martes, 1 de marzo de 2022

Sábado 19 de Marzo de 2022

 Fiesta de San José

 

“HOMBRE JUSTO Y DE FE”

 

PRIMERA LECTURA

2SAMUEL 7,4-5a.12-14a.16

 

“El Señor Dios le dará el trono de David, su padre”

 

En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor: "Ve y dile a mi siervo David: "Esto dice el Señor: Cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Él construirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre." Palabra de Dios

 

REFLEXIÓN

Dios prometió a David, por boca del profeta Natán, que consolidaría su descendencia en el trono de Judá. Y así se cumplió visiblemente, por lo menos en el curso de unos siglos, pues mientras que los reyes del reino del Norte, el reino de Israel, se sucedían uno tras otro por las vías de hecho sin llegar a consolidar una dinastía, en el reino del Sur, el de Judá, la palabra dada se cumplía una generación tras otra. Fue así como pudo sostenerse el cetro de David a sus descendientes, por varias centurias.

Mas la profecía quedó en entredicho con el terrible acontecimiento del exilio. Desterrados a Babilonia, los hebreos vieron cómo sus más caras instituciones se derrumbaban estrepitosamente: el tempo profanado, el rey cautivo, la tierra antes prometida hoy abandonada...Dios había dicho que la dinastía de David no caería, y sin embargo los hechos estaban desmintiendo a Dios. ¿Quién, cuál sucesor de David podía ser llamado rey en medio de la humillación del destierro? Todo parecía sepultado bajo montañas de escombros y despojos de destrucción. Y sin embargo, siglos después, hay un hombre, de nombre José, cuyo primer título es "descendiente de David". ¡José es aquel por quien se sigue cumpliendo la promesa! Y podemos decir más: si por José llamamos a Jesús "hijo, es decir, descendiente y heredero, de David", entonces José era rey, y nadie lo sabía. José es el vínculo humildísimo, oculto a ojos del mundo y de su propio pueblo, por el que habría de brillar la increíble fidelidad de Dios.

 

SALMO  RESPONSORIAL: 88

R./ Su linaje será perpetuo.

 

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,

anunciaré tu fidelidad por todas las edades.

Porque dije: "Tu misericordia es un edificio eterno,

más que el cielo has afianzado tu fidelidad." R.

 

Sellé una alianza con mi elegido,

jurando a David, mi siervo:

"Te fundaré un linaje perpetuo,

edificaré tu trono para todas las edades." R.

 

Él me invocará: "Tú eres mi padre,

mi Dios, mi Roca salvadora."

Le mantendré eternamente mi favor,

y mi alianza con él será estable. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

Este salmo es una lamentación con ocasión de la derrota sufrida por la nación y por la humillación del Rey, que parecen contradecir las promesas hechas a David y sus descendientes. Como parte de la historia de salvación los acontecimientos del pueblo de Israel, hacen parte de nuestra propia historia y nos ayudan a comprender mejor los caminos de Dios.  

 

SEGUNDA LECTURA

ROMANOS  4,13.16-18.22

 

“Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza”

 

Hermanos: No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenida por la fe, la que obtuvo para Abrahán y su descendencia la promesa de heredar el mundo. Por eso, como todo depende de la fe, todo es gracia; así, la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la descendencia legal, sino también para la que nace de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros. Así, dice la Escritura: "Te hago padre de muchos pueblos." Al encontrarse con el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que no existe, Abrahán creyó. Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había dicho: "Así será tu descendencia." Por lo cual le valió la justificación. Palabra del Señor

 

REFLEXIÓN

 

San Pablo en la carta a los Romanos defiende esta tesis:  “no nos salva la observancia de la ley sino la justificación por la fe”. Pablo establece un fuerte contraste entre la ley (legalismo) y la justicia que viene de la fe  (santidad). En ese sentido podemos ver la vida de José como hombre justo. Los descendientes de Abraham no son tanto los que viven según las exigencias de la ley, sino más bien los que acogen el don de la Fe que les ofrece Dios y viven  con ánimo agradecido. De la misma manera nosotros, que hemos recibido la gracia de conocer a Jesús y creer en Él, así no seamos judíos, somos hijos de Abraham y herederos de la promesa que Dios les hizo.

 

LECTURA DEL EVANGELIO

MATEO 1,16.18-21.24a

 

“José hizo lo que le había mandado el ángel del Señor “

 

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: "José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados." Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

La grandeza de la santidad de María y la infinita santidad de Jesucristo de tal modo nos deslumbran que en medio de tantísima luz queda como oculta la santidad, que no es pequeña, del buen José. Sobre el misterio de este ocultamiento de san José nos ha escrito bellamente el Papa Juan Pablo II: "Durante su vida, que fue una peregrinación en la fe, José, al igual que María, permaneció fiel a la llamada de Dios hasta el final. La vida de ella fue el cumplimiento hasta sus últimas consecuencias de aquel primer «SI» pronunciado en el momento de la anunciación mientras que José como ya se ha dicho en el momento de su «anunciación» no pronunció palabra alguna. Simplemente él «hizo como el ángel del Señor le había mandado» (Mt 1, 24). Y este primer «hizo» es el comienzo del «camino de José». A lo largo de este camino, los Evangelios no citan ninguna palabra dicha por él. Pero el silencio de José posee una especial elocuencia: gracias a este silencio se puede leer plenamente la verdad contenida en el juicio que de él da el Evangelio: un hombre  «justo» (Mt 1, 19)" 

Y José es un testimonio maravilloso de las virtudes que más necesita nuestro tiempo. La agresividad y el afán de lucro propios de nuestra vida acelerada se enfrentan con la mansedumbre, la generosidad y la paciencia de este hombre sencillo y santo. El ansia de placer y el consumismo desbocado tienen que humillarse delante de la pureza y austeridad de este hombre limpio de corazón.

La ebriedad de soberbia y los deseos de venganza que marcan tantas vidas de nuestro mundo convulsionado podrían aprender muchísimo de la existencia discreta y de la solícita obediencia de este hombre con rostro de genuino creyente. El escepticismo cínico de nuestra época y la vanidad con que se quiere comerciar con todo, desde el cuerpo hasta la conciencia, han de frenar su ímpetu ante este hombre que con su fe derrotó el mal y con su profunda caridad empujó la puerta del cielo.

ORACIÓN

Amado Dios, hoy nos presentas en tu Palabra la vida de personas que como José, tienen tanta luz de Dios en su interior, que aún en medio de lo que no entienden y que va en contra de toda  norma social, se silencian logrando escuchar tu Palabra que le amplian el horizonte y le tranquilizan para continuar con una gran misión. Ayúdanos a no desfallecer en el estar día a día con tu mensaje que libera, sana, y guía, para ser personas de grato perfume para Tí. Amén   

   

“La figura humilde, discreta y grande de San José nos anima a crecer en las virtudes de la discreción, la obediencia, la constancia en el servicio a Dios”

 

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