lunes, 1 de agosto de 2016

Lunes 22 de Agosto de 2016


INVITADOS A ENTRAR AL REINO Y ABRIR SUS PUERTAS A MUCHOS”

PRIMERA LECTURA
2Tesalonicenses 1, 1-5. 11b-12

El Señor sea glorificado en vosotros, y vosotros en él

Pablo, Silvano y Timoteo a los tesalonicenses que forman la Iglesia de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.Os deseamos la gracia y la paz de Dios Padre y del Señor Jesucristo. Es deber nuestro dar continuas gracias a Dios por vosotros, hermanos; y es justo, pues vuestra fe crece vigorosamente, y vuestro amor, de cada uno por todos y de todos por cada uno, sigue aumentando.
Esto hace que nos mostremos orgullosos de vosotros ante las Iglesias de Dios, viendo que vuestra fe permanece constante en medio de todas las persecuciones y luchas que sostenéis. Así se pone a la vista la justa sentencia de Dios, que pretende concederos su reino, por el cual bien que padecéis.
Nuestro Dios os considere dignos de vuestra vocación, para que con su fuerza os permita cumplir buenos deseos y la tarea de la fe; para que así Jesús, nuestro Señor, sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, según la gracia de Dios y del Señor Jesucristo.   Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
La primera lectura de hoy, tomada del comienzo de la Segunda Carta de San Pablo a los fieles de Tesalónica, es un precioso testimonio de las relaciones de fe y amor que sirvieron de contexto en el nacimiento de las primeras comunidades cristianas. Examinemos un poco qué aparece ahí porque estas palabras no son puras fórmulas de cortesía. Comenta Santo Tomás de Aquino que los deseos de "gracia" y "paz" que escribe el apóstol son como el resumen de toda la vida espiritual, porque todo empieza en la gracia y todo culmina en el don estimable de la paz. El deseo de gracia nos recuerda que todo ha llegado como un regalo para nosotros, porque su precio fue pagado con amor en la Cruz; el deseo de paz nos recuerda que ningún bien falta a los que acogen ese amor en sus vidas.
Pablo por una parte reconoce el camino recorrido, pues escribe: "nos mostramos orgullosos de ustedes ante las comunidades cristianas de Dios, y de la constancia y de la fe que ustedes tienen en todas las persecuciones y tribulaciones que están sufriendo." Sin embargo, no considera concluida su tarea de apóstol ni les hace creer a ellos que ya están en la plenitud del Reino, sino que los invita a crecer y prosperar: "Oramos siempre por ustedes, para que Dios los haga dignos de la vocación a la que los ha llamado, y con su poder lleve a efecto tanto los buenos propósitos que han formado." Sus palabras, pues, se dirigen al presente de una comunidad que tiene un fundamento que viene del pasado y que se abre a una perspectiva de futuro. Brillan así la fe como cimiento que viene del pasado, el amor como norma del presente y la esperanza como horizonte de futuro.

Salmo responsorial: 95
R. / Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R.

Porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
Pues los dioses de los gentiles son apariencia,
mientras que el Señor ha hecho el cielo. R.

OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS A SU CONTEXTO
La proclamación de la realeza del Señor es asociada en este himno a dos acontecimientos decisivos de su obra salvífica: la creación y el juicio (v. 10). La primera establece en la naturaleza el orden querido por Dios  el segundo restablece en la historia el orden quebrantado por la injusticia. Por eso, no sólo los hombres  sino todos los seres creados  son invitados a celebrar jubilosamente la llegada del Señor, que viene a instaurar definitivamente su justicia.

LECTURA DEL EVANGELIO
Mateo 23, 13-22

¡Ay de vosotros, guías ciegos!

En aquel tiempo habló Jesús diciendo: "¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los cielos! Ni entráis vosotros, no dejáis entrar a los que quieren. ¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que devoráis los bienes de las viudas con pretexto de largas oraciones! Vuestra sentencia será por eso más severa. ¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito, y cuando lo conseguís, lo hacéis digno del fuego el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: "Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga"! ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro? O también: "Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga". ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar, jura también por todo lo que está sobre él; quien jura por el templo, jura también por el que habita en él; y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él".  Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Como lo vimos previamente en la primera lectura y si la comparamos con el evangelio, hay  dos actitudes religiosas diversas y, a la vez, contrapuestas: La de los cristianos de Tesalónica, aprobada por Pablo y sus compañeros de misión, por un lado, y la de los maestros de la Ley y los fariseos, reprobada por Jesús, por otro. Los pasajes pertenecen a situaciones y épocas diversas pero la confrontación va a la raíz del hecho religioso y se transforma en un espejo que refleja los gestos de nuestra propia vida cristiana. La fe que nos atraviesa es siempre un don gratuito que proviene de Dios; un fruto de la Gracia que Él nos ofrece. Nada tienen que ver nuestros méritos personales para poder recibirla, y ni siquiera para lograr mantenernos firmes en ella, aunque requiera de todo nuestro esfuerzo. En el seguimiento de Jesús, todo es gracia y puro don de Dios. Él hace crecer el amor fraterno en la comunidad y sostiene a los discípulos para que perseveren en medio de las dificultades. ¡Qué distinto y equivocado el camino de quienes se ponen a sí mismos en el centro de sus propias búsquedas religiosas! ¡No hallarán a Dios, sino a sí mismos! ¿A qué me llaman las palabras de Jesús en este pasaje del Evangelio?

ORACIÓN
Señor, observamos diferentes  tipos de personas y maneras de seguirte y servirte, por un lado los que en comunidad fraterna,  donde eres es el centro de la existencia, enseñan, acompañan y ayudan a transformar vidas, y por otro los que habiéndose consagrado a tu servicio hacen todo lo contrario al  mandamiento del amor. Por favor ayúdanos a ver cómo estamos, porque te amamos y deseamos en ti amarnos y amar al prójimo, pero nos cuesta vernos a nosotros(as) mismos(as). Amén                                                             

“Sólo vemos y escuchamos a Dios mediante la fe y el amor”


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