martes, 1 de diciembre de 2015

Martes 22 de Diciembre de 2015


“EN MARÍA LOS POBRES Y HUMILDES LEVANTAN SU VOZ”

PRIMERA LECTURA
1SAMUEL 1,24-28

“ Ana da gracias por el nacimiento de Samuel”
En aquellos días, cuando Ana hubo destetado a Samuel, subió con él al templo del Señor, de Siló, llevando un novillo de tres años, una fanega de harina y un odre de vino. El niño era aún muy pequeño. Cuando mataron el novillo, Ana presentó el niño a Elí, diciendo: "Señor, por tu vida, yo soy la mujer que estuvo aquí junto a ti, rezando al Señor. Este niño es lo que yo pedía; el Señor me ha concedido mi petición. Por eso se lo cedo al Señor de por vida, para que sea suyo." Después se postraron ante el Señor.
REFLEXION
A nuestra mentalidad puede parecerle extraño que una madre done a su hijo, apenas terminada su lactancia. Mucho más si se trata de un hijo tan anhelado. Aún más si se trata de entregar ese hijo a Dios. Para nuestra sociedad occidental la religión es un asunto personal, y por ello decidir la vida de una persona de cara a Dios se ve casi como una ofensa a la libertad del individuo. Por todo ello, la primera lectura de hoy nos obliga a preguntarnos sobre nuestras propias opciones y nuestro modo de entender la libertad. Procedamos por orden. Ana había pedido un niño a Dios, porque era estéril. No quiere, sin embargo, ser dueña de una vida sino testigo de una victoria. Y eso es lo que le da Dios y lo que ella canta, según hemos escuchado hoy: una victoria. La historia de Ana ha quedado señalada por el poder del Dios vivo y no por las fuerzas de la muerte o de la nada. El niño no es objeto de posesión sino señal de bendición. Una lección para nosotros: pedir a Dios algo no puede ser excluir a Dios de su pleno señorío sobre todo y sobre todos.
Hoy la liturgia nos trae dos cánticos muy similares, Ana canta con júbilo irreprimible que Dios ha vencido; María como lo veremos en el evangelio proclama con entusiasmo contagioso que Dios es grande y misericordioso. Creemos en un Dios que salva, un Dios que no es espectador lejano ni gerente ocupado de un universo ancho y ajeno.
SALMO INTERLECCIONAL 1SAMUEL 2
R./ Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador

Mi corazón se regocija por el Señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación. R.

Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía. R.

El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece. R.

Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria. R.

OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
El salmo continúa el cántico de Ana, aunque si detallamos bien esta parte, nos damos cuenta de que este himno en realidad es un Salmo de victoria pronunciado por un rey al volver triunfante de la batalla. El autor lo introduce aquí atraído por la referencia a “la mujer estéril y a la mujer fecunda”(1Sam 2,5). El tema central del canto es la historia y el modo como en ella acontece Dios, por eso se nos muestran situaciones que cambian, y no cambian por suerte sino por voluntad de Dios: los valientes resultan tímidos y los cobardes llenos de valor; los satisfechos piden pan y los hambrientos engordan.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 1,46-56

“El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí”
En aquel tiempo, María dijo: "Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre." María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El canto del “Magníficat” origina la reflexión sobre la forma como Dios hace presencia en la historia de la salvación y especialmente en su revelación más plena, la de su encarnación histórica. La primera parte de este canto se centra en la personalidad de María, y la segunda hace universalizable la experiencia de María proyectándola a la relación de Dios con toda la humanidad. Es el canto que invierte los parámetros de la historia, mostrando que la acción de Dios se va realizando en los que son considerados los desechables humanos. El Dios del Evangelio se fija de manera personal y comunitaria en nosotros, humanos, para vincularnos a su proyecto, presentándonos a María como la  mujer que denuncia la injusticia y la opresión; como la mujer que se solidariza con los pobres y los reivindica en su lucha por la dignidad. El “Magníficat”  es el canto que muestra su compromiso por un mundo donde reine la vida, por un mundo totalmente otro: el de la justicia y el derecho divinos. El cántico de María se hace revolucionario (en su sentido más cabal), porque pone en la palestra las opciones que Dios hace, aquéllas que asumen la auténtica liberación de las estructuras injustas que mantienen al pueblo esclavizado por la  discriminación, el hambre, la guerra y el abandono. 

ORACIÓN
Bendito seas, mi Dios porque nos has mostrado muchas veces tu mano y tu salvación; porque nos has llenado de bendiciones más allá de nosotros mismos, porque nos levantas del polvo y nos regalas de los dones abundantes de tu Espíritu. Te pedimos nos ayudes a poner al servicio de los demás, todos los dones y talentos que nos has dado, y que como María, seamos desprendidos de nosotros mismos,  luchemos por los más desvalidos y desamparados, por una realidad donde se respete la vida, la dignidad,  la justicia, la verdad, la libertad de todos. Amén


“Llamados(as) como María a denunciar la injusticia y la opresión, a ser solidarios y reivindicar la lucha por la dignidad”  

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