martes, 1 de febrero de 2022

Martes 01 de Febrero de 2022

 

“ACERCATE AL SEÑOR, ESCUCHA SU VOZ Y LEVÁNTATE”

 

PRIMERA LECTURA

2 SAMUEL 18,9-10.14b.24-25a.30-19,3

 

“El impredecible corazón de David”

 

En aquellos días, Absalón fue a dar en un destacamento de David. Iba montado en un mulo, y, al meterse el mulo bajo el ramaje de una encina copuda, se le enganchó a Absalón la cabeza en la encina y quedó colgando entre el cielo y la tierra, mientras el mulo que cabalgaba se le escapó. Lo vio uno y avisó a Joab: "¡Acabo de ver a Absalón colgado de una encina!" Agarró Joab tres venablos y se los clavó en el corazón a Absalón.

David estaba sentado entre las dos puertas. El centinela subió al mirador, encima de la puerta, sobre la muralla, levantó la vista y miró: un hombre venía corriendo solo. El centinela gritó y avisó al rey. El rey dijo: "Retírate y espera ahí." Se retiró y esperó allí. Y en aquel momento llegó el etíope y dijo: "¡Albricias, majestad! ¡El Señor te ha hecho hoy justicia de los que se habían rebelado contra ti!" El rey le preguntó: "¿Está bien mi hijo Absalón?" Respondió el etíope: "¡Acaben como él los enemigos de vuestra majestad y cuantos se rebelen contra ti!" Entonces el rey se estremeció, subió al mirador de encima de la puerta y se echó a llorar, diciendo mientras subía: "¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón! ¡Ojalá hubiera muerto yo en vez de ti, Absalón, hijo mío, hijo mío!"

 

A Joab le avisaron: "El rey está llorando y lamentándose por Absalón." Así la victoria de aquel día fue duelo para el ejército, porque los soldados oyeron decir que el rey estaba afligido a causa de su hijo. Y el ejército entró aquel día en la ciudad a escondidas, como se esconden los soldados abochornados cuando han huido del combate. Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN
Si uno recorre la historia de David encuentra que muchas veces sus decisiones o reacciones causan absoluta sorpresa a los demás. Su corazón siempre nos sorprende. Por ejemplo, cuando Saúl perseguía a muerte a David, y se dieron las circunstancias para que éste se deshiciera de su gratuito perseguidor, lo que David decidió fue no atacar al rey, así ese rey fuera su peor e injusto enemigo, que trataba por todos los medios de matarlo. Aún más extrañamente: cuando Saúl mismo murió, junto con su hijo Jonatán, que era muy amigo de David, éste lamentó de corazón la muerte no sólo de su amigo sino la del rey. El dolor de David tenía un motivo preciso: había sido asesinado el ungido del Señor, Saúl .

 

En la lectura de hoy encontramos un caso semejante. Esta vez, el enemigo de turno es uno de la propia casa: es Absalón, hijo de David, que codicia el trono y quiere pronto tener todo el poder. Las cosas han llegado a un punto en que es guerra abierta. Tal es el contexto en que llega la noticia de que Absalón ha sido abatido, y todo esperan que el rey se alegre, pero muy al contrario, estalla en llanto y duelo. David es un hombre que, a pesar de sus fallas, y debilidades, se mueve en un plano distinto. Su alma no se sacia fácilmente con las cosas de esta tierra, y aunque puede desearlas, en realidad su corazón no está apegado al poder, ni al dinero, y ni siquiera al placer. Lo que le hace feliz es la obra de Dios, su unción, su reinado, la hermosura de su casa, el esplendor de sus victorias. El corazón de David, es diferente, el corazón de David realmente ama a Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL: 85

R: Inclina tu oído, Señor, escúchame.

 

Inclina tu oído, Señor, escúchame,

que soy un pobre desamparado;

protege mi vida, que soy un fiel tuyo;

salva a tu siervo, que confía en ti. R.

 

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,

que a ti te estoy llamando todo el día;

alegra el alma de tu siervo,

pues levanto mi alma hacia ti. R.

 

Porque tú, Señor, eres bueno y clemente,

rico en misericordia con los que te invocan.

Señor, escucha mi oración,

atiende a la voz de mi súplica. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

Esta lamentación y súplica, expresada en términos bastante generales, permite que se aplique a diversas circunstancias. El salmista quiere seguir siempre el camino trazado por Dios. También nosotros tenemos muchas ocasiones de acudir a Dios en busca de su ayuda y pedirle que nos enseñe el camino, él camino trazado por el mismo Jesús, quien  nos invita a tomar nuestra propia cruz y seguirlo. 

 

 

LECTURA DEL EVANGELIO

MARCOS 5, 21-43

 

“Contigo hablo, niña, levántate”

 

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: "Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva." Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba.

Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacia doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando: "¿Quién me ha tocado el manto?" Los discípulos le contestaron: "Ves como te apretuja la gente y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"" Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. Él le dijo: "Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud."

Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: "Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?" Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: "No temas; basta que tengas fe." No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: "¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida." Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: "Talitha qumi" (que significa: "Contigo hablo, niña, levántate"). La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

 

“Inclina tu oído, Señor; escúchame». Es la súplica que encontramos como respuesta a la proclamación del salmo que leemos hoy, y una de las más profundas que el ser humano dirige todos los días a su Creador. Sin embargo, hemos de reconocer que la respuesta de Dios no siempre es la que esperábamos; incluso, pareciera en ocasiones que la respuesta es “el silencio de Dios”, que alarga nuestra espera frente al sufrimiento. Ante ello tenemos dos posibles actitudes: continuar con la fe, como la del jefe de la sinagoga angustiado por su hija que agonizaba, o más aún, como la de la mujer hemorroísa que dice: «con sólo tocar su manto, quedaré sana»; o distanciarnos de Aquel que –ante lo inevitable de la vida y respetando nuestro libre albedrío– se hace presente de maneras inimaginables. Una invitación a fortalecer una fe madura, no mágica ni instantánea, de quien sabe que del dolor Dios puede hacer surgir vida nueva. No dejemos de descargarnos a manera de súplica frente a Dios. Escuchemos cuando nos dice: ¡Levántate! 

ORACIÓN.

Nos llamas, amado Padre, a quienes creemos en tu Hijo a combatir toda muerte humana, incluso la de los peores enemigos, pues nos haces responsables de la custodia y protección de la vida.  Ayúdanos a rechazar toda acción o precepto que se pronuncie en contra de la vida  y a favor de la muerte en sus múltiples manifestaciones. Ayúdanos también a que muchos de los sueños que hemos dejado morir, hoy te demos permiso para que con tu fuerza  hoy los “levantes”. Oramos, damos gracias y bendecimos la vida de Emiliana Córdoba en su cumpleaños. Amén.

“Jesús siempre tiene algo que hacer, Él nos invita a mirar más allá de las limitaciones humanas, a descubrir el horizonte nuevo que abre la fe”

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