viernes, 1 de junio de 2012

Jueves 28 de junio de 2012


“ESTAR LEJOS DE SU PALABRA ES ESTAR LEJOS DE DIOS”

PRIMERA LECTURA
2REYES 24, 8-17
  
“Nabucodonosor deportó a Jeconías y a todos los ricos de Babilonia”

Cuando Jeconías subió al trono tenía dieciocho años, y reinó tres meses en Jerusalén.
Su madre se llamaba Nejustá, hija de Elnatán, natural de Jerusalén. Hizo lo que el Señor reprueba, igual que su padre.
En aquel tiempo, los oficiales de Nabucodonosor, rey de Babilonia, subieron contra Jerusalén y la cercaron. Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó a Jerusalén cuando sus oficiales la tenían cercada. Jeconías de Judá se rindió al rey de Babilonia, con su madre, sus ministros, generales y funcionarios.
El rey de Babilonia los apresó el año octavo de su reinado. Se llevó los tesoros del templo y del palacio y destrozó todos los utensilios de oro que Salomón, rey de Israel, habla hecho para el templo según las órdenes del Señor. Deportó a todo Jerusalén, los generales, los ricos -diez mil deportados-, los herreros y cerrajeros; sólo quedó la plebe.
Nabucodonosor deportó a Jeconías a Babilonia. Llevó deportados, de Jerusalén a Babilonia, al rey y sus mujeres, sus funcionarios y grandes del reino, todos los ricos-siete mil deportados-, los herreros y cerrajeros-mil deportados-, todos aptos para la guerra. En su lugar nombró rey a su tío Matanías, y le cambió el nombre en Sedecías.  Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
 No hay en el Antiguo Testamento un momento más dramático y triste que el destierro a Babilonia. No sólo por el hecho mismo de salir de la propia tierra, sino porque las certezas más hondas del alma judía se vieron puestas a prueba en esos años terribles. ¿En qué quedan la Alianza, el Templo, las promesas de Dios, la convicción de ser el pueblo elegido, si vemos que un general altanero y blasfemo puede llegar a burlarse de todo, a triturarlo todo, a profanarlo todo...?
La primera lectura de hoy relata de un modo notablemente breve ese momento en que el rey mismo, Jeconías, y la ciudad santa, Jerusalén, quedan en poder del enemigo. La fe queda desnuda a esas horas; queda sin piso; queda sin arropo ni amigos. Pero queda. Lo más grande del destierro no será la envalentonada de Nabucodonosor, ni la crueldad de los que saciaron su sevicia en inocentes. Lo más grande será que el pueblo que vuelva del Destierro, “el Pequeño resto” que habrá de quedar, buscará servir a Dios con una libertad y sinceridad que antes no existieron.

SALMO RESPONSORIAL: 78
R. / Líbranos, Señor, por el honor de tu nombre.

Dios mío, los gentiles han entrado en tu heredad,
han profanado tu santo templo,
 han reducido Jerusalén a ruinas.
Echaron los cadáveres de tus siervos
en pasto a las aves del cielo,
y la carne de tus fieles
a las fieras de la tierra. R.

Derramaron su sangre como agua
en torno a Jerusalén,
y nadie la enterraba.
Fuimos el escarnio de nuestros vecinos,
la irrisión y la burla de los que nos rodean.
¿Hasta cuándo, Señor?
¿Vas a estar siempre enojado?
¿Arderá como fuego tu cólera? R

No recuerdes contra nosotros
las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto,
pues estamos agotados. R.
Socórrenos, Dios, salvador nuestro,
por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados
a causa de tu nombre. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 7, 21-29

“La casa edificada sobre la roca y la casa edificada sobre arena.”

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "No todo el que me dice: "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Aquel día muchos dirán: "Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?" Yo entonces les declararé: "Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados."
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente."

REFLEXIÓN
Roca y arena son el cimiento de la civilización actual. Nuestras ciudades están hechas con estos dos materiales con los que se prepara la mezcla que dará origen al concreto. Estas mismas palabras están en la música que identifica nuestro tiempo, el famoso “Rock and roll”, que mezcla sonidos de origen afroamericano, europeo y campesino. Pues bien, el evangelio nos propone el dilema de edificar sobre un cimiento firme, como es la roca, que exige subir a una montaña, o sobre la arena, que está en la parte más accesible y baja del valle. La roca exige sacrificio, tesón y mucha capacidad para posponer las gratificaciones, pues una casa en lo alto de la roca difícilmente se edifica en unas semanas. La otra opción es el camino fácil y placentero.  En la vida cristiana enfrentamos los mismos dilemas. Podemos aceptar la invitación de Jesús para seguirlo y aprender de él por el camino difícil, o podemos tomar la vía sencilla de una espiritualidad difusa y tal vez más reconfortante. Podemos elegir construir sobre el cimiento de su palabra, que exige un ascenso desde las generalidades de nuestra religión a la cumbre de su sabiduría, o podemos tomar el camino más fácil cimentado en otras ideas no reales y superfluas.
 ORACIÓN
Señor, en este día nos llevas a reconocer que alimentándonos de tu Palabra y haciendo la vida en comunión contigo lograremos que haya coherencia entre lo que decimos y hacemos, como también para soportar las dificultades y tormentas que se nos presentan. Por eso te pedimos que nos ayudes a estar unidos a tu Espíritu Santo para permanecer en ti, mi precioso Dios. Amén   

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