viernes, 1 de junio de 2012

Martes 5 de junio 2012



“SER ASTUTOS CUANDO SE PONE EN DUDA LA SANTIDAD DE DIOS”

PRIMERA LECTURA
2PEDRO 3,12-15a.17-18

“Esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva

Queridos hermanos: Esperad y apresurad la venida del Señor, cuando desaparecerán los cielos, consumidos por el fuego, y se derretirán los elementos. Pero nosotros, confiados en la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia. Por tanto, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con él, inmaculados e irreprochables. Considerad que la paciencia de Dios es nuestra salvación. Así, pues, queridos hermanos, vosotros estáis prevenidos; estad en guardia para que no os arrastre el error de esos hombres sin principios, y perdáis pie. Creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a quien sea la gloria ahora y hasta el día eterno. Amén.

REFLEXIÓN

La primera lectura de hoy utiliza dos verbos que aparentemente se contradicen: esperar y apresurar. Podemos pensar, en efecto, que esperar es no hacer nada. Confundimos "esperar" con el simple "aguardar." Para la Biblia, en cambio, existe la "esperanza activa," que se caracteriza precisamente porque "apresura" la llegada de aquel que esperamos.
La esperanza es una nota muy característica de nuestra fe cristiana, quizá la que más. La esperanza mira al futuro con la certeza de un algo que es invisible o incluso inexistente para los demás. Y el futuro, que es un libro cerrado para nuestros cálculos humanos, es también el gran libro en que podemos encontrar  manifiesto el poder de Dios. Precisamente porque nuestras cuentas nunca pueden agarrar por completo el futuro, sabemos que el futuro le pertenece a Dios.
Y el tiempo de la espera del que nos habla el texto,  no es un tiempo perdido, no es un tiempo vacío, es también un tiempo para crecer. Pedro nos indica que es un tiempo que está lleno de nuestro crecimiento en la gracia y está lleno de la manifestación de la paciencia y la misericordia del Señor.  Hay una madurez, una  plenitud, en la vida cristiana,  plenitud a la que estamos llamados.  Es un tiempo para desplegar la fuerza de nuestro amor, es un tiempo para crecer y ese crecimiento se da en circunstancias de lucha, en circunstancias de combate, en medio de las dificultades y  en circunstancias de fortaleza.
Vivamos nuestra esperanza cristiana, como esa  fuerza que  transforma nuestro presente, que cuanto más comprendamos que Cristo es Señor de la Historia, más deseemos su retorno y más queramos vivir en pleno acuerdo con la obra suave y vigorosa a la vez de su Espíritu Santo.

SALMO RESPONSORIAL: 89
R. / Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.

Antes que naciesen los montes
o fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde siempre y por siempre tú eres Dios. R.

Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: "Retornad, hijos de Adán."
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó;
una vela nocturna. R.

Aunque uno viva setenta años,
y el más robusto hasta ochenta,
la mayor parte son fatiga inútil,
porque pasan aprisa y vuelan. R.

Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Que tus siervos vean tu acción,
y sus hijos tu gloria. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 12, 13-17

“Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es de Dios a Dios”

En aquel tiempo, enviaron a Jesús unos fariseos y partidarios de Herodes, para cazarlo con una pregunta. Se acercaron y le dijeron: "Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa de nadie; porque no te fijas en lo que la gente sea, sino que enseñas el camino de Dios sinceramente. ¿Es lícito pagar impuesto al César o no? ¿Pagamos o no pagamos?" Jesús, viendo su hipocresía, les replicó: "¿Por qué intentáis cogerme? Traedme un denario, que lo vea." Se lo trajeron. Y él les preguntó: "¿De quién es esta cara y esta inscripción?" Le contestaron: "Del César." Les replicó: "Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es de Dios, a Dios." Se quedaron admirados.   Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Jesús afronta un dilema: si da la razón a sus adversarios, legitima la explotación del pueblo; si no les da la razón, contraviene el orden que legitima la tributación desmesurada. Jesús toma una tercera vía al señalar cómo las exigencias de Dios son de orden ético y no tributario. Por esta razón, para Dios el problema no era el tributo, sino el servicio. El gobernante de turno exige dinero a cambio de orden; el Dios de Israel propone el servicio como un camino de realización humana. De modo que el problema no es la licitud de los impuestos romanos o la legalidad del colaboracionismo de las autoridades del Templo. El problema es la elección que se debe hacer entre la lógica del amor y de la libertad y la lógica de la servidumbre y del poder.  En nuestro tiempo, como en aquel, las personas que se comprometen a diario en el seguimiento de Jesús deben elegir entre una lógica y la otra, entre la servidumbre y el servicio, entre el poder y el amor. Esa elección es la que en último término nos coloca de parte de Jesús y nos saca de la situación del adversario o, peor aún, del espectador indiferente.

ORACIÓN
Aunque haya quienes nos quieran confundir, Señor, tu Espíritu nos dará la astucia para defender tu propuesta de un mundo cargado de afecto no de dinero y poder que enceguece el corazón y lleva a cometer injusticia, desigualdad e irrespeto por la vida. Te amamos y hemos optado por Ti en gratitud por tu gran entrega. Gracias precioso  Dios nuestro. Amén

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