jueves, 1 de septiembre de 2016

NOVENO FRUTO DE LA MISERICORDIA: LA PAZ


La Paz, quizás es uno de los sueños o anhelos más grandes que se alojan en lo profundo del corazón humano. Siempre la mujer y el hombre han soñado, buscado y trabajado por todos los medios posibles por la paz. Cada uno de nosotros podemos tener una idea personal de lo que la paz significa, pero más importante que todo lo anterior es conocer el verdadero concepto y sentido de “Paz”. La palabra que utiliza la Biblia para hablar de paz es en hebreo “Shalom” y en griego “Eirene”. Shalom significa: Bienestar, plenitud, armonía, estar completo, bendición, salud, prosperidad, integridad, sosiego, concordia, etc.  Este es el gran saludo y deseo judío que hoy ya sabemos todo lo que significa. Esta palabra aparece más de 400 veces en toda la Biblia.  La paz o Shalom verdadero proveniente de Dios no significa ausencia de problemas, ni tampoco  debe depender de las circunstancias. La Sagrada Escritura nos enseña que en medio de los problemas y tiempos difíciles podemos tener paz. Jesús es la manifestación o signo más grande de paz que el Padre Dios nos ha dado. En el tiempo de su venida al mundo, es decir en el siglo I, se vivía la famosa “pax romana” que duró aproximadamente unos 200 años, esta paz era una farsa o mentira porque lo que se pretendía a través de ella era avivar o afianzar la guerra, infundiendo en el pueblo el miedo o el terror. Los romanos llamaban a la esclavitud miserable de los pobres, pax; por eso Jesús ofrece otro tipo de paz (Juan 14,27).
 Vamos a mencionar los diferentes tipos de paz:
I.                    LA PAZ DIVINA
Intentemos un pequeño análisis o recorrido de la paz a través de la escritura. En primer lugar la Trinidad Santa de Dios es signo de paz:
A.     La paz del Padre (2da de Corintios 13,11) . Cabe anotar aquí el énfasis que hace Pablo sobre la importancia de esta paz: “Al que busca la paz, Dios le da lo demás”
B.     La paz de Cristo (Isaías 9,6). El profeta mesiánico por excelencia, Isaías, nos dice que uno de los tantos nombres que se le darán al mesías, será el de “Príncipe de Paz”.
C.     La paz del Espíritu Santo (Gálatas 5,21). Según Pablo después del amor y la alegría, la paz es el tercer fruto del Espíritu Santo.
II .  LA PAZ HUMANA
El apóstol San Pablo, nos expresa claramente a donde tiene que llegar ese Shalom o paz: “Que Dios mismo, el Dios de paz los santifique por completo en todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1ra de Tesalonisences 5,23)
No hay paz sin santidad y no hay santidad sin paz, ahora bien tanto la paz como la santidad deben abarcar las tres dimensiones del ser humano: espíritu, alma y cuerpo. No es posible ser santos y pacíficos solo corporalmente, o sólo psíquicamente, o sólo espiritualmente.  La paz venida de Dios produce santidad y la santidad genera más paz. Espero, que tengamos claro, el concepto santidad en la Biblia. No es lo mismo santidad, que santurronería y mojigatería, que son actos hipócritas y fariseícos, son signos vacíos que a nadie transforman  y salvan. La santidad es simplemente: 
- Limpieza de pensamiento
- Pureza de corazón
- Integridad de conducta
El ser humano debe experimentar en cada una de sus áreas la paz.
1.      La paz espiritual: son muchos los que pretenden conquistar la paz personal simplemente con ejercicio físico y control mental, por ello muchas veces se quedan en la superficie del conflicto interior que anhelan superar y no pueden lograrlo. Como lo ha dicho el gran neuropsiquiatra Víctor Frank: “El hombre es un espíritu rodeado de capas psicosomáticas”. Por lo tanto, el alma y el cuerpo se pacifican cuando primero se pacifica el espíritu (Romanos 5,1).
2.      La paz  anímica o psíquica: también se la llama alma, y esta paz, me parece que el Salmo 4 la describe en forma perfecta: “En paz me acuesto y en paz me duermo, porque sólo tu Señor me haces vivir confiado” (Salmo 4,8).  La paz de la psiquis (alma), tiene que ver por supuesto, con la mente, las emociones y la voluntad. La mente renovada, renueva el corazón, el corazón renovado, renueva la voluntad. Pensamientos pacíficos generan sentimientos pacíficos, sentimientos pacíficos producen acciones pacíficas.
San Agustín de Hipona nos hace una descripción del proceso que ocurre en la psiquis humana, el dice: - Es un pensar –Es un sentir –Es un decir –Es un hacer. Es clara la ecuación de nuestra alma, según la creó Dios: “Primero pensamiento,   segundo sentimiento,  tercero palabra y cuarto comportamiento”. Con la paz ocurre exactamente lo mismo: Primero la piensas; después la sientes; luego la dices o hablas; y al final la haces.
3.      La paz corporal: en el libro del profeta Jeremías encuentro una de mis escrituras favoritas y que viene como anillo al dedo para el tema que nos ocupa: “Dice el Señor, les daré salud y los curaré; los sanaré y haré que disfruten de abundante paz y seguridad” (Jeremías 33,6). En las Sagradas Escrituras no hay nada caprichoso, todo tiene una lógica tremenda, la lógica de Dios, a veces ilógica en la mente humana. En este texto Jeremías el profeta demuestra cómo están ligadas la curación y la paz. En el Nuevo Testamento Jesús hace un nexo por medio del Espíritu Santo entre la paz y también la curación. (Marcos 5,34). En los evangelios, podremos ver que Jesús siempre repite la formula: “Ve en paz”. Después de sanar a una persona. Es porque un cuerpo enfermo es en realidad un cuerpo en guerra, un campo de batalla de bacterias, virus, bacilos, gérmenes y microorganismos malignos. Cuando estos ejércitos son derrotados por el Espíritu Santo, el cuerpo es sanado y el hombre queda en paz. Paz somática, paz corporal, a la cual nosotros podremos contribuir si llevamos vidas terapéuticas, es decir, comida y bebida sanas, ejercicio físico, reposo adecuado, etc.  
          
