sábado, 1 de septiembre de 2012

Sábado 22 de Septiembre de 2012

“LA ESCUCHA DE LA PALABRA ES CERTEZA DE VIDA Y DE RESURRECCIÓN”


PRIMERA LECTURA
1Corintios 15, 35-37. 42-49

“Se siembra lo corruptible, resucita incorruptible”

Hermanos: Alguno preguntará: "¿Y cómo resucitan los muertos? ¿Qué clase de cuerpo traerán?" ¡Necio! Lo que tú siembras no recibe vida si antes no muere. Y, al sembrar, no siembras lo mismo que va a brotar después, sino un simple grano, de trigo, por ejemplo, o de otra planta. Igual pasa en la resurrección de los muertos: se siembra lo corruptible, resucita incorruptible; se siembra lo miserable, resucita glorioso; se siembra lo débil, resucita fuerte; se siembra un cuerpo animal, resucita cuerpo espiritual. Si hay cuerpo animal, lo hay también espiritual. En efecto, así es como dice la Escritura: "El primer hombre, Adán, fue un ser animado."
El último Adán, un espíritu que da vida. No es primero lo espiritual, sino lo animal. Lo espiritual viene después. El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo hombre es del cielo. Pues igual que el terreno son los hombres terrenos; igual que el celestial son los hombres celestiales. Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Mucha gente considera, de modo espontáneo, que nuestra fe se opone a la materia y el espíritu; siendo que la materia no es contraria al espíritu. La lectura de hoy nos ayuda a entender el grave error de quienes piensan de esa manera. Pero no es sólo esta lectura: es TODA la Biblia la que predica que es absurdo considerar mala a la materia. Ya desde el Génesis queda claro que hay un único Creador, Dios, que "vio todo lo que había hecho, y era muy bueno." Pero la lectura de hoy va más allá: no es sólo nuestro origen sino nuestro destino final el que muestra que el plan de Dios para con la materia es algo grande y sublime: ¡nuestro cuerpo será glorificado!

En efecto, así como el cuerpo de Cristo, una vez resucitado de entre los muertos ya no muere, así nuestro cuerpo será renovado de una manera que no entendemos pero que sí creemos, porque el testimonio de Dios, que resucitó a su Hijo, no puede ni engañarse ni engañarnos. Esto habla de la enorme dignidad del cuerpo humano, que, frágil y todo como es, vemos que ha sido llamado a un destino eterno y glorioso.

Una consecuencia importantísima de esta enseñanza es que no hay espacio para hablar de "reencarnación" en la fe cristiana. La reencarnación presupone que mi verdadero yo es completamente separable de mi cuerpo, y eso es sencillamente mentira. Nuestro destino no es pasearnos por esta tierra en distintas vidas sino participar de la vida que no acaba y que ya refulge en el Cuerpo Glorioso de nuestro Amado Señor y Salvador.

Salmo responsorial: 55
R. / Caminaré en presencia de Dios a la luz de la vida.

Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco,
y así sabré que eres mi Dios. R.

En Dios, cuya promesa alabo,
en el Señor, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo;
¿qué podrá hacerme un hombre? R.

Te debo, Dios mío, los votos que hice,
los cumpliré con acción de gracias;
porque libraste mi alma de la muerte,
mis pies de la caída;
para que camine en presencia de Dios
a la luz de la vida. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
Lucas 8, 4-15

“Los de la tierra buena son los que escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando”

En aquel tiempo se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola: "Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena, y, al crecer, dio fruto el ciento por uno". Dicho esto, exclamó: "El que tenga oídos para oír, que oiga". Entonces le preguntaron los discípulos: "¿Qué significa esa parábola?" El les respondió: "A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del Reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan.

El sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero con los afanes y riquezas y placeres de la vida se van ahogando y no maduran. Lo de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando". Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Las parábolas son fragmentos de la vida ordinaria, que nos ayudan a comprender la extraordinaria lógica de Dios. El evangelio de hoy nos ofrece un modelo de esa enseñanza de Jesús en la parábola del sembrador y, al mismo tiempo, nos conserva un testimonio de la comprensión de los primeros cristianos en la explicación que sigue a continuación. La parábola nos explica en el lenguaje cotidiano la lógica de Dios al sembrar con generosidad, sin reparar demasiado en la calidad de los terrenos. La explicación nos hace entender cómo la eficacia de la Palabra de Dios reside en la calidad de las personas que la acogen. La generosidad divina se aúna a la respuesta humana; una y otra constituyen la condición de posibilidad de la obra salvífica de Dios. – La evangelización junta lo extraordinario de la acción de Dios con lo ordinario de nuestra condición humana, para que los frutos alimenten a las nuevas generaciones de seguidores de Jesús. Cada creyente debe despejar las aves del oportunismo y la ambición, la cizaña del consumismo y de la cultura de la superficialidad, para ofrecer un buen terreno a esa palabra que Jesús siembra a diario en nuestro corazón. Si tenemos oído para su palabra, tendremos boca para comunicarla.

ORACIÓN
Ay, Señor tu Palabra es cada vez más maravillosa y diciente. Ayúdanos a comprender que aunque nacemos con este cuerpo débil y predispuesto a estar sin ti, nos has traído desde tu dimensión espiritual, no para vivir el ciclo natural de la existencia, sino para ser buena tierra que de fruto en el Espíritu. En busca de un mundo que despierte y se dé cuenta que más que carne, somos de Dios y que es desde aquí donde debemos restablecer tu Reino de Amor.

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