viernes, 1 de febrero de 2013

Sábado 16 de Febrero de 2013



“CUARESMA: TIEMPO PARA SALIR AL ENCUENTRO DE LOS OTROS”

PRIMERA  LECTURA
ISAÍAS 58,9B-14

“Cuando partas tu pan con el hambriento..., brillará tu luz en las tinieblas”
Así dice el Señor Dios: "Cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia, cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía. El Señor te dará reposo permanente, en el desierto saciará tu hambre, hará fuertes tus huesos, serás un huerto bien regado, un manantial de aguas cuya vena nunca engaña; reconstruirás viejas ruinas, levantarás sobre cimientos de antaño; te llamarán reparador de brechas, restaurador de casas en ruinas.
Si detienes tus pies el sábado y no traficas en mi día santo, si llamas al sábado tu delicia, y lo consagras a la gloria del Señor, si lo honras absteniéndote de viajes, de buscar tu interés, de tratar tus asuntos, entonces el Señor será tu delicia. Te asentaré sobre mis montañas, te alimentaré con la herencia de tu padre Jacob." Ha hablado la boca del Señor. Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
Nos ofrece una descripción de acciones típicas y propias de la conversión. El profeta hoy como el día de ayer nos ofrece sugerencias muy concretas: no pide poner suavidad y bondad en todas nuestras relaciones, estar atentos al deseo de los demás, a las necesidades de los más desprotegidos . La idea es: reemplaza tus malas obras, tu indiferencia, tu omisión, por obrar haciendo el bien. Convertirse es aquí: obrar de otro modo.

Toda conversión supone dos cosas: un acto de confianza, por el que entregamos el control del proceso de cambio a Otro, es decir, a Dios; y un acto de obediencia, por el que nos dejamos moldear y rehacer en sus manos. La confianza nos abre a una escucha profunda y sincera; la obediencia nos lleva a realizar aquellos actos concretos que van dando un perfil nuevo a nuestra vida.
La lectura por otro lado nos habla de santificar el día Sábado. Durante el exilio de Babilonia la santificación del sábado había adquirido una real importancia a los ojos de los judíos, ya que esta práctica los distinguía de los pueblos paganos entre los que estaban diseminados. Pero el gran peligro era trasformar un acto bueno en una obligación que finalmente producía una buena conciencia. Revitalizar el sábado era ciertamente, una tarea digna de alabanza, con la condición de querer hacer de él un día realmente agradable al Señor, un día en el que el hombre pueda fortalecer su alma lejos del mundo y sus ocupaciones. Pero el culto se vuelve fácilmente hipócrita cuando ya no es una expresión de una vida de cara a Dios.

Una sugerencia muy precisa, no sólo para la cuaresma sino para toda la vida es entonces valorizar a fondo nuestros “domingos” que representan el antiguo sábados judío mencionado. Es necesaria la interrupción del ritmo avasallador de nuestras ocupaciones, nuestra relación con Dios necesita momentos de oración y reflexión explícita, en los que dicha relación se convierte en diálogo intenso, que implica todas las dimensiones de nuestra persona. El "día del Señor" es, por excelencia, el día de esta relación, en la que el hombre eleva a Dios su canto, haciéndose voz de toda la creación. Pero Dios no quiere el sacrificio por sí mismo, Dios quiere el sacrificio para el gozo y la alegría. “Entonces encontrarás tu “alegría” en el Señor …. Serás como un huerto bien regado, como un manantial levantarás las ruinas …. Y edificarás.

SALMO RESPONSORIAL: 85
R. / Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad.

Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti. R.

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti. R.

Porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 5,27-32
“No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan”
En aquel tiempo, Jesús vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme." Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Los fariseos y los escribas dijeron a sus discípulos, criticándolo: "¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?" Jesús les replicó: "No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Los fariseos se dirigen a los discípulos, como intermediarios para que Jesús les escuche. Y éste, ni lento ni perezoso, recoge el guante y lo devuelve con un refrán que habla de algo desconocido para sus mentes frías y sus corazones calculadores: No tienen necesidad del médico quienes tienen buena salud, sino los enfermos. Lamentablemente, hay demasiados cristianos, hombres y mujeres, atacados por una epidemia de fariseísmo. Piensan que la religión se reduce a lo que ellos le dan a Dios. No salieron de la idea del “Dios almacén”, donde se encuentra de todo, con tal de que se pague lo que se consume. Hay que pagar en novenas, velas y cumplimiento de promesas. No han descubierto que el seguir al Señor consiste en recibir de Dios lo que gratuitamente nos ofrece y retribuir con amor en respuesta a tanto amor. Como acaba de hacer Leví, el impuro, el excluido, el despreciado colaborador con el imperio. ¡Qué lejos estamos de la lógica de Jesús y de su Padre! ¡Qué lejos estamos de su Palabra que nos habla de integración, de inclusión, de no juzgar, de compartir, de perdón y gratitud!

ORACIÓN
A través de la experiencia de caminar contigo, Señor, hemos aprendido el verdadero sentido que tiene para ti la oración, el ayuno y el servicio. Por favor mantennos despiertos con la luz y la fuerza de tu Espíritu para realizar lo hermoso de tu voluntad: pensar y actuar por y con el otro, sin dejar de amarnos y de amarte, sino solo entregando la vida por amor sin esperar nada a cambio. Amén


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