“LA LUZ BRILLA EN MEDIO DE LA OSCURIDAD”
PRIMERA LECTURA
ECLESIÁSTICO 47,2-13
“De todo corazón amó David a su Creador, entonando salmos cada día”
Como la grasa es lo mejor del sacrificio, así David es el mejor de
Israel. Jugaba con leones como con cabritos, y con osos como con corderillos;
siendo un muchacho, mató a un gigante, removiendo la afrenta del pueblo, cuando
su mano hizo girar la honda, y derribó el orgullo de Goliat. Invocó al Dios
Altísimo, quien hizo fuerte su diestra para eliminar al hombre aguerrido y
restaurar el honor de su pueblo. Por eso le cantaban las mozas, alabándolo por
sus diez mil. Ya coronado, peleó y derrotó a sus enemigos vecinos, derrotó a
los filisteos hostiles, quebrantando su poder hasta hoy. De todas sus
empresas daba gracias, alabando la gloria del Dios Altísimo; de todo corazón
amó a su Creador, entonando salmos cada día; trajo instrumentos para servicio
del altar y compuso música de acompañamiento; celebró solemnemente fiestas y
ordenó el ciclo de las solemnidades; cuando alababa el nombre santo, de
madrugada, resonaba el rito. El Señor perdonó su delito y exaltó su poder para
siempre; le confirió el poder real y le dio un trono en Jerusalén. Palabra de
Dios.
REFLEXIÓN
Después de escuchar durante
varios días la historia de los orígenes del reinado en Israel, y
particularmente como una crónica de la vida de David, ahora la Iglesia nos
ofrece una especie de resumen en forma de himno o de poesía. Es un
cántico que encontramos en el libro Eclesiástico, que hace como un
resumen de lo que es y lo que significa David en el pueblo de Dios. El texto evoca los logros y pecados del rey David, pero también la gran
misericordia de Dios al mantener su promesa. Dios se vale de instrumentos
frágiles como David o como nosotros para llevar adelante su proyecto de
salvación.
Se presenta a David de manera sencilla, su falta,
su pecado, y se hace sólo para decir que está perdonado. Dice aquí:
"El Señor perdonó su delito y exaltó su poder para siempre" Este
texto es como una secuencia de alabanzas a Dios por David, y por eso, así como
se cuenta que Dios le dio fortaleza, y se cuenta que Dios le dio inspiración,
así también se cuenta que le dio perdón. El perdón que Dios le otorgó se
convierte en una luz más, en una belleza más de la vida de David. Dios se vale de instrumentos frágiles como David o como nosotros para
llevar adelante su proyecto de salvación. Nosotros también hemos tenido luchas
“davídicas” en nuestra vida, entre aciertos y desaciertos; seguro podremos
constatar cómo la misericordia de Dios nos ha sostenido y nos mantiene en pie
para no desistir. No tengamos miedo de errar; Dios nos ayudará a recomponer o
rectificar, pero vivamos con esperanza las concreciones del Reino. En ocasiones
nos quedamos sin hacer, mucho o nada, por temor a pecar o a equivocarnos. Pero
si lo que buscamos es una mejor vida para todos, entonces avancemos en pos de
ello. Temamos más bien a dejarnos llevar por mezquinos intereses, como nos lo
mostrará hoy el evangelio con el rey
Herodes, hasta el punto de eliminar aquello que le estorbaba. Y es que los
intereses personales nos pueden perder de la construcción de un mundo más
humano y justo.
Por otro lado es bien interesante también reconocer como David es recordado por la calidad y alegría de su
oración. Mientras que otros hombres grandes son recordados por lo que hicieron
para su propia gloria, para acrecentar sus riquezas, fama o territorios, la
Biblia alaba a David fundamentalmente porque David supo alabar a Dios. Más que
ante un rey, un filósofo, un artista o un pensador, estamos frente a un hombre
que quiso amar y que de algún modo supo amar a Dios. Es la primacía de este
amor lo que realmente importa aquí, y su expresión propia en la oración
de alabanza. Sigamos adelante y ojalá imitemos al rey David también en su
oración.
