“EL SERVICIO DE CRISTO
A LA HUMANIDAD NO TIENE LÍMITES”
PRIMERA
LECTURA
NÚMEROS
11,4B-15
“Yo
solo no puedo cargar con este pueblo”
En
aquellos días, los israelitas dijeron: "¡Quién pudiera comer carne! Cómo
nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto, y de los pepinos y
melones y puerros y cebollas y ajos. Pero ahora se nos quita el apetito de no
ver más que maná." El maná se parecía a semilla de coriandro con color de
bedelio; el pueblo se dispersaba a recogerlo, lo molían en el molino o lo
machacaban con el almirez, lo cocían en la olla y hacían con ello hogazas que
sabían a pan de aceite. Por la noche caía el rocío en el campamento y, encima
de él, el maná. Moisés oyó cómo el
pueblo, familia por familia, lloraba, cada uno a la entrada de su tienda,
provocando la ira del Señor; y disgustado, dijo al Señor: "¿Por qué tratas
mal a tu siervo y no le concedes tu favor, sino que le haces cargar con todo
este pueblo? ¿He concebido yo a todo este pueblo o lo he dado a luz, para que
me digas: "Coge en brazos a este pueblo, como una nodriza a la criatura, y
llévalo a la tierra que prometí a sus padres"? ¿De dónde sacaré pan para
repartirlo a todo el pueblo? Vienen a mí llorando: "Danos de comer
carne". Yo solo no puedo cargar con todo este pueblo, pues supera mis
fuerzas. Si me vas a tratar así, más vale que me hagas morir; concédeme este
favor, y no tendré que pasar tales penas." Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
Leeremos
durante cuatro días algunos pasajes del libro de Números, que debe su nombre a
que empieza con los censos de las tribus. Allí se continúa la historia de la
peregrinación del pueblo de Israel por el desierto desde el Sinaí hasta Moab, a
las puertas de la tierra prometida: los cuarenta años de odisea desde Egipto a
Canaán. El desierto fue una dura prueba para el pueblo de Israel. Aunque
continúan experimentando la cercanía de Dios, que los alimenta con el maná,
empiezan a quejarse con Moisés, aburridos de este alimento. Añoran la vida que
llevaban en Egipto, a pesar de ser esclavos. La impaciencia del pueblo, que
olvida todo lo que Dios y Moisés ha hecho por el, se va contra él… Y Moisés
también se desanima y, tentado de echarlo todo a rodar, se refugia en la
oración, una oración muy humana y sentida. ¿Porqué tratas mal a tu siervo…
porque le haces cargar con todo este pueblo?” La crisis es fuerte “ Yo solo no
puedo cargar con todo este pueblo. Si me vas a tratar así, más vale que me
hagas morir”
Moisés
aparece en un momento realmente de exasperación, Moisés que es un líder en todo
sentido, un hombre profundamente espiritual, con tiempos de oración y ayuno en
el Monte Sinaí, un hombre de santidad, y sin embargo, lo encontramos
quejándose, gimiendo… pero aún así, sigue adelante, sigue con la tarea, ora, y
de la oración saca nuevas fuerzas, habla con Dios, y de la Palabra de Dios saca
nueva luz y sigue conduciendo al pueblo. Es un hombre, es un hombre frágil como
nosotros, se cansa como nosotros, pero también nos está indicando a todos en
dónde está la fuente viva y en dónde podemos renovar nuestra esperanza, de
donde saldrán las ganas de seguir adelante, de dónde se puede arrebatar la
victoria. La perseverancia en la fe de Moisés va más allá del cansancio.
Nosotros
al igual también tenemos nuestros momentos de crisis y desánimo; vemos muy poco
fruto en el trabajo que estamos realizando, la rutina, la vida de cada día nos
produce cansancio, nuestras cargas se hacen más pesadas, nuestras tareas y
metas se ven cada vez más lejanas, más difíciles e imposibles. ¿Pero en
aquellos momentos de crisis que tipo de oración brota de nuestro corazón?
