domingo, 1 de julio de 2018

Martes 24 de Julio de 2018


“SOMOS FAMILIA DEL DIOS FIEL Y MISERICORDIOSO”

PRIMERA LECTURA
Miqueas 7, 14-15. 18-20

“Arrojará a lo hondo del mar todos nuestros delitos”

Señor, pastorea a tu pueblo con el cayado, a las ovejas de tu heredad, a las que habitan apartadas en la maleza, Pastarán en Basán y Galaad, como en tiempos antiguos; como cuando saliste de Egipto y te mostraba mis prodigios. ¿Qué Dios como tú, que perdonas el pecado y absuelves la culpa al resto de tu heredad? No mantendrá por siempre la ira, pues se complace en la misericordia. Volverá a compadecerse y extinguirá nuestras culpas, arrojará a lo hondo del mar todos nuestros delitos. Serás fiel a Jacob, piadoso con Abrahán, como juraste a nuestros padres en tiempos remotos.  Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
La primera lectura de hoy nos ofrece en tono de súplica los dos grandes temas del Antiguo Testamento: la fidelidad y la misericordia. Son las dos notas características del Dios que se reveló a nuestros padres: es fiel y es compasivo. Porque es fiel, no rompe su alianza, sino que la cumple; porque es compasivo, permanece a favor de su pueblo, aunque el pueblo mismo no haya sido fiel. Es decir: es fiel pero sabe comprender, acoger y restaurar a los que no lo son. Miqueas ruega a Dios apoyándose en esos dos fundamentos, que sabe que son firmes e inconmovibles. Por eso presenta al pueblo como ovejas descarriadas, y en ese sentido culpables, pero que ahora sufren. La culpa se vuelve daño. El culpable, que por serlo merece castigo, en parte ha recibido ya ese castigo en el daño que se ha causado y se sigue causando. Por eso la intercesión de Miqueas casi se limita a presentar el estado lamentable de los culpables, para apelar de este modo a la piedad de Dios. En esto hay una enseñanza para nosotros. A veces concentramos nuestro aborrecimiento en los que obran mal sin tener en cuenta el daño que ellos mismo padecen. Este hecho nos hace amigos de la justicia pero distantes de la misericordia, con lo cual, en últimas, estamos apartándonos del modo de obrar de Dios.
SALMO RESPONSORIAL: 84
R. / Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira. R.

Restáuranos, Dios salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad? R.

¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación. R.

OREMOS CON EL SALMO
La experiencia del poder salvador de Dios en la historia de Israel, permite al salmista pedir a Dios que continúe y lleve a término esa acción salvadora. Su acción garantiza al pueblo la paz y la libertad. Esa experiencia se hace plena en el acto salvador por excelencia realizado por Dios en la muerte y resurrección de Jesús. La Justicia liberadora de Dios ofrece la paz a toda la humanidad.

LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 12, 46-50

“Señalando con la mano a los discípulos, dijo: "Éstos son mi madre y mis hermanos"

En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablan con él. Uno se lo avisó: Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo." Pero él contestó al que le avisaba: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?"
Y, señalando con la mano a los discípulos, dijo: Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre."  Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
En esta escena del evangelio emerge el tema de la nueva familia del Reino. Desde luego, se ha leído que de un lado se encuentra la multitud que escucha la Palabra de Dios y, del otro, los parientes de Jesús. En este contraste, se puede reconocer los nuevos vínculos de la comunidad del Reino que van más allá de los lazos familiares. De hecho, Jesús asegura que su nueva familia se constituye a partir del cumplimiento de la voluntad de Dios. Así, esta gran familia de hermanos y hermanas en la Palabra son ya un signo de la presencia del Reino de Dios en la historia, en la Iglesia. Esta condición de familia de Dios no excluye, y al contrario acoge, abre sus puertas y no discrimina. Para formar parte de la familia del Reino sólo es necesario una sola cosa: seguir al Maestro, y esto significa, ser sus discípulos, cumplir su Palabra, y para eso, no hay necesidad de distinción de raza, sexo y cultura. Ahora bien, ¿Estoy convencido y alegre de ser parte de esta gran familia? 

ORACIÓN
Gracias Señor porque nos consideras parte de tu familia y nos enseñas a hacer la voluntad del Padre como lo hacían los antepasados de tu pueblo. También porque nos has regalado una familia en el Espíritu, que camina en tu proyecto. Te pedimos que si aún nuestra familia paterna no ha entrado a formar parte del caminar contigo, por favor toques sus corazones para que se vuelvan a ti. Amén


“Cuando nacemos de nuevo, a la familia espiritual, la sostiene y la une, el amor a Dios y al prójimo”

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