martes, 1 de noviembre de 2016

Domingo 20 de Noviembre 2016


Jesucristo Rey del Universo

“POR JESÚS HACEMOS PARTE DEL REINO DE LA LUZ”

Las lecturas de hoy nos ofrecen como tres ángulos de mirada distintos a Cristo como Rey. En la primera lectura, él es el nuevo rey David; en la segunda, es el primero en la creación y cabeza de la Iglesia; en el evangelio, es el rey compasivo y poderoso a la vez, que padece la muerte y a la vez la vence.
PRIMERA LECTURA
2SAMUEL 5, 1-3

“Ungieron a David como rey de Israel”

En aquellos días, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a David y le dijeron: "Hueso tuyo y carne tuya somos; ya hace tiempo, cuando todavía Saúl era nuestro rey, eras tú quien dirigías las entradas y salidas de Israel. Además el Señor te ha prometido: "Tú serás el pastor de mi pueblo Israel, tú serás el jefe de Israel." Todos los ancianos de Israel fueron a Hebrón a ver al rey, y el rey David hizo con ellos un pacto en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos ungieron a David como rey de Israel. Palabra de Dios
REFLEXIÓN
La primera lectura evoca la figura grande y fascinante del rey David. En efecto, fue durante el reinado de David cuando los hebreos experimentaron de manera más tangible a Dios en medio de su pueblo. Es decir: el reinado de David vino a ser como una imagen de qué significa reinar sin quitarle el reinado de Dios. David era el rey pero los bienes que el pueblo recibió en aquellos años hacían sentir a todos que Dios estaba guiando, defendiendo y fortaleciendo a los suyos. El rey David es el "rey-pastor." Habiendo sido él mismo pastor de ovejas en su temprana juventud, David conoció que significa guiar al rebaño pero también qué quiere decir poner la vida por el rebaño o buscar los mejores pastos y las aguas más limpias. La enseñanza de esto es que hay dos maneras de gobernar: hay unos que gobiernan para sí mismos, preocupándose de su gloria, su fama, sus riquezas, su bienestar y nada más. Hay en cambio otros, como David, que tienen por norma gobernar cuidando de los que gobiernan. Y tal es el reinado de Cristo: nuestro rey de hecho ha dado su vida por nosotros.
SALMO RESPONSORIAL: 121
R./ Vamos alegres a la casa del Señor.

¡Qué alegría cuando me dijeron:
"Vamos a la casa del Señor"!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R.

Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
 en el palacio de David. R.

OREMOS CON EL SALMO  
El salmo que leemos hoy, también proclama el modelo davídico de “rey”. Jerusalén, la “ciudad santa” es la ciudad del poder. Eso explica por qué, cuando Jesús anuncia la Pasión a sus seguidores, no logran entender por qué tiene que ir a la muerte.
SEGUNDA LECTURA
COLOSENSES 1, 12-20

“Nos ha trasladado al reino de su Hijo querido”
Hermanos: Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz. Palabra del Señor
REFLEXIÓN
También en la segunda lectura el reinado de Cristo queda caracterizado por su manera de entregarse por nosotros, pues "por su sangre recibimos la redención, el perdón de los pecados." Sin embargo, un tema nuevo aparece: Cristo, "el primero." La idea es que Cristo no empieza a ser rey por su triunfo en la Cruz sino que de hecho por él y para él han sido creadas todas las cosas.
Al encuentro con Él descubrimos que nuestras vidas pueden ser levantadas, limpiadas, embellecidas y sanadas por el amor desbordante de Dios manifiesto en Cristo Jesús. Descubrimos también que esa belleza y salud que recobran nuestras almas no es otra cosa sino el plan original de Dios, y entonces entendemos que la vida en Cristo no es un plan subsidiario o de emergencia sino que así nos quiso Dios desde siempre: en Él. Así pues, Cristo es el primero.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 23, 35-43

“Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”