SALMO RESPONSORIAL:
17
R. / Bendito sea mi Dios y Salvador
Perfecto es el camino de Dios,
acendrada es la promesa del Señor;
Él es escudo para los que a Él se acogen. R.
Viva el Señor, bendita sea mi Roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador.
Por eso te daré gracias entre las naciones, Señor,
y tañeré en honor de tu nombre. R.
Tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu Ungido,
de David y su linaje por siempre. R.
OREMOS CON EL SALMO
Alabanza a Dios (puesta en la boca de David) por la protección que
obtuvo en su lucha contra diversos enemigos. La presencia de Dios se manifestó
en medio de la tormenta. El tono guerrero de este salmo podemos tomarlo como
una imagen literaria y aplicarla a realidades nuevas, en el orden espiritual.
También estamos en lucha con el pecado, con el mal con la muerte. Dios es el
único que puede iluminar nuestras tinieblas.
LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 6,14-29
“Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado”
En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido, el rey
Herodes oyó hablar de él. Unos decían: "Juan Bautista ha resucitado, y por
eso los poderes actúan en él." Otros decían: "Es Elías." Otros:
"Es un profeta como los antiguos." Herodes, al oírlo, decía: "Es
Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado." Es que Herodes había
mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel, encadenado. El motivo
era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y
Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano. Herodías
aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo,
porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y
lo defendía. Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con
gusto. La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a
sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de
Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le
dijo a la joven: "Pídeme lo que quieras, que te lo doy." Y le juró:
"Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino." Ella
salió a preguntarle a su madre: "¿Qué le pido?" La madre le contestó:
"La cabeza de Juan, el Bautista." Entró ella en seguida, a toda
prisa, se acercó al rey y le pidió: "Quiero que ahora mismo me des en una
bandeja la cabeza de Juan, el Bautista." El rey se puso muy triste; pero,
por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. En seguida le mandó a
un verdugo que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo
la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a
su madre. Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo
enterraron. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
¿Por qué causa o proyecto ‘perdemos la cabeza’? En el lenguaje cotidiano
existe la expresión ‘perder la cabeza’, sinónimo de realizar una gran locura o
de actuar de una forma poco comprensible. Juan es decapitado en prisión por una
locura de su gobernante Herodes, pero el Bautista no llega allí por accidente,
sino como consecuencia de su testimonio. Marcos nos narra que Juan es arrestado
al comienzo de la misión de Jesús (Mc 1,14) y los otros evangelios nos dicen
que su constante denuncia de las perversiones de los gobernantes provoca pronto
una fuerte represión contra él. Durante su prisión, Juan no cesa de exhortar al
rey a observar el camino que la Ley de Moisés exige al gobernante de Israel. En
esto sigue el camino de muchos profetas bíblicos, aunque sin caer nunca en el
servilismo, ya que es consciente de que hace el llamado a un hermano de su
propio pueblo.
Nosotros ahora debemos preguntarnos, ¿qué nos hace perder la cabeza?
¿Serán las locuras del consumismo, de la violencia, del fanatismo religioso,
del poder, del tener? O, atendiendo al llamado de Jesús, ¿estamos dispuestos a
‘perder la cabeza’ por Él y su evangelio? (Mc 8,34-38).
ORACIÓN
Bendito Señor, que a pesar de los momentos de equivocación en los que
hayamos tenido que pasar en el camino, que en nuestro corazón siempre esté el
deseo de cumplir tu voluntad y permanecer en una vida recta, llena de tu
amor y sabiduría. Necesitamos ser luz en medio de esa oscuridad que se
aprovecha del poder para alcanzar sus propios intereses. Oramos, damos gracias y bendecimos la vida de Adriana González en su cumpleaños. Amén
“Cuídate de privarte de las verdaderas riquezas de la vida persiguiendo sólo las materiales”
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