“TRABAJAR
POR EL PUEBLO, SIN DESFALLECER”
PRIMERA
LECTURA
ISAÍAS 25,6-10ª
“El Señor invita a su convite y enjuga las
lágrimas de todos los rostros”
Aquel día, el Señor de los ejércitos preparará para todos los pueblos,
en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera;
manjares enjundiosos, vinos generosos. Y arrancará en este monte el velo que
cubre a todos los pueblos, el paño que tapa a todas las naciones. Aniquilará la
muerte para siempre. El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros,
y el oprobio de su pueblo lo alejará de todo el país. -Lo ha dicho el Señor-.
Aquel día se dirá: "Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos
salvara; celebremos y gocemos con su salvación. La mano del Señor se posará
sobre este monte." Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
Un banquete no es solamente una gran cantidad o una buena calidad de
comida. Es un punto alto y bello de la relación entre los parientes o amigos.
Por lo menos así lo ha entendido siempre el Oriente, donde invitar a comer es
un modo elocuente de abrir el corazón. Y sin embargo, la abundancia importa; no
sólo por la satisfacción deleitable del paladar y los sentidos, sino por lo que
ello implica de descanso y confianza hacia el futuro. Abundancia de algún modo
significa provisión futura. Por eso, en la lectura del profeta Isaías del día
de hoy, junto a la imagen del banquete abundante está el triunfo sobre la
muerte. He aquí la victoria que aguarda el profeta: vida que se hace fuerte por
el alimento y vida que recibe defensa contra la muerte. Fuertes por dentro y
protegidos por fuera: esa es la imagen de los escogidos y redimidos por el
Señor.
SALMO RESPONSORIAL: 22
R. / Habitaré en la casa del Señor por años
sin término.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.
OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS A SU CONTEXTO
Quienes han
profundizado sobre los salmos, informan
que, en este salmo, el salmista es un peregrino, que después de haber
participado en una celebración de gran solemnidad en el templo, se dispone a
emprender el viaje de retorno. El camino para llegar a su pueblo está lleno de
peligros (v. 4), y puede reservar encuentros desagradables. Por eso el fiel
expresa toda su confianza en Dios: «El Señor es mi pastor». El se encarga de
que llegue sano y salvo. Este salmo se presta también a una interpretación
colectiva. En tal caso el Señor-pastor conducirá al pueblo a través del
desierto, después de la prueba del destierro. Y él mismo preparará la mesa (v.
5) para los que vuelven del destierro extenuados. De este modo las palabras del
salmo serían para el pueblo judío un incomparable motivo de ánimo en la
esperanza de su prueba. Cristo tenía presente este salmo cuando contaba la
parábola del buen pastor y ha cambiado a sabiendas las primeras palabras «el
Señor es mi pastor» por «Yo Soy el Buen Pastor» (Jn 10, 14).
LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 15,29-37
“Jesús cura a muchos y multiplica los panes”
En aquel tiempo, Jesús, bordeando el lago de Galilea, subió al monte y
se sentó en él. Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados,
sordomudos y muchos otros; los echaban a sus pies, y él los curaba. La gente se
admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos
y con vista a los ciegos, y dieron gloria al Dios de Israel.
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da lástima de la
gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero
despedirlos en ayunas, no sea que se desmayen en el camino." Los
discípulos le preguntaron: "¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes
suficientes para saciar a tanta gente?" Jesús les preguntó: "¿Cuántos
panes tenéis?" Ellos contestaron: "Siete y unos pocos peces." Él
mandó que la gente se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces,
dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los
discípulos a la gente. Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras:
siete cestas llenas. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
A la gente sencilla
de la que hablamos ayer no sólo hay que acogerla y tenerla en cuenta; hay que
hacer obras concretas con ellas y por ellas. De eso nos habla hoy el Evangelio,
de la actitud solidaria, activa y efectiva, que trasciende las palabras y las
buenas intenciones, que se traduce en obras concretas. Este Adviento nos está
llamando a no dar largas a nuestras buenas intenciones. El paso del “decir” al
“hacer”, que tantas veces nos cuesta, se convierte en este tiempo en otro reto
para nuestra espera. La espera del Mesías no es sólo de actitudes; es de
acciones visibles y buenas que ayuden a todos a mejorar y crecer, a
cualificarnos como seres humanos y a estar en inmejorables condiciones para la
llegada del Salvador. El Adviento que apenas hemos empezado nos compromete
desde el principio a concretar nuestra espiritualidad en hechos a favor de
todos. La espera, entonces, será efectiva y redundará en la calidad de vida y
en la calidad de la convivencia. – ¿Qué acciones concretas estamos realizando o
pensamos realizar en este Adviento? Estamos a tiempo de programar algo efectivo
que hará nuestra celebración auténticamente cristiana.
ORACIÓN
Hoy consideramos Señor, que
hemos sido tocados y sanados por Ti; somos uno de aquellos que andaban perdidos
en medio de las tinieblas, pero tu luz hoy nos salvo; somos uno de los que se postran a tus pies,
buscando tu perdón y misericordia. Señor Jesús, tú has calmado nuestra hambre y nuestra sed, nos has llamado
por nuestro nombre y quieres salir a nuestro encuentro. Sabemos que tenemos muchos talentos que nos has dado hoy queremos ponerlos al
servicio de los demás, compartirlos con otros,
usarlos para construir tu Reino. Amén.
“Dios nos solicita que
respondamos oportuna y eficazmente al llamado de quienes sufren a nuestro lado,
ejerciendo solidaridad, generosidad y
compromiso”
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