“DAR LA VIDA PARA RECUPERARLA, AL
ESTILO DE JESÚS”
PRIMERA
LECTURA
“Ay de la ciudad sangrienta”
Mirad sobre los montes los pies del heraldo que
pregona la paz, festeja tu fiesta, Judá; cumple tus votos, porque el criminal
no volverá a pasar por ti, pues ha sido aniquilado. Porque el Señor restaura la
gloria de Jacob y la gloria de Israel; lo habían desolado los salteadores,
habían destruido sus sarmientos. Ay de la ciudad sangrienta, toda ella
mentirosa, llena de crueldades, insaciable de despojos. Escuchad: látigos,
estrépito de ruedas, caballos al galope, carros rebotando, jinetes al asalto,
llamear de espadas, relampagueo de lanzas, muchos heridos, masas de cadáveres,
cadáveres sin fin, se tropieza en cadáveres. Arrojaré basura sobre ti, haré de
ti un espectáculo vergonzoso. Quien te vea se apartará de ti, diciendo:
"Desolada está Nínive, ¿quién lo sentirá?; ¿dónde encontrar quien te
consuele?" Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
El breve libro del profeta Naún, en la Sagrada Escritura,
casi lo único que hace es contar la derrota de Nínive ante la gran ciudad
adversaria. Y lo que hemos escuchado en este día es precisamente la descripción
terriblemente gráfica de la derrota de esta gran ciudad. En esa derrota se acumulan
contra Nínive las mismas estrategias y la misma violencia que ella, como
capital del Imperio, utilizó contra otros pueblos. Esos látigos, ese estrépito,
esos carros que rebotan, esos jinetes al asalto que se vuelven contra Nínive,
no son sino la repetición magnificada de los que esta misma ciudad imperial le
había hecho a otros pueblos. Esta caída de Nínive revela una verdad que es
esencial y es que el pecado, trae su forma de castigo con él mismo. Sobre la
cabeza de Nínive recaen las mismas faltas que le había hecho a otros pueblos.
Así sucede siempre con el pecado. Podemos
decir que la enseñanza es que nunca se peca impunemente, que nunca se peca en
vano, y que el pecado trae su propia consecuencia y esa consecuencia recae
sobre el pecador. Esto significa que cada pecador es en realidad un culpable,
pero además de culpable y casi por encima de ser culpable, es una víctima de su
propio pecado. Y de esta manera, esa lectura que nos parece tan cruel y
tan drástica, tan violenta, ya trae una semilla de compasión, porque en la
medida que nos enseña que el pecador es la primera víctima de su propio pecado,
nos está invitando también a que tengamos un sentimiento distinto con respecto
a aquel que se equivoca, aquel que es violento, aquel que es víctima de su
pecado.
R. /Yo doy la muerte y la vida.
El día de su perdición se acerca
y su suerte se apresura,
porque el Señor defenderá a su pueblo
y tendrá compasión de sus siervos. R.
Pero ahora mirad: yo soy yo,
y no hay otro fuera de mí;
yo doy la muerte y la vida,
yo desgarro y yo curo. R.
Cuando afile el relámpago de mi espada
y tome en mi mano la justicia,
haré venganza del enemigo
y daré su paga al adversario. R.
OREMOS
CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS A SU CONTEXTO
Cántico litúrgico que se remonta a los inicios de la
historia del pueblo de Israel, con el que se concluye el libro del
Deuteronomio. Es una invitación a la conversión, puesta en labios de Moisés en
el momento de morir; es la última exhortación y como el testamento espiritual
del gran caudillo que condujo a Israel desde Egipto al país de Canaán. Cuando
Israel tome posesión de la tierra que Dios le ha preparado, debe estar atento
en no olvidar al Señor, como, con tanta frecuencia, hizo mientras duró su
peregrinación por el desierto.
LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 16, 24-28
“¿Qué precio pagará un hombre por
su vida?”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos: El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue
con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la
pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo
entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recuperarla?. Porque el Hijo
del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces
pagará a cada uno según su conducta. Os aseguro que algunos de los aquí
presentes no morirán sin antes haber visto llegar al Hijo del hombre con
majestad." Palabra del
Señor
REFLEXIÓN
Ante tanto discurso
religioso de “cargar” cruces, resulta a veces peligroso predicar las exigencias
de la cruz, que propone Jesús: “Si alguno quiere venir detrás de mí, ... tome
su cruz y sígame”. Como hemos trivializado y romantizado el significado de la
cruz, nos hace bien recordar que en el siglo primero la persona crucificada era
vista como maldita por Dios. Los ciudadanos romanos estaban exentos de este
terrible suplicio. Si el nombre de la cruz provocaba pavor: ¿Por qué la
propuesta tan radical de Jesús? ¡Porque en la cruz de Jesús, Dios se ha
solidarizado con todos los crucificados de todos los tiempos! Hoy al igual que
en tiempos de Jesús, la cruz anuncia esperanza y vida cuando se carga con
valentía y se asumen los valores del evangelio. La cruz en manos de los
poderosos causa miedo y muerte, para los seguidores de Jesús, la cruz se
transforma en vida, al descubrir que Dios
sigue siendo crucificado en la persona desaparecida, en la persona indígena, en
la mujer abusada, en la persona desplazada y en todas las personas que siguen
fielmente al Dios de la Vida. ¿Cómo llevo yo la cruz de Jesús?
ORACIÓN
Señor de la Paz, Tú
llamas a las personas, familias, comunidades y naciones enteras a encontrarnos
contigo y caminar por la vida a tu lado. Por favor, te clamamos, Oh Señor
ayúdanos a tomar conciencia que esta es la única manera en que podremos cambiar
para lograr sociedades más humanas, pacifistas, justas y amorosas. Amén.
“No
dependemos de sentimientos y emociones, sino de colocar nuestra confianza en la
fidelidad de Dios y en las promesas de su Palabra”
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