"INVITADOS A VOLVER AL SEÑOR, NUESTRO DIOS”
PRIMERA LECTURA
ECLESIÁSTICO 5,1-10
“No tardes en volverte al Señor”
No confíes en tus riquezas ni digas: "Soy poderoso"; no
confíes en tus fuerzas para seguir tus caprichos; no sigas tus antojos y
codicias ni camines según tus pasiones. No digas: "¿Quién me podrá?",
porque el Señor te exigirá cuentas; no digas: "He pecado, y nada malo me
ha sucedido", porque él es un Dios paciente; no digas: "El Señor es
compasivo y borrará todas mis culpas." No te fíes de su perdón para añadir
culpas a culpas, pensando: "Es grande su compasión, y perdonará mis muchas
culpas"; porque tiene compasión y cólera, y su ira recae sobre los
malvados. No tardes en volverte a él ni des largas de un día para otro; porque
su furor brota de repente, y el día de la venganza perecerás. No confíes en
riquezas injustas, que no te servirán el día de la ira. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
En la primera lectura del Eclesiástico, aparece en escena el tema de
peligro que constituye para la libertad y el bien del hombre, el poner su
confianza y seguridad en las riquezas materiales, en la falsas seguridades.
Está en nuestras manos darle a las riquezas materiales su verdadero sentido, no
dejarnos arrastrar por la tentación del corazón hacia las riquezas y las falsas
pasiones. A veces en la vida podemos ser cínicos y abusar de la paciencia de
Dios pensando que, como Él es infinitamente amoroso y misericordioso, perdonará
ciegamente cada uno de nuestros pecados. Incluso, a veces podemos pensar que no
somos tan malos si todo nos sale tan bien. Pero, a diferencia de los tiempos de
Ben-Sirac, no podemos hoy ignorar que
Dios es justo y veraz y conoce el
corazón de cada una de sus criaturas. Entonces, la actitud sabia de la mujer y
hombre de Dios, como nosotros, consistiera en volver el corazón a Dios,
corrigiendo nuestros errores y convirtiéndonos
de todos nuestros desvíos y poniendo solo en Dios nuestra seguridad.
Arrogancia, cinismo y negligencia son tres de las mayores tentaciones
que se le presentan a la mujer y al hombre en el camino de la vida y, aún más peligroso, en su camino de fe.
LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 9,41-50
“Más
te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El que os dé a
beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará
sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le
valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar.
Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir
con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace
caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos
pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar
tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde
el gusano no muere y el fuego no se apaga.
Todos serán salados a fuego.
Buena es la sal;
pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la sazonaréis? Que no falte entre
vosotros la sal, y vivid en paz unos con otros." Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
El evangelio de hoy
nos invita también a una actitud resuelta, incluso radical, expresada con
imágenes casi agresivas por nuestro Señor: "Si tu mano te es ocasión de
pecado, córtatela" (Mc 9,43). Si hemos visto, en efecto, que la
negligencia aplaza la conversión y posterga una y otra vez las decisiones que
habría que tomar, la solución no puede ser otra que aquello que nos dice
Jesucristo: actúa ya.
Este evangelio se
puede leer en paralelo con aquel otro pasaje, de lenguaje menos duro pero con
igual sentido, en que el Señor nos enseña: "Todo sarmiento que en mí no da
fruto, mi Padre lo quita; y todo el que da fruto, lo poda para que dé más
fruto. (Jn 15,2). Esa "poda", de la que habla Juan, es lo mismo que
nos enseña Marcos hoy: hay que quitarse cosas, soltarse de apegos,
desembarazarse de complicaciones, alejarse de algunas relaciones y personas. Detrás
de esta poda, hecha por Dios o iniciada por nosotros mismos, hay una doble y
noble motivación: necesitas ser libre, necesitas tener un solo Señor, necesitas
estar liviano. El camino es largo y los enviados por Cristo han de gozar de
agilidad y holgura para evadir obstáculos, reconocer los dardos enemigos y
conquistar para Dios la victoria imperecedera.
ORACIÓN
Amado Dios, aún estando en tus cosas, podemos alejarnos de ti, no
resistiendo las situaciones o provocaciones
que se nos presentan ante nuestros ojos y gustos, cayendo en
vivencias que no construyen y nos
apartan de tu proyecto de amor. Ayúdanos por favor a volver a esa intimidad
plena contigo, que hace fluir tu Espíritu en nuestro ser para estar atentos
(as) a no caer ni hacer caer a nuestro prójimo. Amén
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