“CUARESMA: TIEMPO PARA SALIR AL
ENCUENTRO DE LOS OTROS”
PRIMERA LECTURA
ISAÍAS 58,9B-14
“Cuando
partas tu pan con el hambriento..., brillará tu luz en las tinieblas”
Así dice el Señor Dios:
"Cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la
maledicencia, cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del
indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía.
El Señor te dará reposo permanente, en el desierto saciará tu hambre, hará
fuertes tus huesos, serás un huerto bien regado, un manantial de aguas cuya
vena nunca engaña; reconstruirás viejas ruinas, levantarás sobre cimientos de
antaño; te llamarán reparador de brechas, restaurador de casas en ruinas.
Si detienes tus pies el sábado y
no traficas en mi día santo, si llamas al sábado tu delicia, y lo consagras a
la gloria del Señor, si lo honras absteniéndote de viajes, de buscar tu
interés, de tratar tus asuntos, entonces el Señor será tu delicia. Te asentaré
sobre mis montañas, te alimentaré con la herencia de tu padre Jacob." Ha
hablado la boca del Señor. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
Nos
ofrece una descripción de acciones típicas y propias de la conversión. El
profeta hoy como el día de ayer nos ofrece sugerencias muy concretas: no pide
poner suavidad y bondad en todas nuestras relaciones, estar atentos al deseo de
los demás, a las necesidades de los más desprotegidos . La idea es: reemplaza
tus malas obras, tu indiferencia, tu omisión, por obrar haciendo el bien.
Convertirse es aquí: obrar de otro modo.
Toda
conversión supone dos cosas: un acto de confianza, por el que entregamos el
control del proceso de cambio a Otro, es decir, a Dios; y un acto de
obediencia, por el que nos dejamos moldear y rehacer en sus manos. La confianza
nos abre a una escucha profunda y sincera; la obediencia nos lleva a realizar
aquellos actos concretos que van dando un perfil nuevo a nuestra vida.
La
lectura por otro lado nos habla de santificar el día Sábado. Durante el exilio
de Babilonia la santificación del sábado había adquirido una real importancia a
los ojos de los judíos, ya que esta práctica los distinguía de los pueblos
paganos entre los que estaban diseminados. Pero el gran peligro era trasformar
un acto bueno en una obligación que finalmente producía una buena conciencia.
Revitalizar el sábado era ciertamente, una tarea digna de alabanza, con la
condición de querer hacer de él un día realmente agradable al Señor, un día en
el que el hombre pueda fortalecer su alma lejos del mundo y sus ocupaciones.
Pero el culto se vuelve fácilmente hipócrita cuando ya no es una expresión de
una vida de cara a Dios.
Una
sugerencia muy precisa, no sólo para la cuaresma sino para toda la vida es
entonces valorizar a fondo nuestros “domingos” que representan el antiguo
sábados judío mencionado. Es necesaria la interrupción del ritmo avasallador de
nuestras ocupaciones, nuestra relación con Dios necesita momentos de oración y
reflexión explícita, en los que dicha relación se convierte en diálogo intenso,
que implica todas las dimensiones de nuestra persona. El "día del
Señor" es, por excelencia, el día de esta relación, en la que el hombre
eleva a Dios su canto, haciéndose voz de toda la creación. Pero Dios no quiere
el sacrificio por sí mismo, Dios quiere el sacrificio para el gozo y la
alegría. “Entonces encontrarás tu “alegría” en el Señor …. Serás como un huerto
bien regado, como un manantial levantarás las ruinas …. Y edificarás.
SALMO RESPONSORIAL:
85
R. / Enséñame,
Señor, tu camino, para que siga tu verdad.
Inclina tu oído,
Señor, escúchame,
que soy un pobre
desamparado;
protege mi vida,
que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo,
que confía en ti. R.
Tú eres mi Dios,
piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy
llamando todo el día;
alegra el alma de
tu siervo,
pues levanto mi
alma hacia ti. R.
Porque tú, Señor,
eres bueno y clemente,
rico en
misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi
oración,
atiende a la voz de
mi súplica. R.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS
5,27-32
“No he
venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan”
En aquel tiempo, Jesús vio a un
publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
"Sígueme." Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció
en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran
número de publicanos y otros. Los fariseos y los escribas dijeron a sus
discípulos, criticándolo: "¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y
pecadores?" Jesús les replicó: "No necesitan médico los sanos, sino
los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se
conviertan." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Los fariseos se dirigen a los
discípulos, como intermediarios para que Jesús les escuche. Y éste, ni lento ni
perezoso, recoge el guante y lo devuelve con un refrán que habla de algo
desconocido para sus mentes frías y sus corazones calculadores: No tienen
necesidad del médico quienes tienen buena salud, sino los enfermos.
Lamentablemente, hay demasiados cristianos, hombres y mujeres, atacados por una
epidemia de fariseísmo. Piensan que la religión se reduce a lo que ellos le dan
a Dios. No salieron de la idea del “Dios almacén”, donde se encuentra de todo,
con tal de que se pague lo que se consume. Hay que pagar en novenas, velas y
cumplimiento de promesas. No han descubierto que el seguir al Señor consiste en
recibir de Dios lo que gratuitamente nos ofrece y retribuir con amor en
respuesta a tanto amor. Como acaba de hacer Leví, el impuro, el excluido, el
despreciado colaborador con el imperio. ¡Qué lejos estamos de la lógica de Jesús
y de su Padre! ¡Qué lejos estamos de su Palabra que nos habla de integración,
de inclusión, de no juzgar, de compartir, de perdón y gratitud!
ORACIÓN
A través de la experiencia de
caminar contigo, Señor, hemos aprendido el verdadero sentido que tiene para ti
la oración, el ayuno y el servicio. Por favor mantennos despiertos con la luz y
la fuerza de tu Espíritu para realizar lo hermoso de tu voluntad: pensar y
actuar por y con el otro, sin dejar de amarnos y de amarte, sino solo
entregando la vida por amor sin esperar nada a cambio. Amén
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