capturados en guerra. Jesús muere al estilo de los sediciosos y revoltosos. Tener algún parentesco, familiaridad o amistad con un condenado a la cruz era causa de rechazo social. El testimonio de Jesús les hizo comprender a los discípulos que el camino de la cruz no era de oprobio y maldición, sino una manera radical de optar por la justicia y la paz. La cruz obligó a los discípulos a cambiar de mentalidad y a ponerse de lado de todos los que así morían. Ellos proponían como salvador de la Humanidad a un hombre que murió proscrito por la ley. Al fin y al cabo, ellos anunciaban al "Dios crucificado".
Y miremos también a dos personajes presentes en la pasión, con las palabras de Jesús en la cruz que no aparecen en ningún otro evangelio,  Jesús encomienda su madre al discípulo amado. El discípulo amado es el símbolo de la comunidad cristiana que continuó fiel a Jesús, a pesar del paso del tiempo y no obstante las inclementes persecuciones de que fue objeto. La comunidad cristiana acoge a María como una Madre como parte de la iniciativa de Jesús que quiso dejar una herencia imperecedera y, a la vez, encomienda a los cuidados de la Madre a la frágil y fiel comunidad. Esta mutua entrega es el punto culminante de una actividad misionera que comenzó en Caná de Galilea; luego Jesús mismo se convirtió en el vino nuevo y en el pan de vida.  La presencia de María durante toda la vida de Jesús no es accidental. María participó de la misma suerte de su hijo. El camino al Calvario exigió de ella y de todo el grupo de mujeres que le seguían, la máxima resistencia ante el dolor y la humillación, es consecuencia de un seguimiento valiente y decidido. María es  una mujer que crece en amor y fidelidad al reino de Dios, su voz se alza como una exigencia de justicia, por eso, ella en el Magníficat nos recuerda que Dios está del lado de los humildes y débiles. Dios quiere que toda la humanidad sea libre y crezca en solidaridad. Las realidades cotidianas nos exigen una actitud diferente ante la realidad. Al igual que María debemos estar atentos a la voz que Dios nos dirige en las situaciones que exigen nuestra solidaridad. 

ORACIÓN
Desde nuestro silencio contemplativo hoy queremos de todo corazón agradecerte, bendecirte y adorarte porque nos has amado hasta el extremo, a tal punto que morir por nosotros en la  cruz; Unidos(as) a tu Madre, y como el (la) discípulo(a)  amado(a), queremos  quedarnos junto a tu Cruz: lugar donde tú nuestro Amado Jesús hiciste del amor toda una donación de liberación para el mundo, para luego salir a construir en nuestra comunidad tu proyecto de amor. Amén.


“El mal no tendrá la última palabra, sino el amor, la misericordia y el perdón” 

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