III.               LA PAZ SOCIAL: Todos ustedes comprenderán que por cuestiones de espacio no puedo profundizar especialmente este tercer campo sobre la marcha; pero quisiera invitarles a que ustedes lo sigan haciendo en sus pequeñas comunidades, como hasta ahora y tan bien que lo vienen realizando; es decir conversen, discutan, debatan, profundicen pero siempre en el Espíritu de paz. Solamente sobre la paz social les dejaría algunos sectores o grupos sociales a reflexionar: 
-La Paz en la familia: Génesis 33,1-4
- Paz en las relaciones interpersonales:  Romanos 12,18
- Paz en la iglesia: Marcos 9,50
- Paz en medio de la guerra: Mateo 5,9
-La  Paz en la política: Isaías 32,17 
 Terminemos pidiéndole al Señor su  bendición en clave de paz, bendición que es conocida como la bendición de Aarón, y que popularizó muy bien y distinguió a Francisco de Asís:
“El Señor te bendiga y te guarde; el Señor te mire con agrado y te extienda tu amor, el Señor te muestre tu favor y te conceda la paz”. Números 6,24-26


ORACIÓN AL COMENZAR EL DÍA

Buenos días, Padre Dios Amigo, Bendito seas en este nuevo día, al comenzar este nuevo día queremos darte gracias, alabarte y bendecirte con cada pensamiento de este día, con cada palpitar de nuestro corazón, con cada respiración y cada paso que hoy recorramos, te queremos decir desde lo más profundo de nuestro ser: Gracias Buen Dios, Bendito seas, te amamos y te adoramos; Tú le das verdadero sentido a nuestra vida. Nuestro corazón se llena de gozo junto a ti. Te declaramos como nuestro proveedor, nuestro Buen Pastor. Gracias porque nos alimentas tanto espiritual como físicamente y lo haces con la provisión diaria de tu Bendita Palabra que nos genera vida y vida en abundancia. Que por la acción de tu Espíritu Santo seamos sumergidos y puestos en sintonía con las reflexiones y diferentes celebraciones de este nuevo mes. Que tu Espíritu nos lleve a vivir la paz como fruto de tu misericordia. Nadie ni nada nos puede dar la verdadera y única paz aparte de ti. Que el mismo Espíritu nos haga vivir la reflexión o mensaje de la introducción, nos negamos a ser como el mar Muerto; es decir a vivir una vida egoísta, independiente de ti, sin dar frutos. Más bien te pedimos que nos unjas en tu Espíritu y nos muevas a ser siempre como el mar de Galilea, que no guarda nada para sí, sino que todas sus aguas las entrega, las comparte. Gracias por este el mes de la Biblia. Gracias por todos y todos que como San Jerónimo se enamoraron de tu Palabra y se hicieron servidores de ella. Te pedimos que tu Palabra se inserte en nuestro vivir diario. Que tú misma Palabra que es fuerza creadora genere en nuestra vida y en todos nosotros relaciones de verdadero amor y de amistad. Amén

ORACIÓN AL FINALIZAR EL DÍA

Señor Dios nuestro, en esta nueva noche, hacemos una pausa en nuestro camino, y antes de ir al descanso nos disponemos a darte gracias, alabarte y bendecirte, por todo lo vivido durante este día, todo lo aprendido, y todo lo compartido; gracias Buen Señor, porque te has hecho en tu amor cercano en cada uno (a) de nosotros(as). Ven ahora a nuestro encuentro, queremos estar en tu presencia; quizás con nuestras cargas, cansancios y preocupaciones  del día, anhelamos tener contigo un encuentro de serenidad, experimentando tu paz, tu amor que nos consuela, nos alivia de nuestros dolores y nos hace reposar en ti. Queremos sacar antes de ir al sueño un momento para ir a tu Palabra, y experimentar que ella de nuevo me alienta, me anima, viene a nuestro corazón como un bálsamo para refrescar todo nuestro interior y sanar las heridas causadas por tantos problemas, luchas y sinsabores que a veces atravesamos. Gracias por darnos cada día la oportunidad de compartir la vida con tanta gente tan bella que nos ama y con la cual podemos compartir nuestro amor. Perdónanos si a veces, nos les decimos lo importantes que son para nosotros(as), y perdónanos si a veces nos cuesta tanto decir esas palabras maravillosas de amor a los demás.
Que sea tu Palabra sanadora y misericordiosa la que siga dando sentido a nuestra vida. Tú eres nuestro Dios de la Paz, del amor y de la amistad. Amén 


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