“BENDITO QUIEN CONFÍA SÓLO EN EL SEÑOR”
PRIMERA LECTURA
JEREMÍAS 17,5-10
“Maldito quien confía en el hombre; bendito quien confía en el Señor”
Así dice el Señor: "Maldito quien confía en el hombre, y en la
carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la
estepa, no verá llegar el bien; habitará la aridez del desierto, tierra salobre
e inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza.
Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces;
cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no
se inquieta, no deja de dar fruto. Nada más falso y enfermo que el corazón:
¿quién lo entenderá? Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas,
para dar al hombre según su conducta, según el fruto de sus acciones."
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
"¿Quién entenderá el corazón del hombre?". Es la pregunta que
puede hacerse todo aquel que mire con atención las incoherencias más íntimas de
la vida propia o ajena. El género humano se halla actualmente en una nueva era
de su historia, caracterizada por rápidos y profundos cambios que
progresivamente se extienden al mundo entero. Debidos a la inteligencia y a la
actividad creadora del hombre, recaen luego sobre éste, sobre sus juicios y
deseos individuales y colectivos, sobre su modo de pensar y obrar, tanto sobre los
hombres como sobre las cosas.
Como sucede en toda crisis de crecimiento, esta transformación lleva
consigo no leves dificultades. El hombre extiende en grandes proporciones su
poderío, aunque no siempre logra someterlo a su servicio. Pero, cuando trata de
penetrar en el conocimiento más íntimo de su propio espíritu, con frecuencia
aparece aún más inseguro de sí mismo. Y, cuando progresivamente va descubriendo
con mayor claridad las leyes de la vida social, permanece perplejo sobre la
dirección que se le debe imprimir.
"Nunca el género humano tuvo a disposición suya tantas riquezas,
tantas posibilidades y tanto poder económico. Sin embargo, una gran parte de la
humanidad sufre aún hambre y miseria, mientras inmensas multitudes no saben
leer ni escribir. Nunca como hoy ha tenido el hombre sentido tan agudo de su
libertad, mas al mismo tiempo surgen nuevas formas de esclavitud social y
psíquica. Mientras el mundo siente tan clara su propia unidad y la mutua
interdependencia de todos en una ineludible solidaridad, se ve, sin embargo,
gravísimamente dividido en direcciones opuestas, a causa de fuerzas que luchan
entre sí: de hecho, subsisten todavía muy graves las diferencias políticas,
sociales, económicas, raciales e ideológicas; y ni siquiera ha desaparecido el
peligro de una guerra que está llamada a aniquilarlo todo.
Entre tantas contradictorias situaciones, la mayoría de nuestros
contemporáneos no llegan a conocer bien los valores más importantes ni pueden
armonizarlos con los nuevamente descubiertos. Por ello, con gran inquietud se
preguntan, sufriendo entre la esperanza y la angustia, sobre la actual
evolución del mundo. Esta evolución desafía a los hombres, más aún les obliga,
a dar una única respuesta: Volver los ojos a Dios.
SALMO RESPONSORIAL: 1
R. /Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. R.
Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R.
OREMOS CON EL SALMO
Este salmo, introducción
a todo el salterio, expresa el
sentimiento de un hombre que eleva sus ojos a la situación entera del mundo, y
considera cómo algunos avanzan y otros caen. Cristo fue el primero de los bienaventurados,
así como Adán fue el primero de los indignos y desobedientes. Pero se ha de
notar que todos concuerdan en una cosa y difieren en dos. Concuerdan en que
todos buscan la felicidad, pero difieren en la manera de dirigirse hacia ella,
y al final de esto, en que algunos la alcanzan, y otros no. Jesús también
proclama dichosos a los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen. Seguir el
buen camino es seguir a Jesús, camino, verdad y vida.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 16,19-31
“Recibiste tus bienes, y Lázaro males: por eso encuentra aquí consuelo,
mientras que tú padeces”
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Había un hombre rico
que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un
mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con
ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se
le acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de
Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno,
en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a
Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a
Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me
torturan estas llamas." Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que
recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí
consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre
un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia
vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros." El rico insistió:
"Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque
tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también
ellos a este lugar de tormento." Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y
a los profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre
Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán." Abrahán le dijo:
"Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque
resucite un muerto." Palabra del Señor
REFLEXIÓN
El abismo entre ricos y pobres es cada vez más grande. Mientras un
puñado de hombres, los más ricos y poderosos de la tierra, viven en la
opulencia, millones de seres humanos se debaten entre el hambre y la miseria.
Esta parábola de Jesús -el rico Epulón y Lázaro- es quizá la más dura,
profética y subversiva. Refleja la realidad de los tiempos de Jesús en que
muchos terratenientes y aristócratas (herodianos y saduceos) de Jerusalén y de
Palestina vivían y se enriquecían a costa de los campesinos, pescadores,
pastores y labriegos, que cada vez eran más pobres a causa de las cargas de
impuestos que, tanto el templo como el imperio romano, les imponían. En el
proyecto de Jesús, el Reino, esta realidad es insostenible. Los responsables de
la injusticia en el mundo se alejan cada vez más de Dios. Es el poder, la
riqueza y la corrupción, lo que aleja de Dios. Quienes son víctimas de la
injusticia están privilegiadamente en el corazón de Dios. La equidad, la
justicia social, la solidaridad y la comunión de bienes son valores
fundamentales que sostienen el proyecto de Jesús. El rico, que se obstina en su
poder y en sus riquezas, no puede “entrar en el Reino”, ya que ha hecho del
dinero y del prestigio su propio reino, mantenido por la codicia, la ambición y
el egoísmo. Los generadores de inequidad e injusticia, están lejos de Dios,
pero con una puerta siempre abierta para volver a Él. – Nuestros pueblos
tendrán que seguir trabajando para que el proyecto de igualdad del Reino de
Dios se haga realidad.
Reflexionemos y revisemos como esta nuestra vida, hoy qué actitudes nos
alejan o nos acercan a Dios.
ORACIÓN
Buen Jesús, ayúdanos y guíanos para elegir un tipo de vida que sea digna
y noble, desprendida y solidaria y no tercamente egoísta, codiciosa, opresora y
manipuladora. Llénanos de tu gracia, de la alegría y fuerza de tu Espíritu para
bendecir a otros con nuestro servicio. Que en tu amor sea hoy y siempre lo más
importante para nuestra vida la persona humana, el construir tu Reino y no las
riquezas y la prioridades del mundo. Amén
“Las riquezas, y la búsqueda incesante de
ellas y no del Señor, crean en nosotros codicia,
avaricia, comodidad, placer e indiferencia; pongamos nuestra esperanza solo en
Dios y redescubramos al hermano en necesidad”
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