“SÍMBOLOS DE RESURRECCIÓN”
PRIMERA LECTURA
1CORINTIOS 15,
35-37. 42-49
“Se siembra lo corruptible,
resucita incorruptible”
Hermanos: Alguno preguntará:
"¿Y cómo resucitan los muertos? ¿Qué clase de cuerpo traerán?"
¡Necio! Lo que tú siembras no recibe vida si antes no muere. Y, al sembrar, no
siembras lo mismo que va a brotar después, sino un simple grano, de trigo, por
ejemplo, o de otra planta. Igual pasa en la resurrección de los muertos: se
siembra lo corruptible, resucita incorruptible; se siembra lo miserable,
resucita glorioso; se siembra lo débil, resucita fuerte; se siembra un cuerpo
animal, resucita cuerpo espiritual. Si hay cuerpo animal, lo hay también
espiritual. En efecto, así es como dice la Escritura: "El primer hombre,
Adán, fue un ser animado." El último Adán, un espíritu que da vida. No es
primero lo espiritual, sino lo animal. Lo espiritual viene después. El primer
hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo hombre es del cielo. Pues
igual que el terreno son los hombres
terrenos; igual que el celestial son los hombres celestiales. Nosotros, que
somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial.
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Mucha gente considera, de modo
espontáneo, que nuestra fe se opone a la
materia y el espíritu; siendo que la materia no es contraria al espíritu. La
lectura de hoy nos ayuda a entender el grave error de quienes piensan de esa
manera. Ya desde el Génesis queda claro que hay un único Creador, Dios, que
"vio todo lo que había hecho, y era muy bueno." Pero la lectura de
hoy va más allá: no es sólo nuestro origen sino nuestro destino final el que
muestra que el plan de Dios para con la materia es algo grande y sublime:
¡nuestro cuerpo será glorificado! En efecto, así como el cuerpo de Cristo, una
vez resucitado de entre los muertos ya no muere, así nuestro cuerpo será
renovado de una manera que no entendemos pero que sí creemos, porque el
testimonio de Dios, que resucitó a su Hijo, no puede ni engañarse ni
engañarnos. Esto habla de la enorme dignidad del cuerpo humano, que, frágil y
todo como es, vemos que ha sido llamado a un destino eterno y glorioso. Una
consecuencia importantísima de esta enseñanza es que no hay espacio para hablar
de "reencarnación" en la fe cristiana. La reencarnación presupone que
mi verdadero yo, es completamente separable de mi cuerpo, y eso es
sencillamente mentira. Nuestro destino no es pasearnos por esta tierra en
distintas vidas sino participar de la vida que no acaba y que ya brilla en el
Cuerpo Glorioso de nuestro Amado Señor y Salvador.
SALMO RESPONSORIAL: 55
R. / Caminaré en presencia de Dios a la luz de la
vida.
Que retrocedan mis enemigos
cuando te invoco,
y así sabré que eres mi Dios. R.
En Dios, cuya promesa alabo,
en el Señor, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo;
¿qué podrá hacerme un hombre? R.
Te debo, Dios mío, los votos que
hice,
los cumpliré con acción de
gracias;
porque libraste mi alma de la
muerte,
mis pies de la caída;
para que camine en presencia de
Dios
a la luz de la vida. R.
OREMOS CON EL SALMO Y
ACERQUÉMONOS A SU CONTEXTO
En medio de la persecución, el
salmista expresa su confianza en la ayuda de Dios. A pesar de todas las
adversidades, hay una certeza que nadie puede invalidar: el amor de Dios.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 8, 4-15
“Los de la tierra buena son los
que escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando”
En aquel tiempo se le juntaba a
Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo.
Entonces les dijo esta parábola: "Salió el sembrador a sembrar su semilla.
Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo
comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, y, al crecer, se secó por falta
de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo
tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena, y, al crecer, dio fruto el
ciento por uno". Dicho esto, exclamó: "El que tenga oídos para oír,
que oiga". Entonces le preguntaron los discípulos: "¿Qué significa
esa parábola?" El les respondió: "A vosotros se os ha concedido
conocer los secretos del Reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para
que viendo no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la parábola es éste: La semilla
es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero
luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean
y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la
palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen,
pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan,
pero con los afanes y riquezas y placeres de la vida se van ahogando y no
maduran. Lo de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso
escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando". Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Las
parábolas son fragmentos de la vida ordinaria, que nos ayudan a comprender la
extraordinaria lógica de Dios. El evangelio de hoy nos ofrece un modelo de esa
enseñanza de Jesús en la parábola del sembrador y, al mismo tiempo, nos
conserva un testimonio de la comprensión de los primeros cristianos en la
explicación que sigue a continuación. La parábola nos explica en el lenguaje
cotidiano la lógica de Dios al sembrar con generosidad, sin reparar demasiado
en la calidad de los terrenos. La explicación nos hace entender cómo la
eficacia de la Palabra de Dios reside en la calidad de las personas que la
acogen. La generosidad divina se aúna a la respuesta humana; una y otra
constituyen la condición de posibilidad de la obra salvífica de Dios. – La
evangelización junta lo extraordinario de la acción de Dios con lo ordinario de
nuestra condición humana, para que los frutos alimenten a las nuevas
generaciones de seguidores de Jesús. Cada creyente debe despejar las aves del
oportunismo y la ambición, la cizaña del consumismo y de la cultura de la
superficialidad, para ofrecer un buen terreno a esa palabra que Jesús siembra a
diario en nuestro corazón. Si tenemos oído para su palabra, tendremos boca para
comunicarla.
ORACIÓN
Amado
Dios, al que debemos seguir intensamente, que pena tener que replantearnos como
está instalada tú Palabra en nuestra vida. ¿Qué tipo de terrenos somos?, nos
preguntas hoy. Examínanos y ayúdanos a que nuestra vida y la de nuestros seres
queridos no se pierda por ser terrenos áridos o por estar por fuera del camino,
queremos dar fruto y fruto abundante. Amén
“Cada día es propicio para
iniciar o reanudar nuestra relación con el Cristo de la Palabra que da vida”
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