“ACTUAR EN CONCIENCIA
Y DESDE LA MISERICORDIA DE DIOS”
PRIMERA
LECTURA
1Corintios
8, 1b-7. 11-13
Hermanos:
El conocimiento engríe, lo constructivo es el amor.
Quien
se figura haber terminado de conocer algo, aún no ha empezado a conocer como es
debido. En cambio, al que ama a Dios, Dios lo reconoce.
Vengamos
a eso de comer de lo sacrificado.
Sabemos
que en el mundo real un ídolo no es nada, y que Dios no hay más que uno; pues,
aunque hay los llamados dioses en el cielo y en la tierra-y son numerosos los
dioses y numerosos los señores-, para nosotros no hay más que un Dios, el
Padre, de quien procede el universo y a quien estamos destinados nosotros, y un
solo Señor, Jesucristo, por quien existe el universo y por quien existimos
nosotros.
Sin
embargo, no todos tienen ese conocimiento: algunos, acostumbrados a la
idolatría hasta hace poco, comen pensando que la carne está consagrada al ídolo
y, como su conciencia está insegura, se mancha. Así, tu conocimiento llevará al
desastre al inseguro, a un hermano por quien Cristo murió. Al pecar de esa
manera contra los hermanos, turbando su conciencia insegura, pecáis contra
Cristo. Por eso, si por cuestión de alimento peligra un hermano mío, nunca
volveré a comer carne, para no ponerlo en peligro. Palabra
del Señor.
REFLEXIÓN
Una
de las virtualidades de las Cartas de san Pablo es que, partiendo de
situaciones muy concretas y limitadas, saben darnos lecciones maravillosas de
un alcance inmenso, y prácticamente universal. La primera lectura de hoy es un
buen ejemplo de ello.
La
situación era esta: en un ambiente pagano como el de la ciudad de Corinto
algunos vendedores ofrecían o consagraban sus productos en ofrenda a los
dioses, con la esperanza manifiesta de que esos poderes sobrenaturales les
ayudaran a hacer buen dinero. Además del afán de lucro, siempre presente, su
petición tenía algo de angustioso cuando se trataba de vender carnes, pues la
falta de sistemas apropiados de conservación hacía de cada día de venta un día
de riesgo.
En
ese contexto, algunos cristianos sentían escrúpulos de comer esa carne
comparada en el mercado, porque sentían que comían algo que de algún modo
pertenecía a los dioses falsos, es decir, en últimas, a los demonios. Otros en
cambio, obraban con libertad de conciencia, muy seguros de que la fuerza de la
bendición que hemos recibido en Cristo es más poderosa que cualquier supuesta
maldición o atadura que estuviera ligada al consumo de ese alimento. Pablo evidentemente
pensaba de esta última forma.
Y
sin embargo su enseñanza es bella: no hagas de tu libertad de conciencia tu
máxima norma de vida: aún más importante que tu libertad es buscar el bien de
todos. Más importante que tener libertad es tener caridad. Y por eso propone lo
que hemos leído: que nuestro amor vaya más allá de preservar nuestros derechos.
Salmo
responsorial: 138
R.
/Guíame, Señor, por el camino eterno.
Señor,
tú me sondeas y me conoces;
me
conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. R.
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras. R.
Señor,
sondéame y conoce mi corazón,
ponme
a prueba y conoce mis sentimientos, mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno. R.
LECTURA DEL EVANGELIO
Lucas 6, 27-38
“Sed
compasivos, como vuestro Padre es compasivo”
En
aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "A los que me escucháis os digo:
Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que
os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla,
preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien
te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás
como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué
mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien
sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo
hacen. Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También
los pecadores prestan a otros pecadores con intención de cobrárselo. ¡No! Amad
a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada: tendréis un gran
premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y
desgraciados. Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis y no
seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis
perdonados; dad y se os dará; os verterán una medida generosa, colmada,
remecida, rebosante. La medida que uséis la usarán con vosotros. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El evangelio nos
propone lo que sería el núcleo de una ética comunitaria. La ética tiene como
finalidad identificar los principios que orientan la vida común de una
colectividad humana y, al mismo tiempo, adecuar esos principios para cada
momento y circunstancia particular. El mandato de “amar a los enemigos” que nos
propone la ética cristiana se refiere a dos ámbitos distintos: la comunidad y
la sociedad. A nivel comunitario no puede haber enemigos, ya que, si se
comparte el mismo ideal, estilo de vida y espiritualidad, las diferencias en
cuanto a la posesión de las cosas se pueden remediar de acuerdo a las
necesidades reales. A nivel social, el amor a los enemigos significa no
transformar las diferencias en un grito de guerra. Jesús mismo trata a sus
oponentes con máxima caridad, lo que no le impide decirles la verdad y
exigirles el debido respeto a las personas y a la ley. Nosotros tenemos el mismo desafío para
transformar las relaciones al interior de la comunidad cristiana y, fuera de la
comunidad, a nivel social. No podemos permitir que nuestras comunidades se
conviertan en foco de conflictos e injusticias en las que se reproduce la
guerra social.
ORACIÓN
Gracias
Amado Dios porque nos das muchas claves de tu ser para abrir nuestra mente y
corazón a al vivir misericordioso. Oh Señor que difícil parece, pero en ti lo
podremos lograr. Despójanos del ser viejo que vive según el mundo y haznos más como Tú. Amén.
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