martes, 1 de marzo de 2022

Sábado 26 de Marzo de 2022

 

“ABRIENDO LAS PUERTAS DE LA MISERICORDIA DIVINA”

 

PRIMERA LECTURA

OSEAS 6,1-6

 

“Quiero misericordia, y no sacrificios”

 

Vamos a volver al Señor: él, que nos despedazó, nos sanará; él, que nos hirió, nos vendará. En dos días nos sanará; al tercero nos resucitará; y viviremos delante de él. Esforcémonos por conocer al Señor: su amanecer es como la aurora, y su sentencia surge como la luz. Bajará sobre nosotros como lluvia temprana, como lluvia tardía que empapa la tierra.  "¿Qué haré de ti, Efraín? ¿Qué haré de ti, Judá? Vuestra piedad es como nube mañanera, como rocío de madrugada que se evapora. Por eso os herí por medio de los profetas, os condené con la palabra de mi boca. Quiero misericordia, y no sacrificios; conocimiento de Dios, más que holocaustos."  Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

Hoy el amor es comparado con el agua. Amor de Dios, que es como lluvia de primavera, y fecunda la tierra de admirable modo; amor de Israel, que es como rocío engañoso pronto a evaporarse sin dejar más rastro que su recuerdo.  La lluvia empapa; el rocío apenas moja. El amor de Dios penetra; el amor humano, si no tiene más cimiento que su gusto o conveniencia inmediata, apenas moja, de inmediato se evapora y deja tras de sí un horrible vacío. Primera enseñanza y primer cuestionamiento: ¿tu amor es lluvia que fecunda y transforma, o rocío que embellece sólo un instante, y desaparece?

 

SALMO RESPONSORIAL: 50

R. / Quiero misericordia, y no sacrificios.

 

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,

por tu inmensa compasión borra mi culpa;

lava del todo mi delito,

limpia mi pecado. R.

 

Los sacrificios no te satisfacen:

si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.

Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;

un corazón quebrantado y humillado,

tú no lo desprecias. R.

 

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,

reconstruye las murallas de Jerusalén:

entonces aceptarás los sacrificios rituales,

ofrendas y holocaustos. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

Este salmo presenta la confesión de un pecador arrepentido, que pide a Dios perdón e implora la misericordia divina. En la parábola del hijo prodigo y del padre compasivo, nos habla Jesús de la alegría que siente Dios por todo pecador que confiesa su pecado y vuelve a Él.  

 

 

LECTURA DEL EVANGELIO

LUCAS 18,9-14

 

“El publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo no”

 

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: "Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido." Palabra del Señor

 

REFLEXIÓN

Jesús  contrapone dos modelos de vida cristiana. Uno de ellos, está representado en la actitud de un fariseo que ora y actúa de manera arrogante y autosuficiente. Su oración parece un monólogo para autoalabarse y solicitar el aplauso de Dios. Se siente superior, aparte de los demás y, con la autoridad para juzgar severamente a su prójimo. El fariseo cumple con toda la observancia religiosa, pero carece de misericordia y amor al prójimo. En el otro lado está el recaudador de impuestos, quien ora a Dios con sencillez, humildad y absoluta confianza. Dios prefiere la oración del publicano, no porque justifique la injusticia y codicia propia de los recaudadores, quienes explotaban a los más pobres, sino que valora su humildad, arrepentimiento y deseo de conversión. En nuestras vidas, puede ser que estos dos modos de vida se den cita en nosotros: seguramente hemos tenido momentos de fariseos, pero también de publicanos, momentos de arrogancia en que nos creemos superiores a los demás y, otros, donde con humildad, ponemos nuestra confianza en la misericordia de Dios. Pensamos que ya tenemos ganada la salvación porque practicamos ritos y cumplimos normas. Tal vez la actitud del publicano nos enseñe la humildad y la necesidad de la gracia de Dios para poder vivir la fidelidad al evangelio. Reflexionemos: ¿Que prima hoy en nuestra vida?

¿Vivimos nuestra  experiencia de fe como un espacio para tranquilizar nuestra conciencia o como una oportunidad para ser mejores personas y comprometernos?

ORACIÓN

Señor Jesús, reconocemos que nos hemos equivocado,  que en ocasiones nuestra oración no ha sido sincera y la vanagloria se ha apoderado de nosotros. Enséñanos a bajar la cabeza, a doblar nuestras rodillas, a abrir nuestro corazón con humildad para que, como el publicano, podamos decirte: “Oh Dios, ten compasión de nosotros,  humildes pecadores”. Oramos, damos gracias y bendecimos la vida de Alberto mesa en su cumpleaños.  Amén.

 

“Los sacrificios y ofrendas que hagamos a Dios por nuestras faltas, no son nada si no van acompañados de reconocimiento, humildad y restitución”

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