¿Hacemos realmente una oración sincera y realista, en la que exponemos con
confianza a Dios nuestra situación? ¿Pasamos tiempo con Él y le buscamos de
todo corazón?. En aquellas circunstancias el Señor nos invita a renovar
nuestras fuerzas, a buscarle de todo corazón como lo hizo Moisés, a beber de su
fuente, a cobrar nuevos ánimos y seguir adelante.
SALMO
RESPONSORIAL: 80
R.
/Aclamad a Dios, nuestra fuerza.
Mi
pueblo no escuchó mi voz,
Israel
no quiso obedecer:
los
entregué a su corazón obstinado,
para
que anduviesen según sus antojos. R.
¡Ojalá
me escuchase mi pueblo
y
caminase Israel por mi camino!:
en
un momento humillaría a sus enemigos
y
volvería mi mano contra sus adversarios. R.
Los
que aborrecen al Señor te adularían,
y
su suerte quedaría fijada;
te
alimentaría con flor de harina,
te
saciaría con miel silvestre. R.
OREMOS
CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS A SU
CONTEXTO
El
salmista invita al pueblo a celebrar una fiesta y a recordar las lecciones de
la historia, para poder obtener las bendiciones divinas. La fiesta cristiana
también es un recuerdo de la historia de salvación y una constante invitación a
ser fieles a Dios
LECTURA
DEL EVANGELIO
MATEO
14,13-21
“Alzó
la mirada al cielo, pronunció la bendición y dio los panes a los discípulos;
los discípulos se los dieron a la gente”
En
aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó
de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo
siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le
dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los
discípulos a decirle: "Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la
multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer." Jesús les
replicó: "No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer." Ellos
le replicaron: "Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces."
Les dijo: "Traédmelos." Mandó a la gente que se recostara en la
hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo,
pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los
discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y
recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin
contar mujeres y niños. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Jesús
se aleja de los centros urbanos al enterarse de la atroz muerte de Juan
Bautista, pero las multitudes le siguen. Jesús sana a los enfermos que se suman
a la multitud. Así da cumplimiento a un propósito que ha asumido y que ha
compartido con la comunidad que camina en pos de él (Mt 9,36). Propósito que ha
comenzado con la comunicación de la palabra, la misión compartida, la lucha
solidaria contra el mal y asumir la responsabilidad pastoral. En este episodio
la comunidad (Jesús y discípulos más cercanos) amplía sus límites en el momento
en que el mismo Jesús comienza a compartir su propio alimento, de modo que se
solidarizan con el pueblo de Israel, que busca el camino del Señor con sincero
corazón. El alimento compartido es escaso, sin embargo la bendición que se
imparte al comenzar la cena y la generosidad al repartirlo y compartirlo hace
que sea abundante. La precariedad de recursos no es un obstáculo ni para seguir
a Jesús ni para hacer realidad su propuesta. Los doce canastos llenos de sobras
simbolizan la eficacia de esa acción profética de Jesús, que convierte la
escasez en abundancia, esta es una ocasión para la solidaridad y nos enseña que
siempre habrá una ocasión para compartir.
La
lección de Jesús, no del milagro por el milagro, es que la comunidad tiene que
aprender a subsistir con lo que tiene, sumando esfuerzos; pero todo esto, en un
mundo cada vez más acaparador y codicioso, es un desafío, no para que las
comunidades acepten su situación en forma resignada, sino para que sean signos
de vida y lección para un mundo egoísta. Ser solidarios con los que más lo necesitan es
uno de los principales fundamentos del ser cristiano.
ORACIÓN
Gracias Señor por este maravilloso día, te pedimos
que podamos desde el alimento de tu Palabra y fuerza de tu Espíritu movernos en
solidaridad con los hermanos más necesitados, reconociendo que el verdadero amor no da cabida al
egoísmo, sino al amor y la generosidad.
Ayúdanos a unir fuerzas para compartir y que no busquemos acumular y acaparar. Amén
“Compartir
nuestros bienes y nuestro tiempo con los demás, hace posible el milagro de la
multiplicación”
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