martes, 1 de noviembre de 2016

ONCEAVO FRUTO DE LA MISERICORDIA: LA PACIENCIA

Se entiende, la Paciencia, como una capacidad de aguante; sobre todo en medio de las dificultades, las pruebas y los problemas. Si no me exaspero, conservo la calma y la serenidad entonces podemos hablar de paciencia. En el mundo bíblico la paciencia es muy a menudo relacionada con la tolerancia que se debe tener con el prójimo, Pablo le dice a la comunidad de Roma: “Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, y perseveren en la oración” Romanos 12,12. La paciencia se debe convertir en resistencia, y la resistencia en esperanza. Es como un trípode muy interesante, paciencia, resistencia y esperanza.
Ahora bien, muchos psicólogos y psiquiatras hablando de la paciencia como un valor humano, que para nosotros los creyentes es una virtud divina, dicen ellos o mejor relacionan la paciencia con el temperamento. Como se ha dicho y varias veces lo hemos conversado con muchos de ustedes hay que aprender a diferenciar entre temperamento y carácter. El temperamento es la manera de ser que viene incorporada en los cromosomas humanos cuando se trata de algo hereditario. ¿No lo hemos oído muchas veces? “Este muchacho tiene el mismo temperamento del papá”. El carácter, por otra parte es el temperamento bien o mal formado, que se va adquiriendo, desarrollando y madurando en el proceso de la vida. Hecha esta precisión, vamos a reflexionar un poco los temperamentos y la paciencia. Uno de los temas en los cuales la psicología y la teología están totalmente de acuerdo es que existen cuatro temperamentos en el ser humano: Sanguíneo, colérico, flemático y melancólico. Conviven, en cierto grado mezclas de unos con otros, pero siempre hay un temperamento predominante en cada persona. El sanguíneo es el que se caracteriza por ser muy emotivo, se mueve a partir de la emociones, el colérico es el temperamento del malgenio, de la ira, el flemático es el que es reflexivo, callado, tranquilo, y el melancólico es el nostálgico y el de la depresión. A propósito quisiera preguntarte y dejarte la tarea de que identifiques cuál es tu temperamento base y si tienes mezclas con otros temperamentos. Un secreto, pero que no se lo vayas a contar a nadie, aunque muchos de ustedes me conocen muy bien, en mi caso particular tengo una mezcla de dos temperamentos: Flemático y melancólico, tengo momentos en los que guardo mucho silencio, soy muy prudente, muy reflexivo, pero al mismo tiempo soy muy melancólico, sufro de tristeza y de depresión.
Ahora los invito en clave de aplicar la paciencia en estos cuatro temperamentos, a reflexionar en cuatro ejemplos de estos temperamentos:

- El sanguíneo Pedro: Para nadie es un secreto de lo emotivo que era este discípulo y apóstol de Jesús. Mateo 26,33-35.
- El flemático Santiago, que era otro discípulo de Jesús. Santiago 1,19.
- El melancólico Juan. Juan 11,31.
- El colérico Pablo. Gálatas 1,10. Gálatas 3,1.  

Todos los temperamentos por igual deben ser cobijados con el fruto de la paciencia; y ahora bien, la paciencia nos e adquiere a través del curso del control mental, ni a través de unas goticas de valeriana, ni esencias florales, ni técnicas de relajamiento, sino definitivamente es un don que viene de lo alto es decir, viene de Dios. Por lo tanto buscando y pidiendo ese don los diferentes temperamentos van a ser sometidos al dominio y dirección del Espíritu Santo, y a través de Él, el carácter va a ser moldeado y restaurado.

LA PACIENCIA EN LA TRINIDAD DIVINA

Trataremos ahora de examinar un poco, como las tres personas de la Santísima Trinidad derrochan paciencia divina con nosotros. Será un ejercicio sano de enorme bendición para nuestras vidas y comunidades.
1.      LA PACIENCIA DEL PADRE DIOS: Nehemías 9,30. Una conclusión directa, usted puede caer en manos de sus enemigos, que muy seguramente no van a tener paciencia con usted, pero es mejor caer en las manos de Dios, que es PACIENTE. Pero esto no quiere decir por ningún motivo que debemos poner a prueba la paciencia de Dios.
2.      LA PACIENCIA DE JESUCRISTO: Jesucristo es el mayor ejemplo de paciencia que se conoce sobre la tierra a través de toda la historia humana. 2da Pedro 3,9.
3.      LA PACIENCIA DEL ESPÍRITU SANTO: Gálatas 5,22. Aquí San Pablo, hablando de la macrotumia (paciencia en griego), la relaciona con la tolerancia, está invitando a la comunidad a ser pacientes tolerándose unos a otros.

Otros ejemplos bíblicos de paciencia:
-          Noé: Génesis 5,32; Génesis 7,11
-          Abraham: Génesis 15,1-5
-          Jacob: Génesis 28-30
-          Job: Job 1,21;  Job 42,12

EL RETO DE LA PACIENCIA
La paciencia y especialmente en el mundo bíblico no es como algunos piensan que es algo pasivo, que tiene que ver con la pereza, precisamente el autor de la carta a los Hebreos, nos afirma: “No sean perezosos más bien imiten a quienes por su fe y paciencia trabajan por el cumplimiento de las promesas”  Hebreos 6,12. La paciencia es algo activo y dinámico. Tiene como un gran objetivo, viajar a través del temperamento y transformando el carácter para llegar a dominar la conducta. La Biblia no nos invita solo a pensar y vivir en la paciencia, sino a pensar, decir y hacer paciencia. Como quien dice vivir la paciencia. Pensemos ahora para terminar en algunas relaciones con los demás, en las cuales es muy importantes y necesarios ser pacientes:
-          Paciencia con los gobernantes. Aunque a veces resulta muy difícil, pero en la Biblia esto no es cuestión al igual que la paz de opiniones políticas. Proverbios 25,15.
-          Paciencia en la relación con los familiares y amigos. Efesios 4,2. Miremos muy bien lo que dice el apóstol Pablo: Humildad, amabilidad, paciencia, tolerancia y amor; todo ello a través de la paciencia. La pregunta del millón sería, si el Señor te tolera a ti y a mí, entonces porque no toleramos a nuestros hermanos.
-          Paciencia con los ignorantes. Gálatas 6,1.
-          Paciencia con todos. 1ra de Tesalonicenses 5,14
-          Paciencia en toda situación. Colosenses 1,11
-          Paciencia en la esperanza. Santiago 5,7-8


Busquemos seguir creciendo en la paciencia, teniendo en cuenta que la oración y el encuentro con la Palabra, nos mueven a la acción y de esta manera siempre estaremos en caminos directos hacia la paciencia.  

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