jueves, 1 de diciembre de 2016

Domingo 04 de Diciembre de 2016


II  Domingo de Adviento

“ES EL TIEMPO DE VOLVER AL SEÑOR”

En este segundo domingo de Adviento estas dos palabras resuenan: justicia y paz. La justicia es el reclamo de Juan Bautista en el evangelio y es la virtud primera del Mesías anunciado por el profeta en la primera lectura. La justicia por fuerza habrá de entrar en conflicto con los que se lucran de la injusticia, pero como fruto de la justicia viene la paz. También la segunda lectura nos habla de paz, en una clave que tiene particular belleza: la armonía.
PRIMERA LECTURA
ISAÍAS 11,1-10

“Sobre Él se posará el Espíritu del Señor”

Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre Él se posará el  Espíritu del Señor: espíritu de prudencia y sabiduría, espíritu de consejo y valentía, espíritu de ciencia y temor del Señor. Le inspirará el temor del Señor. No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados. Herirá al violento con la vara de su boca, y al malvado con el aliento de sus labios. La justicia será cinturón de sus lomos, y la lealtad, cinturón de sus caderas. Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastorea. La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará en la hura del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. No harán daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país de ciencia del Señor, como las aguas colman el mar. Aquel día, la raíz de Jesé se erguirá como enseña de los pueblos: la buscarán los gentiles, y será gloriosa su morada.  Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
Isaías nos describe un cuadro paradisíaco, de paz completa, más allá de todo sueño. La causa última de esa paz no es ningún pacto entre superpotencias ni tampoco la llegada de un gobierno mundial excepcional. Hay paz porque el país está lleno del conocimiento del Señor. Donde todos conocen a Dios y todos lo reconocen, allí hay paz.  El Mesías será aquel que instaure esta paz maravillosa. Tendrá la verdad y la justicia como distintivos de su reino y se ocupará especialmente de los pequeños y desvalidos.  Tal es entonces el programa que han de seguir nuestros gobernantes si de veras aman la nación: que Dios sea reconocido, que abunde la verdad, se respete la justicia y haya especial cuidado de los pobres. Todo un programa para este tiempo de Adviento.

SALMO RESPONSORIAL: 71
R. / Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R.

Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol:
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R.

OREMOS CON EL SALMO
Oración por el Rey de Israel, en la que se idealiza proféticamente su figura como gobernante que implanta la justicia y la paz. El éxito del Rey asegura la prosperidad para todo el pueblo.
Ya en el judaísmo este salmo fue interpretado mesiánicamente y lo mismo ha hecho la liturgia cristiana. Cristo es el verdadero rey que establece la justicia y la paz, su Reino es universal.

SEGUNDA LECTURA
ROMANOS 15,4-9

“Cristo salva a todos los hombres”
Hermanos: Todas las antiguas Escrituras se escribieron para enseñanza nuestra, de modo que entre nuestra paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza. Que Dios, fuente de toda paciencia y consuelo, os conceda estar de acuerdo entre vosotros, según Jesucristo, para que unánimes, a una voz, alabéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.En una palabra, acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios. Quiero decir con esto que Cristo se hizo servidor de los judíos para probar la fidelidad de Dios, cumpliendo las promesas hechas a los patriarcas; y, por otra parte, acoge a los gentiles para que alaben a Dios por su misericordia. Así dice la Escritura: "Te alabaré en medio de los gentiles y cantaré a tu nombre." Palabra del Señor. 
REFLEXIÓN
Ya seguramente hemos notado que el Adviento está escrito con caracteres de futuro. La palabra misma mira hacia el porvenir, lo que está por llegar. Y quien habla de futuro habla de esperanza, pero ¿cómo alimentar la esperanza? Ese es el tema que leemos hoy en esta segunda lectura. La esperanza se alimenta del testimonio y de la paciencia. El testimonio es el que dan las Escrituras que nos muestran por cuántos caminos diversos ayuda Dios a los suyos. La paciencia es aquí la capacidad de declararnos más fuertes que el presente adverso: cada día que resistes es un día en que has vencido.
Un pueblo con esperanza es un pueblo en armonía. La esperanza nos da armonía porque nos une en la certeza de que sólo aquel que ha de venir puede hacer justicia a nuestra causa y dar a cada quien lo suyo. La armonía nos da esperanza porque unidos en un corazón la plegaria se hace fuerte y la alabanza crece y se fortalece.

LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 3,1-12

“Convertíos, porque está acerca el reino de los cielos”
Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: "Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos." Éste es el que anunció el profeta Isaías diciendo: "Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos." Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán. Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo: "¡Camada de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: "Abrahán es nuestro padre", pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga." Palabra del Señor. 
REFLEXIÓN
El evangelio de hoy, es un llamado ardiente al arrepentimiento. Juan predica con voz incendiada reclamando conversión. Su mensaje no cayó completamente en el vacío pues los que lo oían "confesaban sus pecados y él los bautizaba en el río." No todos, sin embargo, iban con intención de escuchar al profeta o de buscar la voluntad de Dios. Había también curiosos, fisgones y espías. El texto nos describe el lenguaje agrio que el profeta del desierto tiene para esta clase de gente, que nunca llega a las obras de conversión. Los trata de víboras y les anuncia severos castigos en el fuego que no muere.
Tenemos que entender la seriedad del momento que vivimos. Optar por Dios o rechazarle es la única decisión que marcará toda nuestra eternidad. Y no cabe ser solo espectadores: el que no acepta de corazón su lugar como amigo del Señor se está declarando su enemigo. Por lo demás, aquí hay varias clases de fuego implicadas: el fuego de la predicación profética y el fuego del dolor que nace en nosotros cuando reconocemos que hemos dado la espalda a Dios. Pero estos dos fuegos quedarían en nada sin el tercer y definitivo fuego maravilloso, anunciado por el Bautista: el que viene del Espíritu Santo. Tal será el sello propio del ministerio del Mesías prometido.

ORACIÓN
Gracias Señor de la vida, porque te revelas a los sencillos y humildes. Haz que seamos dóciles a tu voz, abramos nuestros ojos, nuestros oídos y nuestro corazón a tu Palabra, a tú  proyecto liberador, de manera que con nuestro trabajo, ayudemos a que  tu creación se vaya restaurando y nuestros pueblos vivan en armonía y esperanza. Amén

“Llevemos fe y esperanza a los que todavía no conocen a Dios”


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