“EL ESPÍRITU SANTO NOS CONFIRMA EN LA
VERDAD”
PRIMERA LECTURA
HECHOS 16,11-15
“El Señor le abrió el corazón para que
aceptara lo que decía Pablo”
En aquellos días, zarpamos de Troas
rumbo a Samotracia; al día siguiente salimos para Neápolis y de allí para
Filipos, colonia romana, capital del distrito de Macedonia. Allí nos detuvimos
unos días. El sábado salimos de la ciudad y fuimos por la orilla del río a un
sitio donde pensábamos que se reunían para orar; nos sentamos y trabamos
conversación con las mujeres que habían acudido. Una de ellas, que se llamaba
Lidia, natural de Tiatira, vendedora de púrpura, que adoraba al verdadero Dios,
estaba escuchando; y el Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que
decía Pablo. Se bautizó con toda su familia y nos invitó: "Si estáis
convencidos de que creo en el Señor, venid a hospedaros en mi casa." Y nos
obligó a aceptar. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Ha avanzado un buen trecho del tiempo
pascual y es sano recordar que el primer día de la primera pascua del Nuevo
Testamento fueron las mujeres las primeras en recibir la Buena Nueva, y las
primeras también en transmitir su gozo y su testimonio a los Apóstoles. Bueno
recordarlo, porque el texto de la primera lectura de hoy nos presenta la figura
discreta pero vigorosa de aquella mujer, Lidia, que abrió la puerta de la fe
para Filipos. Fue ella quien recibió en su casa a los predicadores del
Evangelio, quien los hospedó con alegría, quien de alguna manera hizo posible
el nacimiento de esa comunidad cristiana que le trajo tanto consuelo y soporte
a Pablo: los filipenses. Dios: concédenos aprender de esta mujer sencilla,
abierta, humilde, franca y audaz; que nosotros, a ejemplo de ella, sepamos
abrir nuestros hogares a la predicación, nuestros corazones al Evangelio, y
nuestra voz a la proclamación de la fe que salva.
SALMO RESPONSORIAL: 149
R./ El Señor ama a su pueblo.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey. R.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes. R.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas,
con vítores a Dios en la boca;
es un honor para todos sus fieles. R.
OREMOS Y ACERQUÉMONOS A SU
CONTEXTO
El amor del Señor hacia su Pueblo y la victoria
que le tiene asegurada (v. 4) son el motivo propuesto a la comunidad cultural,
para invitarla a cantar jubilosamente a su Creador y su Rey (vs. 1-3). El
reverso de esa victoria es “la sentencia dictada” por Dios contra los enemigos
de su Pueblo (v. 9), e Israel está llamado a ejecutarla (vs. 6-8).Este himno se
destaca por su entusiasmo guerrero y su ardiente nacionalismo. Dichas
características se explican porque fue compuesto después del exilio babilónico,
cuando Israel tuvo que luchar afanosamente por su reconstrucción nacional y
religiosa, en medio de la tenaz oposición de sus vecinos (Neh. 2- 6). La
esperanza en la victoria reafirmaba su fe en el Señor y le daba nuevo ánimo
para la lucha.
LECTURA DE EVANGELIO
JUAN 15,26-16,4ª
“El Espíritu de la verdad dará testimonio
de mí”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos: "Cuando venga el Defensor, que os enviaré desde el Padre, el
Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y
también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.
Os he hablado de esto, para que no tambaleéis. Os excomulgarán de la sinagoga;
más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da
culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he
hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo
había dicho." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Jesús advierte
nuevamente a los discípulos de las consecuencias y peligros resultantes de su
seguimiento y de la fidelidad a sus enseñanzas. A la advertencia acompaña la
promesa de la consolación por el Espíritu que se les va a comunicar como un don
del Padre, en orden a mantenerse firmes en dicho seguimiento, sin empeñar su
mensaje y respaldándolo con su propia palabra. El Espíritu que se les promete
es denominado como “el Defensor”, “el Abogado” por su papel mediador en favor
de la causa de la que ellos serán portavoces. La promesa y la recepción del
Espíritu en la comunidad discipular, están pues ligadas al testimonio: reciben
el Espíritu, ante todo, para ser testigos de su Señor en el mundo. Los
versículos finales del texto ponen en evidencia una religión que ha dejado de
ser un camino para la vida y se ha transformado en un camino de muerte en
nombre de su Dios. Nosotros también sabemos lo que es eso. ¿La recepción del
Espíritu del Señor, nos alienta y anima a ser sus testigos en el mundo?
Hoy Jesús
nos enseñas que el Espíritu “da testimonio” de ti. El Espíritu Santo es el
“Gran Testigo” cuyo testimonio se apodera también de nuestro entendimiento
induciéndolo de modo suavísimo y firmísimo para ayudarnos a discernir en tu
Palabra. Hoy te pedimos que sea Él quien
nos transforme, nos consuele, nos eduque, nos guíe, cambié nuestra voluntad hacia el Bien y el
Amor y nos fortalezca para dar testimonio de ti. Por eso hoy clamamos y oramos
diciendo: ¡Ven, ven Espíritu de Dios,
ven Espíritu Santo y sumérgenos en Tí!. Amén
“Las
vivencias cotidianas de la vida son oportunidades para la evangelización”
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