lunes, 1 de agosto de 2016

Sábado 13 de Agosto de 2016


“DE LOS PEQUEÑOS ES EL REINO DE DIOS”

PRIMERA LECTURA
Ezequiel 18, 1-10. 13b. 30-32

“Os juzgaré a cada uno según su proceder

Me vino esta palabra del Señor: "¿Por qué andáis repitiendo este refrán en la tierra de Israel: "Los padres comieron agraces, y los hijos tuvieron dentera"? Por mi vida os juro -oráculo del Señor- que nadie volverá a repetir ese refrán en Israel. Sabedlo: todas las vidas son mías; lo mismo que la vida del padre, es mía la vida del hijo; el que peca es el que morirá. El hombre que es justo, que observa el derecho y la justicia, que no come en los montes, levantando los ojos a los ídolos de Israel, que no profana a la mujer de su prójimo, ni se llega a la mujer en su regla, que no explota, sino que devuelve la prenda empeñada, que no roba, sino que da su pan al hambriento y viste al desnudo, que no presta con usura ni acumula intereses, que aparta la mano de la iniquidad y juzga imparcialmente los delitos, que camina según mis preceptos y guarda mis mandamientos, cumpliéndolos fielmente: ese hombre es justo, y ciertamente vivirá -oráculo del Señor-.

Si éste engendra un hijo criminal y homicida, que quebranta alguna de estas prohibiciones, ciertamente no vivirá; por haber cometido todas esas abominaciones, morirá ciertamente y será responsable de sus crímenes.  Pues bien, casa de Israel, os juzgaré a cada uno según su proceder -oráculo del Señor-. Arrepentíos y convertíos de vuestros delitos, y no caeréis en pecado. Quitaos de encima los delitos que habéis perpetrado y estrenad un corazón nuevo y un espíritu nuevo; y así no moriréis, casa de Israel. Pues no quiero la muerte de nadie -oráculo del Seño. ¡Arrepentíos y viviréis!"  Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
¿Qué tanto dependemos de lo que hayan hecho nuestros antepasados? Es una pregunta difícil. En un extremo tenemos a quienes miran su vida con fatalismo y le echan todas las culpas a sus padres. Es más o menos lo que sucedía en tiempos de Ezequiel. Obrando así, aquellas personas condenaban sin remedio a sus ancestros mientras de paso se declaraban inocentes a sí mismas. Esto es algo de alguna forma perverso, entre otras cosas: exime de la propia culpa; lo hace parecer a uno como una pobre "víctima inocente." En el otro extremo tenemos a la persona que se considera creadora de su destino "desde cero." Actúa como si no le debiera nada a nadie, como si cada persona obrara en un vacío que puede y debe ser llenado solamente por las propias decisiones. Aquí en esta persona los peligros son la ingratitud y la soberbia.
Es decir que frente al pasado nos amenazan esos dos extremos: fatalismo y engañosa inocencia de un lado; soberbia e ingratitud por el otro. En el centro hay una actitud sana y razonable, que admite que debemos mucho a los que nos han precedido pero que también nosotros tenemos nuestra propia e intransferible responsabilidad.

Salmo responsorial: 50
R. / Oh Dios, crea en mí un corazón puro.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
Tú no lo desprecias. R.

OREMOS CON EL SALMO y acerquémonos a su contexto
Este Salmo  -designado tradicionalmente con el nombre de Miserere- es la súplica penitencial por excelencia. El salmista es consciente de su profunda miseria  y experimenta la necesidad de una total transformación interior, para no dejarse arrastrar por su tendencia al pecado. Por eso, además de reconocer sus faltas y de implorar el perdón divino, suplica al Señor que lo renueve íntegramente, “creando” en su interior “un corazón puro” .El tono de la súplica es  personal, y en el contenido del Salmo se percibe la influencia de los grandes profetas, en especial de Jeremías (24. 7) y Ezequiel (36. 25-27). En él se encuentra, además, el germen de la doctrina paulina acerca del “hombre nuevo” (Col. 3. 10; Ef. 4. 24)..


LECTURA DEL EVANGELIO
Mateo 19, 13-15

“No impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos”

En aquel tiempo le presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y rezara por ellos, pero los discípulos les regañaban. Jesús dijo: "Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el Reino de los cielos". Les impuso las manos y se marchó de allí. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
La sinceridad y el entusiasmo de los niños contrastan con la actitud de los fariseos, sus opositores, que en la escena anterior buscaban poner a Jesús en aprietos, al presentarle un dilema jurídico respecto al repudio. La sociedad en la que Jesús vive es tremendamente conservadora y cerrada, por lo que la apertura hacia la novedad es muy difícil. Muchas veces se encubre ese sentido conservador exacerbado con la apariencia de los eruditos, como hacen los fariseos, o con una pretendida seriedad, como lo hacen sus propios discípulos. Los niños se acercan para recibir las bendiciones y oraciones de Jesús; la exagerada reacción de sus seguidores pone en evidencia hasta qué punto ellos mismos están aquejados de los mismos prejuicios y estrecheces de la cultura dominante en su propio pueblo. La propuesta de Jesús, por el contrario, fortalece un acercamiento entusiasta y sincero al evangelio, como corresponde a la recepción de una buena y nueva noticia. El mismo evangelio de Mateo nos propone a los «pequeños», es decir, a las personas que viven profundamente la fe desde la simplicidad de la actividad cotidiana, como modelos de vida cristiana.  ¿Y nosotros, asumimos una actitud de sinceridad y entusiasmo ante la buena noticia del evangelio?

ORACIÓN
Amado Señor, qué bella y actual es tu Palabra, más de tres mil años y nos vemos allí como en un espejo. Por favor haznos justos, con todos esos dones que le dijiste a Ezequiel, que nuestro proceder, se convierta como el de un pequeño tierno, transparente y amoroso, para parecernos más a ti y merecer ser tu hijos e hijas tuyos. Amén      


“Enseñara a los niños(as) los valores del Reino de Dios es ganancia para la sociedad”

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