martes, 1 de diciembre de 2015

Martes 23 de Diciembre de 2015

“DIOS NOS DA EL NOMBRE PARA LA MISIÓN”

PRIMERA LECTURA
MALAQUÍAS 3,1-4.23-24

“Os enviaré al profeta Elías antes de que llegue el día del Señor”
Así dice el Señor: "Mirad, yo envío a mi mensajero, para que prepare el camino ante mí. De pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis, el mensajero de la alianza que vosotros deseáis. Miradlo entrar -dice el Señor de los ejércitos-. ¿Quién podrá resistir el día de su venida?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un fundidor que refina la plata, como a plata y a oro refinará a los hijos de Leví, y presentarán al Señor la ofrenda como es debido. Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos. Mirad: os enviaré al profeta Elías antes de que llegue el día del Señor, grande y terrible. Convertirá el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, para que no tenga que venir yo a destruir la tierra." Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
Para que podamos comprender bien el sentido de la primera lectura, hay que ubicar a Malaquías en el contexto vital que lo rodeaba; nuestro profeta, en el siglo V antes de Cristo, está en un tiempo de restauración política, que el querría que fuera también religiosa, se queja de los abusos que hay en el pueblo y en sus autoridades. El culto del Templo es muy deficiente, por desidia de los sacerdotes. De parte de Dios, anuncia reformas y sobre todo el envío de un mensajero que prepare el camino del mismo Señor. Su venida será gracia y juicio a la vez, será fuego de fundidor, que purifica quemando, para que la ofrenda del Templo sea dignamente presentada ante el Señor. ¿Quién podrá resistir el día de su venida? Una de las características de la misión de este mensajero será que “Convertirá el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres”.   

SALMO RESPONSORIAL: 24
R./Levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R.

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza. R.

OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
Este es un canto a la bondad y al amor de Dios y petición humilde de orientación y enseñanza. El cristiano sabe que el amor de Dios se hizo presente de manera nueva  e insuperable en la persona de Jesús. Él es quien debe guiarlo y  enseñarle la verdad que conduce a la vida.  

LECTURA DE EVANGELIO
LUCAS 1,57-66

“El nacimiento de Juan Bautista”
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: "¡No! Se va a llamar Juan." Le replicaron: "Ninguno de tus parientes se llama así." Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: "Juan es su nombre." Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: "¿Qué va a ser este niño?" Porque la mano del Señor estaba con él. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN

Este pasaje del Evangelio muestra que las promesas de Dios se cumplen. El cumplimiento de las palabras del ángel a Zacarías se da en el nacimiento de un hijo al que llamarían Juan, y su consagración por el Espíritu de Dios. Juan es la bisagra profética que cierra el Antiguo Testamento y abre la irrupción del Nuevo; la irrupción hecha realidad en el Mesías de Dios por excelencia, Jesús. De nuevo la alegría es la respuesta a la acción misericordiosa de Dios ante la imposibilidad humana.  Con sencillez y sobriedad Lucas nos relata el nacimiento de Juan como un acontecimiento que produce mucha alegría a amigos y familiares de Zacarías e Isabel. Las felicitaciones eran para la pareja, que de estériles pasaron a ser padre y madre. A los ocho días, en la ceremonia de incorporación al pueblo de Israel, con la circuncisión, el niño recibirá su nombre: Juan, todo un programa de vida y de misión. El nombre lo pondrá la madre, cosa no muy usual en ese tiempo, ya que su padre sigue mudo por la falta de fe que demostró en el anuncio que se le hizo, pero, una vez decidido el nombre, a Zacarías se le suelta la lengua, ya no hay motivo de dudas y él puede ver, plenamente realizado, el milagro que se le anunció. El que no creía en las promesas de Dios, Zacarías, ahora las reconoce en su realización. – Sordera y mudez muchas veces van juntas; cuando somos incapaces de oír a Dios, casi siempre nos incapacitamos para hablar con él.
Juan, este niño es don de Dios y no simplemente fruto de un capricho humano. Este niño está claramente llamado a realizar una misión en un momento crucial de la vida del pueblo de Dios,  ocupa, pues, un momento decisivo en la historia de la salvación. Este será el que anunciará la venida inexorable del reino y el reinado de Dios.
  Reflexionemos  hoy : ¿Nos ha preparado este Adviento para escuchar la voz de Dios y sus proyectos? ¿Nos ha preparado para oír lo que tiene planeado con el mundo? ¿Nos ha capacitado para hablar con Él? ¿Hemos crecido en oración y relación con Dios?

ORACIÓN
Bendito Dios, en este nuevo día que tú nos regalas queremos pedirte que a través de la acción de tu Espíritu, por medio de esta, tu Palabra,  nos hagas renacer en ti y para ti; si existen dudas en nuestra vida, aumenta nuestra fe, si hay sordera y mudez, abre nuestros oídos para escuchar tu voluntad y nuestros labios para alabarte, bendecirte, agradecer  y tener una nueva relación contigo y poder así  responder a tu llamado. Amén.     


“Respondamos con prontitud al llamado de colaborar con la obra de Dios, pero con alegría y sin quejas” 

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