viernes, 1 de febrero de 2013

Viernes 22 de Febrero de 2013



“EL SUCESOR DE PEDRO DA TESTIMONIO DE LA GLORIA QUE NOS ESPERA”

PRIMERA LECTURA
1ª PEDRO 5,1-4

“Presbítero como ellos y testigo de los sufrimientos de Cristo”
Queridos hermanos: A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
En este texto se hace una exhortación a aquellas personas que están encargadas y son líderes de los grupos de creyentes, grupos apostólicos, religiosos, a aquellas personas que son cabeza de las comunidades cristianas. En el Nuevo Testamento la imagen del pastor que se aplica a Jesús en Juan 10, y luego al apóstol Pedro en Juan 21,15-17 nos ayuda a entender como es la misión de aquellos responsables de la comunidad. Para eso el autor da tres recomendaciones, tres consejos que sintetizan la misión de un Pastor: v 2,3.
Tenemos claro el ejemplo del sumo Pastor que es Jesucristo, que recompensará a aquellos que hayan compartido con mucha generosidad, apacentado, vigilando y siendo verdaderos modelos de su amor, en el ministerio encomendado de ser verdaderos pastores.

SALMO RESPONSORIAL: 22
R. / El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor,
nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. R.

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 16,13-19

“Tú eres Pedro, y te daré las llaves del Reino de los Cielos”
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?" Ellos contestaron: "Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas." Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Simón Pedro tomó la palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo." Jesús le respondió: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
El centro del relato que leemos hoy es la confesión de Pedro, afirmación y a la vez experiencia personal. Jesús dirige a sus discípulos una doble pregunta que tiene como objetivo hacerles tomar posición con respecto a su persona. La primera pregunta está referida a lo que la gente piensa del Maestro; a esto los discípulos responden sin dificultad, basándose en las consideraciones de la gente que le sigue. Sin embargo, a la segunda pregunta los discípulos no pueden responder a partir de los mismos criterios; tienen que responder según su propia experiencia, según su convicción personal; no es ya una simple opinión poco comprometida, sino una verdadera respuesta que exprese su opción de vida.
Y es Pedro el que confiesa que Jesús es el Mesías; y no se trata de que Pedro tenga cualidades humanas únicas, o lo que hoy llamaríamos un "perfil" de líder irreprochable con una personalidad arrolladora. La Biblia es tan sincera y descarnada en presentar las fallas de Pedro como suele serlo con todos los demás: Moisés, David, Zacarías, Pablo...
Pedro ha sido elegido por amor y en el misterio de esa elección nace otro misterio, que es el don de una fe singularmente robusta. Si algo construyó Cristo en Pedro fue el regalo de esa fe maravillosa, bella e inquebrantable, sobre la que es posible sostener y alimentar la fe de los demás discípulos.
Pedro escogió su opción de vida, una opción en Jesús, por ello su confesión es tan importante, pues es una confesión fruto de una revelación divina, es decir, de su proceso de fe, de una apertura a la acción de Dios a través de la Palabra anunciada por el Maestro. Esta apertura a la acción divina de Dios (fe absoluta), representada en la figura de Pedro, es la base fundamental, es la piedra angular, el punto de apoyo de la comunidad de los discípulos de Jesús y lo será en realidad de la Iglesia entera.

ORACIÓN
Pedro, Pedro…  Señor  cuántos rasgos tenemos de él, a veces sabios y a veces necios, pero siempre dejándose guiar, aprendiendo y asumiendo la responsabilidad de ser tu discípulo(a) y apóstol(a) Gracias por tu paciencia y exhortación para formarnos y hacernos rocas donde otros se pueden recostar. Ayúdanos a desarrollar nuestra labor de guías, orientadores y acompañantes de procesos de cambio y seguimiento a ti. Amén   

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