En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo: "A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido." Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: "Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo." Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: "Éste es el rey de los judíos." Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: "¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros." Pero el otro lo increpaba: "¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibirnos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada." Y decía: "Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino." Jesús le respondió: "Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso." Palabra del Señor
REFLEXIÓN
El acto litúrgico termina hoy con la celebración de la fiesta de Jesucristo Rey del universo, nos presenta un rey crucificado, del que se burlan las autoridades, los soldados y uno de los criminales. El evangelio de hoy nos presenta cómo reina Jesús el Cristo: no desde un trono imperial, sino desde la cruz de los rebeldes. La rebelión de Jesús es la más radical de todas: pretende no sólo eliminar un tipo de poder (el romano, o el sacerdotal) para sustituirlo por otro, que con un nombre distinto, este no estaría basado en la misma lógica de dominación y violencia (que era lo que correspondía a las expectativas judías).  Podríamos decir que Jesús es el anti-modelo de rey de los sistemas opresores: no quiere dominar a las demás personas, sino promover, convocar, suscitar, el poder de cada ser humano, de modo que cada una y cada uno de nosotros asumamos responsablemente el peso y el gozo de nuestra libertad.
Lucas nos presenta a Jesús, el profeta y justo por excelencia, clavado en la cruz, sin poder defenderse, y acosado de nuevo por la tentación. Si al inicio de su ministerio, las tres tentaciones iban contra su experiencia de ser Hijo de Dios, ahora al final de su ministerio, aparecen de nuevo en contra de su experiencia de ser el Elegido de Dios. Como lo mencionamos anteriormente las autoridades, los soldados romanos y uno de los ladrones, ponen de nuevo a prueba a Jesús en su realidad de Mesías y lo incitan a bajar de la cruz, dando prueba ostentosa de su poder, y salvándose a sí mismo de la muerta, para salvar también al pueblo de toda opresión. Pero Jesús se mantiene firme en su opción de ser Mesías empobrecido y Rey crucificado para realizar la misión recibida por el Padre. Y miremos en cambio al buen ladrón, que es signo de todo aquel que acoge a Jesús y confía en Él. Reconoce sus pecados y el castigo que merece su infidelidad, dialoga con el otro pecador y acude al Señor en oración: “Acuérdate de mí, cuando llegues a tu Reino”. En la Biblia, el Señor “se acuerda” de su pueblo cuando lo salva y lo libra de sus enemigos. Ese “hoy estarás conmigo” que nos asegura estar con Él siempre en su reino, nos asegura su acción transformante y salvadora en nosotros. Él está cercano, comienza a reinar en nuestro corazón,  hace de el su casa, su trono y lugar de manifestación al mundo. Él nos asegura que nos acompañara en nuestras luchas, caminara con nosotros, y  continuará encendiendo nuestro corazón de su amor, para que  lo amemos de todo corazón.
Celebrar pues, a Cristo como Rey del universo es abrirse a su acción salvadora, es orar confiadamente a Él entregándole las debilidades y miserias; es aceptarlo como Mesías y Rey en la pobreza de la cruz; es tener la seguridad de que nos perdona con misericordia y nos ofrece una participación plena en su vida.

 ORACIÓN
Señor Jesús, tu eres el Rey de nuestras vidas, el Rey del amor, de la paz, de la justicia y de la misericordia, con fe y esperanza te abrimos nuestro corazón, nuestras vidas, familias, comunidades y trabajos para que tu reines en ellos  y seas el motor, guía y conductor de todo cuanto sucede en todo nuestro existir. Vive y reina en lo profundo de nuestro ser. Cerrando este año litúrgico, nos unimos todos como iglesia para gritarte y proclamarte como al Rey de Reyes y Señor de Señores: ¡Viva Cristo Rey!. Amén.   


“Actuar con  paz, solidaridad y  perdón son signos de que Jesús reina en nuestro corazón”

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