jueves, 1 de septiembre de 2016

Lunes 19 de Septiembre de 2016


“¿LA LUZ ESCONDIDA?”

PRIMERA LECTURA
PROVERBIOS 3, 27-34

“El Señor aborrece al perverso”

Hijo mío, no niegues un favor a quien lo necesita, si está en tu mano hacérselo. Si tienes, no digas al prójimo: "Anda, vete; mañana te lo daré." No trames daños contra tu prójimo, mientras él vive confiado contigo; no pleitees con nadie sin motivo, si no te ha hecho daño; no envidies al violento, ni sigas su camino; porque el Señor aborrece al perverso, pero se confía a los hombres rectos; el Señor maldice la casa del malvado y bendice la morada del honrado; se burla de los burlones y concede su favor a los humildes; otorga honores a los sensatos y reserva baldón para los necios.  Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
La lectura de hoy, cuando regresamos a textos del Antiguo Testamento después de unas semanas con San Pablo, es simple y sencillamente una invitación a ser buenos. Y esto en sí mismo es interesante porque muestra que ser bueno no es algo espontáneo. A veces nos "nace" ser buenos pero no siempre, y por ello hay que saber permanecer en lo que somos más allá de lo que nos pasa y de lo que nos nace. Por eso, para ser bueno hay, entre otras cosas, que decidirse a serlo.  Ser bueno o bondadoso entraña dos cosas: el deseo de hacer el bien y la voluntad de resistirse al contagio de la maldad. Sobre lo primero leemos hoy: "No le niegues un favor a quien lo necesita;" sobre lo segundo quedó escrito esto: "No envidies al hombre malvado ni imites nunca sus acciones." Para nuestra tarea de ser buenos el libro de los Proverbios nos da argumentos que resultan a la larga insuficientes, por decir algo. Nos habla de que al bueno le va bien y al malo mal. De aquí aprendemos que la revelación bíblica es un proceso. No es lo mismo resolverse a ser bueno cuando puede creer que al malo le irá mal que ser bueno y bondadoso cuando muchas veces vemos a los malvados tener gran éxito y jactarse de ello. Por eso la enseñanza de hoy tendrá que perfeccionarse en la palabra y sobre todo en la obra de Cristo. Sólo a los pies de la Cruz podemos decir, esta vez sin restricciones, que al bueno le va bien y al malo le va muy mal.

SALMO RESPONSORIAL: 14
R. / El justo habitará en tu monte santo, Señor.

El que procede honradamente 
 y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua. R.

El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor. R.

El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará. R.

OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS A SU CONTEXTO
La invasión del mal hace exclamar al salmista: “No hay nadie que haga el bien.” En medio de tanta desolación pide a Dios que envíe la salvación a su pueblo. También hoy día no puede parecer que el mal lleva las de ganar. Debemos repetir con el salmista que Dios está de parte de los justos.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 8, 16-18

“El candil se pone en el candelero para que los que entran tengan luz”

En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: "Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz. Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. A ver si me escucháis bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener".  Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Era común en las casas antiguas colocar un candil a la entrada de la casa, incluso de día. Constituía un gesto de cortesía, pero también tenía la función de iluminar corredores y ambientes oscuros, ya que el uso de las ventanas no estaba muy extendido. El refrán de Jesús invita a sus seguidores a colocar su enseñanza en el lugar más alto y visible de la comunidad, de modo que pudiera iluminar los problemas de la vida diaria.  Lucas y su comunidad nos invitan hoy a todos los que nos llamamos cristianos a ser lámparas encendidas que iluminen a la humanidad. Pero para ser lámparas necesitamos recibir de la luz que nos viene de la palabra de Dios. Llevar la palabra significa llevar a Jesús mismo. El que ha recibido la Palabra de Dios está en el deber de anunciarla, porque nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija o la mete debajo de la cama. Es tal el gozo de llevar la palabra que el discípulo la coloca en el candelero para que los que entran vean la luz. ¡Hay de aquél que teniendo la luz de la palabra se la guarda para sí! Sería un acto muy egoísta no compartir con los demás esa palabra recibida, mientras que quien se siente de verdad comprometido con el anuncio profético, ese recibirá aún más porque al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará aún lo que parece tener. Cabe hoy preguntarnos: ¿Estamos siendo servidores idóneos de la Palabra de Dios, o estamos escondiéndola, es decir, no estamos compartiendo con los demás ese don tan precioso que el Señor nos ha regalado?

ORACIÓN
Dios y Señor Nuestro,  amigo del ser humano que das sentido a nuestra vida y transformas toda oscuridad en luz radiante, ayúdanos a asumir el gran reto de ser personas justas y amantes del bien de los otros en toda circunstancia; que tu  Palabra  sea iluminado  nuestro camino de fe y que la compartamos con otros de tal manera que brille en nuestra y la vida de los que nos rodean.  Amén


“Mientras más luz de Dios se adquiera, más justicia se vive”

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