“LA CRUZ ES EL SIGNO PROFUNDO DEL AMOR ENTREGADO”
“Miraban a la serpiente de bronce y quedaban curados”
REFLEXIÓN
Esta primera lectura nos recuerda aquella escena extraña, en la cual el pueblo después de rebelarse muchas veces contra Dios, tiene que experimentar una especie de derrota; serpientes venenosas acechan a los israelitas y no pocos mueren, son atacados por estas serpientes, que por supuesto los muerden y así varios de ellos fallecen.
Entonces el pueblo cae en cuenta de que se ha rebelado contra Dios; y Moisés recibe de Dios, cuando intercede por el pueblo, una instrucción muy peculiar: sucede que hay que hacer una serpiente de bronce, de modo que los que son mordidos por las serpientes, levantan la mirada hacia la serpiente de bronce, y así son curados.
Este modo de obrar de Moisés indudablemente nos parece extraño, pero si lo analizamos mejor tiene una cierta lógica, porque la serpiente es aquel animal que tiene como gran arma obrar de modo astuto y escondido. Entonces la serpiente de bronce en realidad está sacando a luz lo que está oculto, está sacando a luz lo que está escondido. Esta serpiente de bronce es algo así como la acción de desenmascarar el mal. A través de ese gesto el mal queda a la luz, el mal tiene que presentarse tal cual es.
Y esto fue lo que sucedió en la Cruz de Cristo. Nosotros muchas veces no caemos en cuenta de la gravedad de nuestros pecados, sin embargo lo que sucede en la Cruz de Jesús nos está mostrando la gravedad del pecado; contemplando el dolor Cristo estamos mirando ciertamente el perdón de Dios, pero también estamos desenmascarando el mal.
Bendita entonces la Cruz de Cristo, que para nosotros ya no es signo de derrota sino que es signo de victoria, como lo fue también para los israelitas. Mucho más perfecta la victoria en Jesús, por supuesto, porque se trata ahora de la victoria sobre todo aquello que tenía poder de maldad en nuestras vidas.
Salmo responsorial: 77
R. / No olvidéis las acciones del Señor.
Escucha, pueblo mío, mi enseñanza,
inclinad el oído a las palabras de mi boca:
que voy a abrir mi boca a las sentencias,
para que broten los enigmas del pasado. R.
Cuando los hacía morir, lo buscaban,
y madrugaban para volverse hacia Dios;
se acordaban de que Dios era su roca,
el Dios Altísimo su redentor. R.
Lo adulaban con sus bocas,
pero sus lenguas mentían:
su corazón no era sincero con él,
ni eran fieles a su alianza. R.
Él, en cambio, sentía lástima,
perdonaba la culpa y no los destruía:
una y otra vez reprimió su cólera,
y no despertaba todo su furor. R.
LECTURA DEL EVANGELIO
Juan 3,13-17
“Tiene que ser elevado el Hijo del hombre”
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: "Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen el él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El Evangelio de Juan y su comunidad, nos ubican en el contexto de dialogo de Jesús con Nicodemo. Todas las realidades, incluso las más absurdas y negativas, pueden recibir un nuevo significado. La cruz y la serpiente eran en el antiguo Israel símbolo de maldición y destrucción; sin embargo, Moisés y Jesús en el evangelio, a través de sus acciones y palabras, les dan un nuevo significado. Moisés, al transformar la serpiente castigadora en un símbolo de sanación; Jesús, al convertir la cruz, patíbulo de los sediciosos en un símbolo de redención. El pecado que representa la serpiente es el negarse a dejar la esclavitud o servidumbre en Egipto y en empeñarse en seguir viviendo en el odio, en lugar de aceptar la libertad y el perdón que ofrece la tierra prometida. La cruz era en el mundo antiguo el castigo de todos aquellos que no aceptaban las condiciones de paz que imponía el imperio romano. La cruz, al igual que la serpiente de bronce, reciben en la tradición cristiana una nuevo significado y se convierten en símbolo de salud y redención. Nosotros como cristianos, hoy estamos llamados a dar un nuevo significado a muchas situaciones negativas que amenazan la vida humana. De igual modo, estamos llamados a dar nuevo significado a nuestros símbolos, para que se conviertan en testimonios de libertad, solidaridad, respeto y comunión en un mundo que exalta todo lo contrario.
Señor nos enseñas sobre el verdadero amor, el que se entrega y es capaz de convertirse, aun en medio de la renuncia. Ayúdanos a reconocer que necesitamos, basados en tus enseñanzas, aprender a mirarnos por dentro, a no juzgar y a guiar a otros, aunque haya quienes no lo entiendan y nos vean diferentes. Amén
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