Todos los Fieles Difuntos
“JESÚS, MOTIVO PARA
CREER Y CELEBRAR LA VIDA HOY Y DESPUÉS DEL GRAN PASO”
PRIMERA LECTURA
2 MACABEOS
12, 43-46
Efectuó entre sus soldados una colecta y entonces envió hasta dos mil
monedas de plata a Jerusalén a fin de que allí se ofreciera un sacrificio por
el pecado. Todo esto lo hicieron muy bien inspirados por la creencia de la
resurrección, pues si no hubieran creído que los compañeros caídos iban a
resucitar, habría sido cosa inútil y estúpida orar por ellos. Pero creían
firmemente en una valiosa recompensa para los que mueren como creyentes; de ahí
que su inquietud era santa y de acuerdo con la fe. Esta fue la razón por la
cual Judas ofreció este sacrificio por los muertos; para que fueran perdonados
de su pecado. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
El texto que nos propone la liturgia de la
celebración de los fieles difuntos es 2 Macabeos en el capítulo 12, es un escrito
muy tardío del Antiguo Testamento. Durante la dominación griega en Jerusalén,
hacia el siglo II antes de Cristo nos cuenta como, después de la batalla
contra Gorguias, el ejército de Judas
Macabeo fue a recoger los muertos para darles sepultura y encontraron en muchos
de ellos “objetos consagrados a los ídolos” que la ley prohíbe a los judíos.
Judas macabeo, entonces ofrece una celebración de sacrificios de expiación,
unos, para pedir perdón de los pecados; pero con el pensamiento puesto en la
resurrección.
Hay aquí
dos elementos muy propios de nuestra experiencia cristiana: la conciencia del
pecado comunitario, que lleva a celebrar un sacrificio para pedir perdón, y la
esperanza puesta en la resurrección. Lo segundo da confianza para lo primero;
porque creemos en la resurrección, pedimos perdón a Dios por el pecado de
todos, no solo por los pecados de nuestros difuntos.
SALMO 129
R. / Desde lo hondo grito a Ti, Señor.
Desde lo
hondo a ti grito, Señor;Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto. R.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora R.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos. R.
OREMOS CON EL SALMO Y
ACERQUÉMONOS A SU CONTEXTO
En medio del peligro
amenazante el salmista expresa su confianza inalterable en Dios. Solo de Él
espera ayuda. Igual confianza nos inspira el Nuevo Testamento, pero nos
proporciona un motivo más profundo de esperanza: la unión con Cristo presente
en medio de su pueblo .
SEGUNDA LECTURA
ROMANOS 6,3-9
¿No saben ustedes que, al
quedar unidos a Cristo Jesús en el bautismo, quedamos unidos a su muerte? Pues
por el bautismo fuimos sepultados con Cristo, y morimos para ser resucitados y
vivir una vida nueva, así como Cristo fue resucitado por el glorioso poder del
Padre.
Si nos hemos unido a Cristo en
una muerte como la suya, también nos uniremos a él en su resurrección. Sabemos
que lo que antes éramos fue crucificado con Cristo, para que el poder de
nuestra naturaleza pecadora quedara destruido y ya no siguiéramos siendo
esclavos del pecado. Porque, cuando uno muere, queda libre del pecado. Si
nosotros hemos muerto con Cristo, confiamos en que también viviremos con él.
Sabemos que Cristo, habiendo resucitado, no volverá a morir. La muerte ya no
tiene poder sobre él. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El texto que nos regala la
liturgia de hoy se comprende mejor si se piensa en el bautismo primitivo cuando
se usaba en el rito de la inmersión: el signo de sumergirse en el agua y salir
de ella expresa muy bien lo que sucede a través de este rito: el hombre se une
a Cristo sepultado en la muerte y resucitado de entre los muertos. Eso tiene
una primera consecuencia: esta unión con Cristo trae un cambio en el modo de
vivir. El que se ha unido conscientemente con Él, ciertamente querrá vivir del
modo más parecido, sin pecado. Y esta unión tiene una segunda consecuencia que
es vivir con Él más allá de la muerte. El cristiano cree que Jesús ha
resucitado y vive para siempre, y por eso cree también que el que se ha
sumergido con Él en la muerte vivirá también por siempre.
LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 14,1-6
“En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones y yo
les estoy preparando la suya”
"No se angustien ustedes.
Crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchos lugares
donde vivir; si no fuera así, yo no les hubiera dicho que voy a prepararles un
lugar. Y después de irme y de prepararles un lugar, vendré otra vez para
llevarlos conmigo, para que ustedes estén en el mismo lugar en donde yo voy a
estar. Ustedes saben el camino que lleva a donde yo voy."
Tomás le dijo a Jesús: --Señor,
no sabemos a dónde vas, ¿cómo vamos a saber el camino?
Jesús le contestó: --Yo soy el
camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se puede llegar al Padre. Palabra
del Señor.
REFLEXIÓN
Los que nos han precedido, nos
han dejado una herencia vivida en el amor y en la fe, en el sacrificio y en el
trabajo. Por eso, celebrar hoy la conmemoración de los fieles difuntos es la
manifestación fraterna de nuestra solicitud cristiana y de nuestro
agradecimiento por nuestros seres queridos. El sacrificio de Cristo en la cruz,
nos alcanza la salvación, abre a ellos y a nosotros la esperanza de la vida
eterna. Como lo vimos en la segunda lectura de hoy, el apóstol Pablo nos
anuncia hoy un mensaje de alegría, de esperanza y victoria; ante la muerte,
Pablo no quiere que vivamos tristes y desconsolados como los que no tienen
esperanza. Para un cristiano la muerte no puede ser el final, sino el comienzo
de una vida nueva, pues tiene la absoluta certeza de que Dios le concede
participar de la muerte de Jesús para resucitar victorioso con Él.
“Muchos dicen que soy un ser
para la muerte, los filósofos dicen que soy un ser para la nada, pero mi fe
tiene una razón: ¡Yo creo que Jesús murió y resucitó!” Hoy es una noticia
consoladora saber que si participamos de la muerte de Cristo, también
participaremos un día de su gloriosa resurrección. Recordamos en este día con
afecto y gratitud a todos nuestros seres queridos difuntos con la feliz
esperanza de que un día nos encontraremos todos en el gran banquete del Reino
de Dios.
No es que estemos festejando el
dominio de la muerte en nuestras vidas, como si la muerte fuera el destino
último de la humanidad, como si la muerte tuviese la última palabra; el
evangelio de este día nos confirma, a través de la resurrección de Jesús, que
la vida está por encima de la muerte. La vida es el destino de la humanidad,
pues es el querer de Dios, es su proyecto; y es este proyecto el que Jesús
vivió y proclamó: que todos y todas tuviéramos vida abundante y digna. Los que
presenciaban la agonía de Jesús en la cruz creían que era la derrota de un
hombre y de un proyecto, no la donación de una vida a favor de la humanidad; el
único que confiesa la acción salvífica de Dios efectuada en Jesús es el
centurión romano: Realmente este hombre era Hijo de Dios; esta confesión nos
lleva a afirmar que la muerte, y con ella todos los sistemas que ciegan la
vida, es derrotada. Por lo tanto, la fe que confesamos debe estar apoyada por
verdaderas acciones que defiendan la vida, tal como lo hizo Jesús de Nazaret.
ORACIÓN
Amado
Jesús Tú nos llamas a ver con claridad el sentido del paso de este mundo a la
verdadera resurrección, aquella que nos acerca a ti desde el hoy y que
permitirá que nos reconozcas cuando regresemos a tu dimensión de libertad y
plenitud. Ayúdanos por favor a tomar conciencia de nuestra misión en este mundo, a partir de la comunión contigo
velando por tus preferidos. Te agradecemos también por los que ya pasaron y
dejaron huellas de amor en nuestra vida. Amén
“Somos
capacitados para mirar más allá de la muerte y alegrarnos de la feliz
resurrección”
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