viernes, 1 de agosto de 2014

Viernes 01 de Agosto de 2014


“PROFETA DE LOS TIEMPOS Y DE LA ESCUCHA”

Primera lectura
Jeremías 26, 1-9

“El pueblo se juntó contra Jeremías en el templo del Señor”

Al comienzo del reinado de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra del Señor a Jeremías: Así dice el Señor: Ponte en el atrio del templo y di a todos los ciudadanos de Judá que entran en el templo para adorar, las palabras que yo te mande decirles; no dejes ni una sola.

A ver si escuchan y se convierte cada cual de su mala conducta, y me arrepiento del mal que medito hacerles a causa de sus malas acciones. Les dirás: "Así dice el Señor: Si no me obedecéis, cumpliendo la ley que os di en vuestra presencia, y escuchando las palabras de mis siervos, los profetas, que os enviaba sin cesar (y vosotros no escuchabais), entonces trataré a este templo como al de Silo, a esta ciudad la haré fórmula de maldición para todos los pueblos de la tierra."

Los profetas, los sacerdotes y el pueblo oyeron a Jeremías decir estas palabras, en el templo del Señor.

Y, cuando terminó Jeremías de decir cuanto el Señor le había mandado decir al pueblo, lo agarraron los sacerdotes y los profetas y el pueblo, diciendo: Eres reo de muerte. ¿Por qué profetizas en nombre del Señor que este templo será como el de Silo, y esta ciudad quedará en ruinas, deshabitada?"

Y el pueblo se juntó contra Jeremías en el templo del Señor.   Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
Jeremías tiene un difícil encargo: debe predicar las consecuencias del pecado. Esto es hablar con la verdad, y por eso, cuando la gente no quiere oír la verdad no quiere oír que sus pecados tendrán consecuencias. De hecho, para pecar y para seguir pecando es preciso engañar o engañarse  creyendo que nuestras faltas no tendrán consecuencias. Pero Jeremías es de Dios y Dios le ha encargado hablar de eso que nadie quiere oír: pecar trae consecuencias.

Santa Catalina de Siena dijo una vez que la estrategia del mal para llevar a la gente a la condenación era esta: durante la vida, vendarles los ojos para que no vieran lo que estaban haciendo; a la hora de la muerte, quitarles la venda de repente y obligarlos a ver la gravedad espantosa de las faltas cometidas. Este plan es una conjunción de indolencia irresponsable y desesperación arrogante: vivir distraídos para morir desesperados.

Como Dios nos ama, Dios lucha contra  esta estrategia del mal, y lo hace sobre todo a través de medios que nos pueden parecer muy ordinarios, como es la voz de nuestra conciencia y la voz de aquellos que, como Jeremías, despiertan a esa conciencia mostrándole las consecuencias de nuestros actos. Está en nosotros qué suceda después: podemos rechazar a Dios y a su profeta, como hicieron los judíos con Jeremías, pero ciertamente también podemos acoger el amor de Dios, así nos parezca severo, y emprender un camino nuevo y mejor.

Salmo responsorial: 68
R. / Que me escuche tu gran bondad, Señor.

Más que los pelos de mi cabeza
son los que me odian sin razón;
más duros que mis huesos,
 los que me atacan injustamente.
¿Es que voy a devolver
lo que no he robado? R.

Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.
Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre;
porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. R.

Pero mi oración se dirige a ti,
Dios mío, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude. R.

OREMOS CON EL SALMO y acerquémonos a su contexto
Esta angustiosa lamentación tiene muchos rasgos comunes con el Salmo 22, en especial, la dramática descripción de la enfermedad y los sufrimientos que dan motivo a la súplica (vs. 2-5). Entre estos últimos, el salmista menciona particularmente el desprecio de que es objeto por su fidelidad a la causa de Dios y su amor hacia el Templo (vs. 8-13). Así hace presente al Señor que su enfermedad pone en juego el honor divino, porque si él muere, todos los fieles quedarán expuestos a la burla de sus enemigos (v. 7).Los vs. 36-37 indican que el Salmo fue compuesto poco tiempo después del exilio babilónico.

lectura del evangelio
Mateo 13, 54-58

¿No es el hijo del carpintero? Entonces, ¿De dónde saca todo eso?

En aquel tiempo fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada: "¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos, Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?".Y aquello les resultaba escandaloso.

Jesús les dijo: "Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta". Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.  Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Jesús regresa a su pueblo después de haber proclamado el sermón de las parábolas. La intimidad con el Padre le permite llamarlo “Abba”. Jesús nos revela la presencia de un Dios Padre y Madre que no se cansa de acompañar a su pueblo en el camino de la historia. Pero Jesús sigue siendo para la gente de su pueblo el hijo del carpintero. ¿Cómo unir estas dos realidades? Imposible sin la fe. Es lo que sucede con sus paisanos y con su misma familia. Siempre es bueno regresar al lugar donde se nace, pero que difícil allí la profecía. Dios, para la conciencia de la gente de Nazaret está lejos y es demasiado excelso. Para la gente de su pueblo esa sabiduría solo se puede conseguir en alguna escuela rabínica de Jerusalén, que no es el caso de Jesús, hijo del carpintero y de María. Su adhesión a la ley no les permite entender los milagros de Jesús, no como espectáculos de poder sino como signos del Reino del amor y la solidaridad con los marginados. La falta de fe impide ver más allá de nuestras narices. La fe en cambio nos habilita para abrir nuestra vida a las novedades cotidianas del Reino.

ORACIÓN
Dios Padre te gozas en quienes se han propuesto menguar para que crezcas Tú y han buscado quebrantar su corazón, su vida y su voluntad a la tuya, escuchándote y proclamando tu Palabra, denunciando y anunciando el verdadero Reino. Ayúdanos Señor como a ellos y ellas para que logremos también ser esos profetas y profetisas que Tú esperas de nosotros(as). Amén

“Fidelidad, responsabilidad y confiabilidad forman la base para cualquier conquista”


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