NOVENO
FRUTO DE LA MISERICORDIA: LA PAZ
La Paz, quizás es uno
de los sueños o anhelos más grandes que se alojan en lo profundo del corazón
humano. Siempre la mujer y el hombre han soñado, buscado y trabajado por todos
los medios posibles por la paz. Cada uno de nosotros podemos tener una idea
personal de lo que la paz significa, pero más importante que todo lo anterior
es conocer el verdadero concepto y sentido de “Paz”. La palabra que utiliza la
Biblia para hablar de paz es en hebreo “Shalom” y en griego “Eirene”. Shalom
significa: Bienestar, plenitud, armonía, estar completo, bendición, salud,
prosperidad, integridad, sosiego, concordia, etc. Este es el gran saludo y deseo judío que hoy
ya sabemos todo lo que significa. Esta palabra aparece más de 400 veces en toda
la Biblia. La paz o Shalom verdadero
proveniente de Dios no significa ausencia de problemas, ni tampoco debe depender de las circunstancias. La
Sagrada Escritura nos enseña que en medio de los problemas y tiempos difíciles
podemos tener paz. Jesús es la manifestación o signo más grande de paz que el
Padre Dios nos ha dado. En el tiempo de su venida al mundo, es decir en el
siglo I, se vivía la famosa “pax romana” que duró aproximadamente unos 200
años, esta paz era una farsa o mentira porque lo que se pretendía a través de
ella era avivar o afianzar la guerra, infundiendo en el pueblo el miedo o el
terror. Los romanos llamaban a la esclavitud miserable de los pobres, pax; por
eso Jesús ofrece otro tipo de paz (Juan 14,27).
Vamos a mencionar los diferentes tipos de paz:
I.
LA
PAZ DIVINA
Intentemos un pequeño
análisis o recorrido de la paz a través de la escritura. En primer lugar la
Trinidad Santa de Dios es signo de paz:
A.
La
paz del Padre (2da de Corintios 13,11) . Cabe anotar aquí el énfasis que hace
Pablo sobre la importancia de esta paz: “Al que busca la paz, Dios le da lo
demás”
B.
La
paz de Cristo (Isaías 9,6). El profeta mesiánico por excelencia, Isaías, nos dice
que uno de los tantos nombres que se le darán al mesías, será el de “Príncipe
de Paz”.
C.
La
paz del Espíritu Santo (Gálatas 5,21). Según Pablo después del amor y la
alegría, la paz es el tercer fruto del Espíritu Santo.
II . LA PAZ HUMANA
El apóstol San Pablo,
nos expresa claramente a donde tiene que llegar ese Shalom o paz: “Que Dios
mismo, el Dios de paz los santifique por completo en todo su ser, espíritu,
alma y cuerpo, para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1ra de
Tesalonisences 5,23)
No hay paz sin
santidad y no hay santidad sin paz, ahora bien tanto la paz como la santidad
deben abarcar las tres dimensiones del ser humano: espíritu, alma y cuerpo. No
es posible ser santos y pacíficos solo corporalmente, o sólo psíquicamente, o
sólo espiritualmente. La paz venida de
Dios produce santidad y la santidad genera más paz. Espero, que tengamos claro,
el concepto santidad en la Biblia. No es lo mismo santidad, que santurronería y
mojigatería, que son actos hipócritas y fariseícos, son signos vacíos que a
nadie transforman y salvan. La santidad
es simplemente:
- Limpieza de
pensamiento
- Pureza de corazón
- Integridad de
conducta
El ser humano debe
experimentar en cada una de sus áreas la paz.
1.
La
paz espiritual: son muchos los que pretenden conquistar la paz personal
simplemente con ejercicio físico y control mental, por ello muchas veces se
quedan en la superficie del conflicto interior que anhelan superar y no pueden
lograrlo. Como lo ha dicho el gran neuropsiquiatra Víctor Frank: “El hombre es
un espíritu rodeado de capas psicosomáticas”. Por lo tanto, el alma y el cuerpo
se pacifican cuando primero se pacifica el espíritu (Romanos 5,1).
2.
La
paz anímica o psíquica: también se la
llama alma, y esta paz, me parece que el Salmo 4 la describe en forma perfecta:
“En paz me acuesto y en paz me duermo, porque sólo tu Señor me haces vivir
confiado” (Salmo 4,8). La paz de la
psiquis (alma), tiene que ver por supuesto, con la mente, las emociones y la
voluntad. La mente renovada, renueva el corazón, el corazón renovado, renueva
la voluntad. Pensamientos pacíficos generan sentimientos pacíficos,
sentimientos pacíficos producen acciones pacíficas.
San Agustín de Hipona
nos hace una descripción del proceso que ocurre en la psiquis humana, el dice:
- Es un pensar –Es un sentir –Es un decir –Es un hacer. Es clara la ecuación de
nuestra alma, según la creó Dios: “Primero pensamiento, segundo sentimiento, tercero palabra y cuarto comportamiento”. Con
la paz ocurre exactamente lo mismo: Primero la piensas; después la sientes;
luego la dices o hablas; y al final la haces.
3.
La
paz corporal: en el libro del profeta Jeremías encuentro una de mis escrituras
favoritas y que viene como anillo al dedo para el tema que nos ocupa: “Dice el
Señor, les daré salud y los curaré; los sanaré y haré que disfruten de
abundante paz y seguridad” (Jeremías 33,6). En las Sagradas Escrituras no hay
nada caprichoso, todo tiene una lógica tremenda, la lógica de Dios, a veces
ilógica en la mente humana. En este texto Jeremías el profeta demuestra cómo
están ligadas la curación y la paz. En el Nuevo Testamento Jesús hace un nexo
por medio del Espíritu Santo entre la paz y también la curación. (Marcos 5,34).
