“LA
UNIDAD: EL PROYECTO DEL PADRE”
PRIMERA LECTURA
ISAÍAS 56,1-3a.6-8
“A mi casa la llamarán casa de oración todos los pueblos”
Así dice el
Señor: "Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está
para llegar, y se va a revelar mi victoria. Dichoso el hombre que obra así,
dichoso el mortal que persevera en ello, que guarda el sábado sin profanarlo y
guarda su mano de obrar el mal. No diga el extranjero que se ha dado al Señor:
"El Señor me excluirá de su pueblo." A los extranjeros que se han dado
al Señor, para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores,
que guardan el sábado sin profanarlo y perseveran en mi alianza, los traeré a
mi monte santo, los alegraré en mi casa de oración, aceptaré sobre mi altar sus
holocaustos y sacrificios; porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán
todos los pueblos." Oráculo del Señor, que reúne a los dispersos de
Israel, y reunirá otros a los ya reunidos. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
La sociedad
descrita en la mayor parte de la Biblia no corresponde a lo que el mundo
debería ser sino a lo que simplemente es, con toda su dureza, sus injusticias y
sus exclusiones. A primera vista esto puede desanimar porque uno puede pensar
que un libro tan espiritual nos debería contar historias más agradables. Pero
lo agradable no está en que los relatos sean hermosos sino en que sean capaces
de traer esa hermosura a nosotros.
Estas
reflexiones vienen a buen tiempo dada la lectura de hoy. Siempre ha sido fácil
maltratar al inmigrante, al extranjero, porque no tiene quien salga en su
defensa. Pero a ellos, a los extranjeros, habla Isaías hoy para mostrar que la
vida tiene muchas dimensiones, como diríamos nosotros, y que por tanto la fidelidad y
el amor a Dios tienen sentido también para ellos, y nos abren a esas dimensiones que
ni siquiera sabemos que están en nosotros. Dios, nuestro Dios, es el
"Dador de Vida," como profesamos del Espíritu Santo en nuestras
oraciones, y el que da la vida le da también su sentido. La vida que Dios da no
es un recipiente vacío, un eco frío de nuestros puros deseos o pensamientos: la
vida que él trae en este adviento, y siempre, es una participación de su propia
riqueza interior. Todo lo que no cabe en nuestra mente, todo lo que nos haría
llorar de puro gozo, toda la belleza que ningún artista sabe, todo eso anuncia
y trae Dios al corazón que de veras cree y es fiel a él.
SALMO RESPONSORIAL: 66
R. / Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los
pueblos te alaben.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R.
OREMOS CON EL SALMO
Este salmo es una acción de gracias por la cosecha que ha
sido abundante y, al mismo tiempo, una plegaria pidiendo a Dios que continúe
mostrando su bondad por medio de nuevos beneficios. Además, tiene una fuerte
resonancia universal, se refiere a la alabanza divina como a los beneficios de
Dios, no piensa únicamente en su pueblo, sino también en las otras naciones:
Que todos los pueblos te alaben, que todos los pueblos conozcan tu salvación.
LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 5,33-36
“Juan es la lámpara que arde y brilla”
En aquel
tiempo, dijo Jesús a los judíos: "Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y
él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un
hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que
ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz. Pero el
testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha
concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me
ha enviado."
REFLEXIÓN
Jesús
recuerda a sus discípulos que Juan, al ser interrogado por los enviados de
Jerusalén, afirmó categóricamente que no era el Mesías ni Elías. Su misión no
era otra que preparar el camino del Señor y dar testimonio de la verdad. Juan
no es la luz, pero si una lámpara que arde y alumbra, que para este tiempo de
adviento, nos muestra a Jesús, verdadera luz, que ilumina el camino de la
humanidad hacia el sueño de la paz y la justicia. Juan no es la Palabra pero si
una voz que grita en el desierto: “conviértanse, que está cerca el reino de los
cielos”. Juan es presentado por Jesús como el verdadero modelo de profeta y de
discípulo para quienes pretenden ser sus testigos. Así como Juan dio testimonio
de Jesús, ahora Jesús, con su Palabra y sus obras, da testimonio del Padre, por
esto su testimonio es mayor y definitivo. A ejemplo del Bautista, ¿somos con
nuestra vida lámparas que dan luz, para que todos los que nos rodean puedan ver
a Jesús y asumir el compromiso de vida que esto comporta? o ¿somos como fuegos
artificiales, que deslumbran y después de un instante desaparecen?
ORACIÓN
Señor Jesús,
que al iniciar hoy la novena de preparación a tu venida, podamos experimentar
tu amor misericordioso que nos purifica, y nos empuja a buscar caminos de
reconciliación con los demás. Danos la capacidad y decisión de trabajar por la
unidad, la justicia y la equidad, mediante esta jornada de oración que hoy
iniciamos y las obras que tu nos permites realizar. Amén
“Que donde nos encontremos,
trabajemos por la unidad, la justicia y la equidad”
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