sábado, 1 de agosto de 2020

AGOSTO 2020

“¿SEÑOR, NO TE IMPORTA LO QUE ESTAMOS VIVIENDO?”

La realidad y momento que vivían los discípulos de Jesús que vemos en Marcos capítulo 4 y Mateo capítulo 8, nos revela la crisis de fe en la que muchos cuestionan la presencia y autoridad de Dios hoy en día. El cuadro comienza con un desafío de lo más cotidiano para aquellos hombres, simplemente para subir a su embarcación y pasar al otro lado; es decir a la gran y eterna promesa del Señor que es siempre: “pasarnos a la otra orilla”. El texto nos relata que subieron pues, avanzaron, remaron, y todo hasta allí estaba tan tranquilo que hasta le quedó tiempo a Jesús para un descansito (se durmió). Pero, quizás esas nubes negras que empiezan a aparecer en el horizonte, no eran como las que los despidieron al partir en la otra orilla; eran negras, grandes y amenazantes. Todavía estaban ellos remando cuando las primeras gotas frías mojaron sus caras. Faltaba todavía mucho para llegar a la otra orilla, como el Maestro les había prometido. Ellos sabían muy bien que quien estaba descansando y dormía plácidamente en la barca ( La barca significa la vida, familia, comunidad, nación), era el mismo Hijo de Dios y su confianza estaba puesta en Él y en la orden que Él les dio. Pero ellos pensaban que esa orden se iba a manifestar en medio de un plácido y tranquilo viaje, sin dificultades de ningún tipo, y no en una difícil y peligrosa tormenta en las dimensiones que ya estaba tomando. Más gotas, más viento, olas embravecidas cada vez más grandes, por lo que su fe entra en crisis: ¡Señor por favor despierta¡. ¿No te importa que perezcamos (Marcos 4,38).
Quedémonos para interiorizar con esta pregunta tan común hecha a Dios: ¿Señor no te importamos? Las variantes son interminables: ¿No te importa que la gente muera en esta pandemia tan horrible? ¿No te importan las guerras que hay entre las naciones? ¿No te importa la violencia contra las mujeres y contra los niños? ¿No te importa tanta injusticia social, corrupción y personas débiles muriendo de hambre física? ¿No te importa que la familia creada por ti se esté destruyendo y que parezcan falsos rostros de nuevas familias? ¿No te importa el desempleo, la perdida de la fe, de los valores de tantas personas? Y ¿qué haces tú, Dios? Pero algunos ya saben la respuesta: No nos ves y permaneces dormido. Pero, esa no es la verdad para un creyente, Dios siempre ve, está atento al sufrimiento y dolor de su pueblo; pero también es cierto que Él nunca ha prometido un viaje tranquilo y sereno,  sin dificultades; Él siempre estará a nuestro lado, aunque parezca dormido. Solo aquellos(as) que aprenden en comunión o amistad, que aún el dulce sueño del Señor es más seguro que todos los ojos abiertos del mundo, desafían las tormentas y quizás junto con San Pablo preguntan: ¿Quién nos podrá separar del amor de Dios? Confiemos que, en estos días difíciles, Él va a cumplir su promesa cuando nos dijo que “pasaremos a la otra orilla”, tan cierto que llegaremos allí sanos y salvos
Para nosotros el hoy de esta realidad adversa que quizás estamos viviendo es una gran oportunidad para acercarnos y volver al Señor (conversión) para mostrar nuestra fe, confianza y esperanza en Él. Por muy dura que parezca la situación presente confiemos en que El dirá de nuevo: “¿Por qué temen, mujeres y hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y todo se calmó” (Mateo 8,26). No es una acción mágica que haga de un momento a otro desaparecer todas las dificultades, pero si un signo poderoso que mostrara que no hay nada ni nadie por encima de su poder. Por eso, hoy acudimos de nuevo a su presencia, a clamarle en oración que nos ayude, que calme esa tormenta existencial que estamos viviendo, que pronuncie de nuevo esa orden que todos obedecen y que podamos sentir la paz y la calma de su “estar presente” dentro de nosotros y en medio de nosotros. Sigamos confiando con la certeza que no nos va a dejar defraudados, porque Él es amor y nunca falla. Que aparte de esta pandemia, el calme cualquier tempestad que esté amenazando tu vida, tu salud, familia, economía, relación, trabajo etc.
“AÚN EL DULCE SUEÑO DEL SEÑOR ES MÁS SEGURO QUE TODOS LOS OJOS ABIERTOS DEL MUNDO”

Roberto Zamudio

PROMESA BÍBLICA DEL MES
“No temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudare; te sostendré con mi diestra victoriosa”
Isaías 41,10

ORACIÓN DEL DÍA
En estas mañanas de Agosto, en medio de estos tiempos de incertidumbre y dificultad, venimos a  buscarte y queremos acercarnos más a ti, queremos darte muchas gracias por estar aquí, por no abandonarnos, porque sabemos  tú tienes el control a lo largo de la historia del mundo y lo único que necesitamos, para que las consecuencias del estar alejados de ti  no sean lo que en este mundo está viviendo; es una relación directa contigo, de 24 X 7 (veinticuatro horas del día los siete días a la semana), una búsqueda interior de cambio, el de contar siempre contigo, conocerte y vivirte a través de tu Palabra, orar continuamente, estar en comunidad y amar al prójimo. Tal vez este tipo de situaciones  Señor,  era algo tenía que suceder para que no siguiéramos, en ese desenfreno, destruyendo lo tan sagrado que tu creaste la VIDA, sino bajo un orden que produce amor, justicia y paz, no lo que hoy tenemos que ver y que produce injusticia, consumismo, egoísmo, contaminación, violencia…. en fin, muerte. Oh, Señor, si solo aprendiéramos a amarte y obedecerte todo sería distinto, lo demás vendría por añadidura. Claro que sabemos que  te importa lo que estamos viviendo, que no eres ajeno a nuestras realidades y que tú nunca duermes; ayúdanos a vivir confiadamente en Ti y  guía siempre nuestra barca. Amén

ORACIÓN DE LA NOCHE
Bendito Dios, hoy te damos gracias por todo lo que nos diste y por todo lo que nos darás. Gracias porque en medio de las circunstancias, de la marea en que andan nuestras barcas, nos sigues amando como un padre ama a sus hijos, y aunque, no lo merezcamos, tú sigues ahí con nosotros apoyándonos, cuidándonos, enseñándonos, proveyéndonos, fortaleciéndonos y consolándonos. Señor te pedimos, por favor por este mundo, por nuestra nación, nuestros gobernantes, nuestras comunidades, sus familias y amigos, que esta situación sea para que todas las personas te conozcan y realicen tu obra. Ayuda a los que aún sin tenerte en cuenta, te necesitan, están enfermos, afligidos de corazón, desanimados, metidos en sus casas, como en una cueva, en desolación y angustia, porque no saben llevar ante Ti sus cargas; dales tu amor misericordioso. A nosotros(as) gracias por seguir levantándonos y llevándonos a comprender que después de la tempestad viene la calma, pero que no nos podemos soltarnos de tu mano, ni perder la mirada hacia Ti, aun cuando la marea sea muy fuerte. Amén






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