jueves, 1 de diciembre de 2016

Lunes 05 de Diciembre de 2016


“NUESTRO DIOS VIENE Y NOS LIBERARÁ”

PRIMERA LECTURA
ISAÍAS 35,1-10

“Dios viene en persona y os salvará”
El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrarán el páramo y la estepa, florecerá como flor de narciso, se alegrará con gozo y alegría. Tiene la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y del Sarón. Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios. Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, decid a los cobardes de corazón: "Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite; viene en persona, resarcirá y os salvará." Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará. Porque han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa; el páramo será un estanque, lo reseco, un manantial. En el cubil donde se tumbaban los chacales brotarán cañas y juncos. Lo cruzará una calzada que llamarán Vía Sacra: no pasará por ella el impuro y los inexpertos no se extraviarán. No habrá por allí leones, ni se acercarán las bestias feroces; sino que caminarán los redimidos y volverán por ella los rescatados del Señor. Vendrán a Sión con cánticos: en cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos, gozo y alegría. Pena y aflicción se alejarán. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
He aquí que Dios en persona viene y rescata a su pueblo. La noticia no puede ser mayor en su contenido y en su carga de esperanza. Vamos a ver la gloria de Dios, vamos a presenciar su formidable poder y a ver en acción su justicia. Para los judíos este texto significaba algo muy concreto: el tiempo del destierro acabará, y las tierras áridas del camino que nos llevó a Babilonia ahora tendrán que presenciar la hermosa caravana de los rescatados. La "gloria de Dios" no era otra cosa que ese noble espectáculo en que brillaba con la elocuencia de los hechos quién era y es el Dios verdadero.
De allí podemos tomar enseñanza nosotros. Nosotros somos la gloria de Dios; nosotros somos la expresión visible de su poder; nosotros somos la señal de su compasión y de la hondura de su ciencia. Nuestra existencia redimida es un canto al que nos redimió, y por donde vayan nuestros pasos resonará el ritmo del corazón que nos amó hasta el extremo.

SALMO RESPONSORIAL: 84
 R./Nuestro Señor viene y nos salvará.

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
"Dios anuncia la paz
a su pueblo y sus amigos."
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R.

El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R.

OREMOS CON EL SALMO
Este salmo refleja que la experiencia del poder salvador de Dios en la historia de Israel, permite al salmista pedir a Dios que continúe y lleve a término esa acción salvadora, que  garantiza al pueblo la paz y la libertad. Esa experiencia se planifica en el acto salvador por excelencia realizado por Dios en la muerte y resurrección de Jesús. La justicia liberadora de Dios ofrece la paz a toda la humanidad.    
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 5,17-26

“Hoy hemos visto cosas admirables”
Un día estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor lo impulsaba a curar. Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y trataban de introducirlo para colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo, a causa del gentío, subieron a la azotea y, separando las losetas, lo descolgaron con la camilla hasta el centro, delante de Jesús. Él, viendo la fe que tenían, dijo: "Hombre, tus pecados están perdonados." Los escribas y los fariseos se pusieron a pensar: "¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados más que Dios?" Pero Jesús, leyendo sus pensamientos, les replicó: "¿Qué pensáis en vuestro interior? ¿Qué es más fácil: decir "tus pecados quedan perdonados", o decir "levántate y anda"? Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados -dijo al paralítico-: A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa." Él, levantándose al punto, a la vista de ellos, tomó la camilla donde estaba tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios. Todos quedaron asombrados, y daban gloria a Dios, diciendo llenos de temor: "Hoy hemos visto cosas admirables." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El hombre paralítico guarda silencio durante todo el evangelio. Por experiencia sabe que no cuenta con la comprensión de los fariseos y doctores de la ley. Está a merced de la solidaridad de sus amigos y del amor misericordioso de Jesús. Al llegar donde Jesús, gracias a la solidaridad que rompe montañas y techos, el enfermo, sus amigos y nosotros como lectores, esperaríamos que Jesús lo sanara. Tanto esfuerzo lo merece. Sin embargo, para Jesús la sanación es integral. Lo primero es sanar el espíritu del enfermo. Es necesario que tome conciencia de que los pecados personales y sociales son los que tienen al mundo en estado de parálisis física, mental y espiritual. Solo después de sanar el espíritu Jesús sana las piernas y devuelve la vida al paralítico. Sin una sanación espiritual que cambie la conciencia de las personas, la sanación física será superficial y temporal. No tendremos las armas adecuadas para vencer las tentaciones, y entonces, la parálisis y la camilla volverán a aparecer en nuestra vida. Los fariseos, los doctores de la ley y la mayoría de nosotros preferimos el afán de las cosas, poniendo en un plano secundario el tiempo para trabajar la conciencia y alimentar el espíritu. Un ser humano sin conciencia es un esclavo. Un mundo sin conciencia es una blasfemia.

ORACIÓN
Señor Jesús, necesitamos verdaderamente un cambio interior, queremos ser distintos, queremos renovarnos. Ayúdanos a transformarnos de dentro para afuera por la gracia de tu Espíritu Santo, concédenos la gracia de tener un corazón misericordioso, sensible al dolor y a las necesidades ajenas, siempre por la acción de tu Santo Espíritu. Amén.


“Como seguidores de Jesús, nuestras acciones deben ser siempre inspiradas por el Espíritu del Señor”

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