“LA
FE NOS EXIGE ESTAR EN PLENA COMUNIÓN CON CRISTO”
PRIMERA
LECTURA
DEUTERONOMIO 6,4-13
“Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón”
Moisés habló al pueblo, diciendo: "Escucha, Israel: El Señor,
nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón,
con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán
en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa
y yendo de camino, acostado y levantado; las atarás a tu muñeca como un signo,
serán en tu frente una señal; las escribirás en las jambas de tu casa y en tus
portales. Cuando el Señor, tu Dios, te introduzca en la tierra que juró a tus
padres -a Abrahán, Isaac y Jacob- que te había de dar, con ciudades grandes y
ricas que tú no has construido, casas rebosantes de riquezas que tú nos has
llenado, pozos ya excavados que tú no has excavado, viñas y olivares que tú no
has plantado, comerás hasta hartarte. Pero, cuidado: no olvides al Señor que te
sacó de Egipto, de la esclavitud. Al Señor, tu Dios, temerás, a él sólo
servirás, sólo en su nombre jurarás." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Este
texto de Deuteronomio trae una frase que debemos sentir como nuestra: “Cuidado:
no olvides al Señor que te sacó de Egipto”, la preocupación de Moisés, en su
testamento, es que el pueblo tiene poca memoria: olvida fácilmente lo que Dios
ha hecho; así como nosotros hoy que cuando nos llega la dificultad olvidamos
todo lo que el Señor ha hecho en nuestras vidas. El encargo último de Moisés
es: “Escucha Israel, shema, Israel”, que es la oración principal de los judíos,
aún hoy. Una oración que recitan los creyentes tres veces al día. El “shema” es
el resumen de toda la espiritualidad del pueblo israelita. Es la actitud de
apertura a Dios con todo el corazón. Amarle es la única respuesta al amor
inmenso que Dios ha mostrado a su pueblo a lo largo de esos cuarenta años y
ante la perspectiva de un don como el que les va a dar, la tierra prometida.
SALMO RESPONSORIAL: 17
R./Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Yo te amo, Señor;
tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi
alcázar, mi libertador. R.
Dios mío, peña mía,
refugio mío, escudo mío,
mi fuerza
salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de
mi alabanza
y quedo libre de
mis enemigos. R.
Viva el Señor,
bendita sea mi Roca,
sea ensalzado mi
Dios y Salvador:
tú diste gran
victoria a tu rey,
tuviste
misericordia de tu Ungido. R.
OREMOS CON EL SALMO Y
ACERQUÉMONOS A SU CONTEXTO
Este salmo es una alabanza a Dios (puesta en boca de
David) por la protección que obtuvo en su lucha contra diversos enemigos. La
presencia de Dios se manifestó en medio de la tormenta. El tono guerrero de
este Salmo podemos tomarlo como una imagen literaria y aplicarla a realidades
nuevas, en el orden espiritual. También estamos en lucha con el pecado, con el
mal, con la muerte. Dios es el único que puede iluminar nuestras tinieblas.
Cristo el descendiente de David, es el Rey victorioso.
LECTURA
DEL EVANGELIO
MATEO 17,14-20
“Si tuvierais fe, nada os sería imposible”
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un hombre, que le dijo de rodillas:
"Señor, ten compasión de mi hijo, que tiene epilepsia y le dan ataques;
muchas veces se cae en el fuego o en el agua. Se lo he traído a tus discípulos,
y no han sido capaces de curarlo." Jesús contestó: "¡Generación
perversa e infiel! ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo
os tendré que soportar? Traédmelo." Jesús increpó al demonio, y salió; en
aquel momento se curó el niño. Los discípulos se acercaron a Jesús y le
preguntaron aparte: "¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros?" Les
contestó: "Por vuestra poca fe. Os aseguro que si fuera vuestra fe como un
grano de mostaza, le diríais a aquella montaña que viniera aquí, y vendría.
Nada os sería imposible." Palabra
del Señor.
REFLEXIÓN
La pregunta de los discípulos es pertinente: “¿por qué no pudimos
expulsarlo nosotros”? Y la respuesta de Jesús es contundente: “porque ustedes
tienen poca fe”. El muchacho poseído es el símbolo de todo un pueblo que carece
de los recursos suficientes para considerarse libre y, por lo tanto, sentir que
está en camino de construir su proyecto de igualdad, de humanización. Los
discípulos jamás llegarán por sí solos a transformar esa realidad que mantiene
al pueblo en la marginación y en estado de deshumanización; ante todo ellos
tienen que potenciar su fe y, sobre todo, hacerse conscientes de que es en la
fidelidad a Dios y a Jesús y su propuesta como pueden comenzar a darse cambios
en la sociedad.
Nuestro proyecto de cambio debe tener algo
distinto a los proyectos meramente humanos que tantas veces encontramos en
nuestro mundo. No somos agentes o trabajadores sociales al servicio de una
determinada institución o de una ideología que propugne el cambio social; antes
que nada somos seguidores de Jesús, quien nos exige una actitud y dinámica
nuevas, basadas en la fe y en el convencimiento de que su propuesta es la única
que puede generar formas de vida realmente nuevas.
ORACIÓN
Señor,
a través de la Palabra de hoy comprendemos que necesitamos pedirte que nos
regales la virtud de la fe , una fe auténtica, una fe en la que se confía
plenamente en ti, sin titubear, una fe que mueva montañas. Señor queremos ser
fieles a ti, danos del don de un corazón
que da y se compadece por otros, condúcenos
por el camino seguro en la construcción de una alternativa de una nueva de
sociedad, el camino del Reino de Dios. Amén.
“Si nos conformamos
con la fe que teníamos a los diez años, en la primera comunión, es lógico que
nuestro musculo espiritual este raquítico” (Papa Francisco)
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