En los evangelios, podremos ver que Jesús siempre repite la formula: “Ve en paz”.
Después de sanar a una persona. Es porque un cuerpo enfermo es en realidad un
cuerpo en guerra, un campo de batalla de bacterias, virus, bacilos, gérmenes y
microorganismos malignos. Cuando estos ejércitos son derrotados por el Espíritu
Santo, el cuerpo es sanado y el hombre queda en paz. Paz somática, paz
corporal, a la cual nosotros podremos contribuir si llevamos vidas
terapéuticas, es decir, comida y bebida sanas, ejercicio físico, reposo
adecuado, etc.
III.
LA
PAZ SOCIAL: Todos ustedes comprenderán que por cuestiones de espacio no puedo
profundizar especialmente este tercer campo sobre la marcha; pero quisiera
invitarles a que ustedes lo sigan haciendo en sus pequeñas comunidades, como
hasta ahora y tan bien que lo vienen realizando; es decir conversen, discutan,
debatan, profundicen pero siempre en el Espíritu de paz. Solamente sobre la paz
social les dejaría algunos sectores o grupos sociales a reflexionar:
-La Paz en la familia:
Génesis 33,1-4
- Paz en las
relaciones interpersonales: Romanos
12,18
- Paz en la iglesia:
Marcos 9,50
- Paz en medio de la
guerra: Mateo 5,9
-La Paz en la política: Isaías 32,17
Terminemos pidiéndole al Señor su bendición en clave de paz, bendición que es
conocida como la bendición de Aarón, y que popularizó muy bien y distinguió a
Francisco de Asís:
“El Señor te bendiga y
te guarde; el Señor te mire con agrado y te extienda tu amor, el Señor te
muestre tu favor y te conceda la paz”. Números 6,24-26
ORACIÓN AL COMENZAR
EL DÍA
Buenos
días, Padre Dios Amigo, Bendito seas en este nuevo día, al comenzar este nuevo
día queremos darte gracias, alabarte y bendecirte con cada pensamiento de este
día, con cada palpitar de nuestro corazón, con cada respiración y cada paso que
hoy recorramos, te queremos decir desde lo más profundo de nuestro ser: Gracias
Buen Dios, Bendito seas, te amamos y te adoramos; Tú le das verdadero sentido a
nuestra vida. Nuestro corazón se llena de gozo junto a ti. Te declaramos como nuestro
proveedor, nuestro Buen Pastor. Gracias porque nos alimentas tanto espiritual
como físicamente y lo haces con la provisión diaria de tu Bendita Palabra que nos
genera vida y vida en abundancia. Que por la acción de tu Espíritu Santo seamos
sumergidos y puestos en sintonía con las reflexiones y diferentes celebraciones
de este nuevo mes. Que tu Espíritu nos lleve a vivir la paz como fruto de tu
misericordia. Nadie ni nada nos puede dar la verdadera y única paz aparte de
ti. Que el mismo Espíritu nos haga vivir la reflexión o mensaje de la
introducción, nos negamos a ser como el mar Muerto; es decir a vivir una vida
egoísta, independiente de ti, sin dar frutos. Más bien te pedimos que nos unjas
en tu Espíritu y nos muevas a ser siempre como el mar de Galilea, que no guarda
nada para sí, sino que todas sus aguas las entrega, las comparte. Gracias por
este el mes de la Biblia. Gracias por todos y todos que como San Jerónimo se
enamoraron de tu Palabra y se hicieron servidores de ella. Te pedimos que tu
Palabra se inserte en nuestro vivir diario. Que tú misma Palabra que es fuerza
creadora genere en nuestra vida y en todos nosotros relaciones de verdadero
amor y de amistad. Amén
ORACIÓN AL
FINALIZAR EL DÍA
Señor Dios nuestro, en esta nueva
noche, hacemos una pausa en nuestro camino, y antes de ir al descanso nos
disponemos a darte gracias, alabarte y bendecirte, por todo lo vivido durante
este día, todo lo aprendido, y todo lo compartido; gracias Buen Señor, porque
te has hecho en tu amor cercano en cada uno (a) de nosotros(as). Ven ahora a
nuestro encuentro, queremos estar en tu presencia; quizás con nuestras cargas,
cansancios y preocupaciones del día,
anhelamos tener contigo un encuentro de serenidad, experimentando tu paz, tu
amor que nos consuela, nos alivia de nuestros dolores y nos hace reposar en ti.
Queremos sacar antes de ir al sueño un momento para ir a tu Palabra, y
experimentar que ella de nuevo me alienta, me anima, viene a nuestro corazón
como un bálsamo para refrescar todo nuestro interior y sanar las heridas
causadas por tantos problemas, luchas y sinsabores que a veces atravesamos.
Gracias por darnos cada día la oportunidad de compartir la vida con tanta gente
tan bella que nos ama y con la cual podemos compartir nuestro amor. Perdónanos
si a veces, nos les decimos lo importantes que son para nosotros(as), y
perdónanos si a veces nos cuesta tanto decir esas palabras maravillosas de amor
a los demás.
Que sea tu Palabra sanadora y
misericordiosa la que siga dando sentido a nuestra vida. Tú eres nuestro Dios
de la Paz, del amor y de la amistad. Amén
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