viernes, 1 de mayo de 2015

Sábado 02 de Mayo de 2015


“EL ROSTRO DEL PADRE ES EL ROSTRO DEL HIJO”

PRIMERA LECTURA
HECHOS 13, 44-52

“Sepan que nos dedicamos a los gentiles”

El sábado de la semana siguiente, casi toda la ciudad se reunió para oír el mensaje del Señor. Pero cuando los judíos vieron tanta gente, se llenaron de celos y comenzaron a contradecir a Pablo y a insultarlo. Entonces Pablo y Bernabé, hablando con valentía, les contestaron:
--Teníamos la obligación de anunciar el mensaje de Dios en primer lugar a ustedes, que son judíos; pero ya que ustedes lo rechazan y no se consideran dignos de la vida eterna, nos iremos a los que no son judíos. Porque así nos mandó el Señor, diciendo: 'Te he puesto como luz de las naciones, para que lleves mi salvación hasta las partes más lejanas de la tierra.'
Al oír esto, los que no eran judíos se alegraron y comenzaron a decir que el mensaje del Señor era bueno; y creyeron todos los que estaban destinados a tener vida eterna. Así se predicó el mensaje del Señor por toda aquella región. Pero los judíos hablaron con algunas mujeres piadosas y honorables, y con los hombres importantes de la ciudad, y los incitaron a comenzar una persecución contra Pablo y Bernabé, para echarlos de la región. Entonces estos sacudieron el polvo de sus pies en señal de protesta contra aquella gente, y se fueron a Iconio. Pero los creyentes estaban llenos de alegría y del Espíritu Santo. Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
Pablo y Bernabé siguen su misión, ellos tenían un modo de obrar muy claro en la difusión del Evangelio. No iban simplemente de un lado a otro. ¿Qué hacían? Su punto de partida evidente son las comunidades judías que habían sufrido la dispersión, comunidades que habían  tenido que salir y vivir en otras naciones. Y aunque un número de ellos regresó a Jerusalén y a Judea en la época de Ciro de Persia, la mayor parte nunca regresó a la tierra que Dios había prometido. Cuando Pablo y Bernabé empiezan su misión de predicación del Evangelio no parten de cero sino de su propia experiencia. Ellos como judíos han encontrado en Jesucristo que Dios ha cumplido las promesas que fueron hechas a los patriarcas y pregonadas por los profetas. Y es eso precisamente lo que llevan como noticia gozosa a las comunidades de judíos de la dispersión. 

Esta noticia encuentra varios tipos de acogida. Hay alegría, pero también perplejidad; alabanza a Dios, pero también dura oposición e incluso persecución. Para algunos tal vez esta noticia, llegó demasiado tarde. Imaginemos un naufragio y pensemos que los marineros han llegado a acostumbrarse tanto al bote salvavidas que luego no quieren buscar la playa ni subir al barco que viene a rescatarlos. Nace así la desconfianza en los líderes, la persecución abierta y la oposición al Evangelio entre los judíos.
A nosotros nos puede suceder lo mismo, esta vida, si la miramos en su conjunto es también una estación, un momento de paso, y todos los habitantes de esta tierra somos como náufragos de una desventura que se llama el pecado, desde la orilla, Cristo, el Cristo de la Pascua, nos aguarda a todos, pues todos hemos sido salvos sólo por su gracia. Pasando el mar, en la playa está Jesús, y allí, teniendo invitado a su pueblo, prepara una fogata de amor... con los maderos del bote salvavidas sólo para nosotros.

SALMO RESPONSORIAL: 97
R: Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.

OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
Se le ha dado a  este Salmo varios títulos, tales como “El Juez de la Tierra” o “Canto de alabanza a Dios después de la victoria”. Está inspirado en el libro de Isaías (caps. 56-66). Una victoria del pueblo sirve de ocasión al poeta para dirigir a las naciones toda una invitación para que vengan  a cantar a Dios, reconociendo su poderío y su fidelidad a las promesas hechas a su pueblo. A pesar de su brevedad incluye este salmo dos fragmentos de distinta procedencia: acción de gracias por su liberación y anuncio del reino del Señor Dios.
                                                                   
LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 14, 7-14

“Quien me ha visto a mí ha visto al Padre”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto." Felipe le dice: "Señor, muéstranos al Padre y nos basta." Jesús le replica: "Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré." Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
Jesús enfatiza a los discípulos que ya conocen al Padre porque lo han visto y conocido a él. Esta afirmación provoca la intervención de Felipe: “muéstranos al Padre”. Sabemos que se trata de un recurso pedagógico empleado por el autor del cuarto evangelio para profundizar un tema teológico dándole la relevancia necesaria. Jesús interpela a Felipe con el mismo tema que en pasajes anteriores ha venido trabajando: él y su Padre son una misma realidad. Entre ellos existe una comunión tan íntima, tan profunda, hasta el punto que quien ve a Jesús -el Hijo- ve al Padre. Pero el asunto es todavía más profundo: creer en Jesús es creer en las obras que él realiza como provenientes del Padre. Pero, a su vez, quien cree en Jesús está llamado a realizar sus mismas obras, e incluso mayores. De tal forma que la fe en Jesús no es una simple adhesión, sino que implica un modo de obrar según el obrar del Padre revelado en la persona de Jesús. ¿Tenemos nuestra mirada del corazón fija en el actuar de Jesús, para que realicemos las obras del Padre? ¿Actuamos en nombre del Padre, o pretendemos hacer nuestro propio capricho utilizando el nombre de Dios?
ORACIÓN
Amado Padre que maravilloso es el haberte dado a conocer al mundo a través de tu Hijo Jesucristo. Gracias por permitirnos entrar a las Escrituras y descubrir la magnitud de tu esencia, de tu amor de entrega que nos rescata, nos transforma y nos hace  volver a ti. Que reconfortante es experimentarte a través de Jesús, como el Dios de la Vida y el Amor. Gracias Señor. Amén.


“No debemos quedarnos en una fe pasiva y sin compromiso”

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