“TODA
OCASIÓN ES PROPICIA PARA VOLVER AL DIOS DE LA ALIANZA”
PRIMERA
LECTURA
2REYES
22, 13; 23, 1-3
“El
rey leyó al pueblo el libro de la alianza encontrado en el templo y selló ante
el Señor la “alianza
En aquellos días, el sumo sacerdote Helcías dijo al
cronista Safán: "He encontrado en el templo el libro de la Ley."
Entregó el libro a Safán, y éste lo leyó . Luego fue a dar cuenta al rey
Josías: "Tus siervos han juntado el dinero que había en el templo y se lo
han entregado a los encargados de las obras."
Y le comunicó la noticia: "El sacerdote Helcías me
ha dado un libro."
Safán lo leyó ante el rey; y, cuando el rey oyó el
contenido del libro de la Ley, se rasgó las vestiduras y ordenó al sacerdote
Helcías, a Ajicán, hijo de Safán, a Acbor, hijo de Miqueas, al cronista Safán y
a Asaías, funcionario real: "Id a consultar al Señor por mí y por el pueblo
y todo Judá, a propósito de este libro que han encontrado; porque el Señor
estará enfurecido contra nosotros, porque nuestros padres no obedecieron los
mandatos de este libro cumpliendo lo prescrito en él."
Ellos llevaron la respuesta al rey, y el rey ordenó que
se presentasen ante él todos los ancianos de Judá y de Jerusalén. Luego subió
al templo, acompañado de todos los judíos y los habitantes de Jerusalén, los
sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, chicos y grandes. El rey les leyó el
libro de la alianza encontrado en el templo. Después, en pie sobre el estrado,
selló ante el Señor la alianza, comprometiéndose a seguirle y cumplir sus
preceptos, normas y mandatos, con todo el corazón y con toda el alma,
cumpliendo las cláusulas de la alianza escritas en aquel libro.
El pueblo entero suscribió la alianza. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
Podemos recibir un ejemplo saludable y hermoso de la
primera lectura de hoy. La alianza había sido olvidada, los términos del pacto
entre Dios y su pueblo estaban relegados a algún depósito polvoriento del
templo y nadie prestaba atención a las cláusulas de aquel lazo de mutua
fidelidad. El libro de la alianza se recupera y con él un nuevo deseo de unión
y paz con Dios.
Podemos pensar por ejemplo en nuestro propio nacimiento
en el Señor. Las promesas bautismales y mucho del contenido de nuestra fe, que
es tan bella, están quizá olvidados en un rincón de nuestro pasado. ¿No será el
tiempo de volver a esa fe y hacer una renovación personal y profunda de nuestra
alianza con el Señor?
SALMO
RESPONSORIAL: 118
R.
/ Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes.
Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes,
y lo seguiré puntualmente. R.
Enséñame a cumplir tu voluntad
y a guardarla de todo corazón. R.
Guíame por la senda de tus mandatos,
/ porque ella es mi gozo. R.
Inclina mi corazón a tus preceptos,
y no al interés. R.
Aparta mis ojos de las vanidades,
dame vida con tu palabra. R.
Mira cómo ansío tus decretos:
dame vida con tu justicia. R.
LECTURA
DEL EVANGELIO
MATEO
7, 15-20
“Por
sus frutos los conoceréis”
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por
dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. A ver, ¿acaso se
cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Los árboles sanos dan frutos
buenos; los árboles dañados dan frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos
malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se
tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis". Palabra del Señor
REFLEXIÓN
Uno de los
problemas más frecuentes en la misión del Pueblo de Dios es el de discernir
entre los profetas auténticos y los que no lo son. Ya el Antiguo Testamento
había dado algunas pistas para distinguirlos. La primera consiste en alejar la
figura profética de cualquier presentación mágica (Dt 18,9-12) y no confundirla con las
dotes de la percepción intuitiva de los videntes y visionarios que, aunque
valiosas y respetables, no son una condición para el auténtico profeta. La
segunda, en descubrir su genuino interés por el destino del Pueblo de Dios (Dt
18,15-16). Por último, y no de menor importancia, el «efecto profético» que
consiste en contar con el apoyo de una comunidad que continúe su testimonio y
se lo recuerde al pueblo en el momento oportuno. A esto, el evangelio suma el
criterio de los frutos o las buenas obras. La figura de los frutos simboliza la
oportunidad, calidad y maduración que necesita cualquier llamada profética para
alcanzar su cometido. El fruto requiere cultivo y cuidado y la vocación del
profeta, aún más.
¿Cómo
cultivamos nosotros la vocación profética cristiana en estos tiempos de
indiferencia y conformismo ante el destino de la humanidad?
ORACIÓN
Cuando
caemos en el olvido de lo que significas para tu creación y las pautas que nos
das par un buen vivir, desviándonos de tu proyecto de amor, te haces sentir
para llamar nuestra atención y podamos caer en cuenta que nos estamos apartando
de ti y del sentido de tu paso por esta tierra. Ayúdanos en toda situación a
revivir que estás con nosotros como lo prometiste. Amén
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