“LLAMADO A LA ORACIÓN”
SANTIAGO 5,13-20
Queridos hermanos: ¿Sufre alguno de vosotros? Ore. ¿Está alegre alguno? Cante cánticos. ¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, y que oren sobre él, después de ungirlo con óleo, en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo curará, y, si ha cometido pecado, lo perdonará. Así, pues, confesaos los pecados unos a otros, y rezad unos por otros, para que os curéis.
Mucho puede hacer la oración intensa del justo. Elías, que era un hombre
de la misma condición que nosotros, oró fervorosamente para que no lloviese; y
no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses. Luego volvió a orar,
y el cielo derramó lluvia y la tierra produjo sus frutos.
Hermanos míos, si alguno de vosotros se desvía de la verdad y otro lo
encamina, sabed que uno que convierte al pecador de su extravío se salvará de
la muerte y sepultará un sinfín de pecados. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
La expresión que más se repite en la primera lectura de hoy es:
"¡Oren!" Estamos ante un texto que nos invita a orar, un texto que
toma en serio el lugar de la oración en nuestra vida diaria, es decir, allí
donde suceden las enfermedades, las alegrías, los tristezas, los problemas, las
curaciones.
Tomar en serio la oración no es un asunto de gustos. No se trata de si
eres una persona que le "gusta" orar, más o menos como uno suele
pensar de la gente que es devota. Nosotros oramos porque nuestra vida llega a
múltiples circunstancias en que la única puerta abierta es la que mira al
cielo. Un cristiano es alguien que sabe dos cosas: que su vida es incompleta y
que sólo puede completarse en Dios.
Pero el cristiano no está solo. Él no se predicó a sí mismo para
convertirse a sí mismo. Por eso sabe que su fe ha brotado de la fe de otros.
Sabe que su fe y su oración son un árbol de vida que hunde sus ramas en los que
han llegado antes a la vida que no muere. Es por eso que nuestra fe, nuestra
esperanza es un don que viene de la comunidad creyente.
SALMO RESPONSORIAL: 140
R./ Suba mi oración como incienso en tu presencia, Señor.
Señor, te estoy llamando, ven deprisa,
escucha mi voz cuando te llamo.
Suba mi oración como incienso en tu presencia,
el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde. R.
Coloca, Señor, una guardia en mi boca,
un centinela a la puerta de mis labios.
Señor, mis ojos están vueltos a ti,
en ti me refugio, no me dejes indefenso. R.
OREMOS CON EL SALMO
Ante la victoria temporal de los malos, el justo puede sentir la
tentación de unirse a ellos. El salmista pide a Dios lo libre de ceder e
implora protección. Esa tentación sigue siendo actual. Necesitamos una fe y una
confianza en Dios muy sinceras.
LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 10,13-16
“El que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él”
En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: "Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él." Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El encuentro de Jesús con unos niños genera entre los discípulos
desaprobación y rechazo. Y en Jesús, desencadena un gran enojo porque de los
pequeños es el Reino de los cielos. Los discípulos no entienden que para ser un
buen discípulo hay que despojarse de la arrogancia y del afán de dominio que
tienta nuestro corazón. Jesús deja claro que el Reino de Dios es para todos y
todas, y que los más pequeños y excluidos de la sociedad tendrán un lugar
especial. Jesús corrige las normas rituales de la época, según la cual, los
niños y sus madres eran casi siempre considerados impuros. Por tanto el tocar a
los niños colocaba a Jesús en situación de impureza legal. Jesús invierte esta
ley, “el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”.
Hacerse niños significa asumir la gratuidad, del mismo modo que un niño acepta
el amor gratuito de sus padres. También los padres aceptan a sus hijos como un
don gratuito y generoso de Dios. Significa hacerse pequeño, confiar y
entregarse al Padre sin ningún tipo de ambición o codicia. ¿Hacemos lo
suficiente para garantizar la vida en plenitud de nuestra niñez?
ORACIÓN
Bendito Dios, al sentirnos amados por ti, confiamos en tu compañía y protección. Por eso te buscamos a través de la oración y la Palabra, con la seguridad que según tu visión, nos darás la respuesta acertada a nuestras dificultades y necesidades. Gracias Señor, por hacerte Padre y Madre, que nos engendra, cuida, enseña y nos ayudas a crecer en Ti. Oramos, damos gracias y bendecimos a Enrique Fonseca en su cumpleaños. Amén
“Oremos por nosotros mismos y por los demás, revistiendo nuestro amor de fortaleza para llevar el bien recibido a nuestros hermanos”
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Mensaje o Intercesión por: