“VOLVER
A GALILEA PARA ENCONTRARSE CON LA VIDA”
PRIMERA
LECTURA
HECHOS
DE LOS APOSTOLES 2,14.22-23
“Dios resucitó a este
Jesús, y todos nosotros somos testigos”
El día de Pentecostés,
Pedro, de pie con los Once, pidió atención y les dirigió la palabra:
"Judíos y vecinos todos de Jerusalén, escuchad mis palabras y enteraos
bien de lo que pasa. Escuchadme, israelitas: Os hablo de Jesús Nazareno, el
hombre que Dios acreditó ante vosotros realizando por su medio los milagros,
signos y prodigios que conocéis. Conforme al designio previsto y sancionado por
Dios, os lo entregaron, y vosotros, por mano de paganos, lo matasteis en una
cruz. Pero Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte; no era
posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio, pues David dice, refiriéndose
a él: "Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón, exulta mi lengua, y mi carne descansa
esperanzada. Porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer
la corrupción. Me has enseñado el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu
presencia."
Hermanos, permitidme
hablaros con franqueza: El patriarca David murió y lo enterraron, y conservamos
su sepulcro hasta el día de hoy. Pero era profeta y sabía que Dios le había
prometido con juramento sentar en su trono a un descendiente suyo; cuando dijo
que "no lo entregaría a la muerte y que su carne no conocería la
corrupción", hablaba previendo la resurrección del Mesías. Pues bien, Dios
resucitó a este Jesús, de lo cual todos nosotros somos testigos. Ahora,
exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo que
estaba prometido, y lo ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y
oyendo." Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
Algo nuevo ha pasado,
eso decíamos en el comentario del evangelio en la vigilia pascual. Esta lectura
nos deja frente a esta realidad. El que hacía pocos días le había negado,
asustado ante los guardias y las criadas del palacio de Pilato, jurando que ni
le conocía, ahora comienza, ante el pueblo y luego ante las autoridades de
Israel, una serie de testimonios a cuál más intrépidos, que iremos leyendo a lo
largo de esta semana. Entre sus
negaciones y su testimonio ha habido un acontecimiento decisivo: la resurrección
de Jesús y el envío de su Espíritu en
Pentecostés. Pedro y los suyos han
madurado mucho en la fe. Esta primera predicación de Pedro es una catequesis
clara y contundente sobre la persona de Jesús, dirigida precisamente a los
habitantes de Jerusalén, los que habían estado más directamente implicados en
su muerte: “vosotros, lo matasteis en
una cruz. Pero Dios lo resucitó y nosotros somos testigos”, Pedro centra con
decisión su anuncio en la muerte y resurrección de Jesús.
SALMO
RESPONSORIAL: 15
R.
/ Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Protégeme,
Dios mío, que me refugio en ti;
yo
digo al Señor: "Tú eres mi bien."
El
Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi
suerte está en tu mano. R.
Bendeciré
al Señor, que me aconseja,
hasta
de noche me instruye internamente.
Tengo
siempre presente al Señor,
con
él a mi derecha no vacilaré. R.
Por
eso se me alegra el corazón,
se
gozan mis entrañas,
y
mi carne descansa serena.
Porque
no me entregarás a la muerte,
ni
dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R.
Me
enseñarás el sendero de la vida,
me
saciarás de gozo en tu presencia,
de
alegría perpetua a tu derecha. R.
OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS A SU CONTEXTO
El salmo recalca la necesidad de unir el culto con el
culto a Dios y con la vida intachable. Al que sigue ese proceder Dios le concede
sus favores. Jesús nos enseña: “Si al ir a presentar tu ofrenda en el altar, te
acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda, delante del
altar, y ve a reconciliarte primero con
tu hermano. Entonces sí, vuelve a presentar tu ofrenda”
LECTURA
DEL EVANGELIO
MATEO
28,8-15
“Comunicad a mis
hermanos que vayan a Galilea; allí me verán”
En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a
toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría, corrieron a
anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les
dijo: "Alegraos." Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron
los pies. Jesús les dijo: "No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos
que vayan a Galilea; allí me verán."
Mientras las mujeres
iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los
sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a
un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: "Decid
que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros
dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y
os sacaremos de apuros." Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las
instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta
hoy. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El evangelio de hoy sigue animando a la
comunidad, que luego de vivir el dolor de la muerte experimentará el gozo del
sepulcro vacío y del encuentro con el Resucitado. Las mujeres, ansiosas y
entusiasmadas por la noticia que les diera el ángel sobre la resurrección de
Jesús, abandonan presurosas el sepulcro y van a avisar a los discípulos. Jesús
se les aparece y las saluda. La alegría las embarga de emoción. Jesús las insta
para que vayan a avisar a sus hermanos y les pone cita en Galilea. La comunidad
discipular, animada por el testimonio de las mujeres, ha de emprender el camino
hacia Galilea, la tierra de los pobres; allí donde todo había comenzado irán al
encuentro con el Maestro. Se trata de un nuevo nacimiento y del crecimiento
integral de la comunidad, en la que poco a poco se irá comprendiendo mejor todo
lo que él les enseñó. Hoy es importante que participemos del gozo y de la fuerza de la
Resurrección. En esta hora de vida oremos por todas las iniciativas que
conocemos en la Iglesia y en la sociedad en favor de la vida. Ellas son
semillas de esa misma vida que manifiestan el amor de Dios y la presencia de
Cristo Resucitado.
ORACIÓN
Señor nuestra oración
es hoy de gratitud por tu regalo de amor de dar la vida por nosotros, por haber
vencido la muerte y ser para nosotros una luz de esperanza. Que este nuevo
encuentro contigo nos haga verdaderos anunciadores de tu Palabra, testigos de
tu Resurrección, de ir a los lugares de
dolor y necesidad, de ser una voz esperanzadora para los que nos rodean, haznos
multiplicadores incansables del Evangelio que nos enseñaste el Evangelio del
AMOR. Amén.
“Somos los(as)
pregoneros(as), generadores(as) de vida y de amor, no podemos olvidar este
privilegio, aunque el mundo nos llame a otras cosas”
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