miércoles, 1 de agosto de 2012

Lunes 13 de agosto 2012


“DIOS NUNCA ABANDONA A SU PUEBLO COMO NO ABANDONÓ A SU HIJO EN LA MUERTE”

PRIMERA LECTURA
Ezequiel 1, 2-5. 24-28c

“Era la apariencia visible de la gloria del Señor”

El año quinto de la deportación del rey Joaquín, el día cinco del mes cuarto, vino la palabra del Señor a Ezequiel, hijo de Buzi, sacerdote, en tierra de los caldeos, a orillas del río Quebar.

Entonces se apoyó sobre mí la mano del Señor, y vi que venía del norte un viento huracanado, una gran nube y un zigzagueo de relámpagos. Nube nimbada de resplandor, y, entre el relampagueo, como el brillo del electro.

En medio de éstos aparecía la figura de cuatro seres vivientes; tenían forma humana. Y oí el rumor de sus alas, como estruendo de aguas caudalosas, como la voz del Todopoderoso, cuando caminaban; griterío de multitudes, como estruendo de tropas; cuando se detenían, abatían las alas. También se oyó un estruendo sobre la plataforma que estaba encima de sus cabezas; cuando se detenían, abatían las alas.

Y por encima de la plataforma, que estaba sobre sus cabezas, había una especie de zafiro en forma de trono; sobre esta especie de trono sobresalía una figura que parecía un hombre. Y vi un brillo como de electro (algo así como fuego lo enmarcaba) de lo que parecía su cintura para arriba, y de lo que parecía su cintura para abajo vi algo así como fuego. Estaba nimbado de resplandor. El resplandor que lo nimbaba era como el arco que aparece en las nubes cuando llueve. Era la apariencia visible de la gloria del Señor. Al contemplarla, caí rostro en tierra.   Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
La primera lectura de hoy se halla al comienzo de la profecía de Ezequiel. Lo más importante es que se trata de un texto vocacional, es decir, un pasaje que nos cuenta cómo Ezequiel fue llamado al ministerio profético.
Aunque el lenguaje resulta un poco extraño y decididamente recargado para nuestro gusto y para los estilos actuales de escribir y hablar, el mensaje central parece claro: estamos ante una manifestación de la gloria de Dios y Ezequiel está sobrecogido, abrumado por la belleza y potencia que se muestra ante sus ojos. Su respuesta es básicamente rendirse ante la majestad divina.
Entre tantos símbolos podemos encontrar algo que se repite: la luz. Toda esta visión de Ezequiel habla de luz, luz del relámpago, del fuego, de las piedras preciosas, del arco iris. Al profeta casi se le acaban las palabras queriendo grabar en nuestro corazón que hay mucha luz cuando Dios se manifiesta, una luz de victoria, de soberanía, de imperio.
Y luego otra metáfora que se halla más de una vez en la Biblia: el ruido de muchas aguas, el fragor de aguas caudalosas. Esta comparación alude a un sonido que se impone. Si hemos tenido la experiencia de estar cerca de una catarata o de un arroyo o quebrada grande, sabemos que es casi imposible hablar, porque esa "voz" lo llena todo. La explicación física es que el agua al rebotar y colisionar produce ondas en casi todas las frecuencias auditivas, impidiendo así que otras ondas se escuchen. Mas lo que importa aquí es el significado: cuando llega Dios hay un mensaje, una "voz" que lo colma todo y que no da espacio para más "voces." Su palabra es sencillamente definitiva.

Salmo responsorial: 148
R. /  Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo, todos sus ángeles;
alabadlo, todos sus ejércitos. R.

Reyes y pueblos del orbe,
príncipes y jefes del mundo,
los jóvenes y también las doncellas,
los viejos junto con los niños. R.

Alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime.
Su majestad sobre el cielo y la tierra. R.

El acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
Mateo 17, 22-27

“Lo matarán, pero resucitará. Los hijos están exentos de impuestos”

En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos la Galilea, les dijo: "Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres; lo matarán, pero resucitará al tercer día". Ellos se pusieron muy tristes.

Cuando llegaron a Cafarnaúm, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: "¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas? Contestó: "Sí". Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: "¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?" Contestó "A los extraños". Jesús les dijo: "Entonces los hijos están exentos. Sin embargo, para no darles mal ejemplo, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti".  Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Hoy, al igual que hace dos milenios, hay impuestos de todo y para todo. Pero, en la tierra de Jesús, los impuestos se pagaban por partida doble: para las autoridades romanas y para las autoridades judías. ¿En qué terminaban esos impuestos? Muy pocas veces en obras de beneficio público. La mayoría de las veces se utilizaban para cubrir las extravagancias de los reyes herodianos e inútiles campañas guerreras para hostigar a los vecinos. El evangelio nos narra el pago del impuesto por parte de Jesús, no porque esté de acuerdo con ese sistema, sino porque sus exigencias de justicia van más allá de las reformas al sistema tributario. Jesús sabe que los reyes judíos estaban obligados por la ley a tratar a sus súbditos como hermanos (Deuteronomio 17, 14-20) y que, por lo mismo, toda carga tributaria que no redundara en beneficio público era injusta e innecesaria.  En la actualidad la mayor parte de nosotros no percibimos las implicaciones de nuestras acciones. Somos conscientes solo de una parte de los tributos que nuestras sociedades nos exigen y que van más allá del dinero: la televisión captura nuestro tiempo libre y nuestra imaginación; las redes virtuales atrapan nuestros afectos y, por último, la publicidad acapara nuestras devociones. ¿Cómo podemos liberarnos de esta realidad?

ORACIÓN
Dios Padre y Madre, hoy te damos gracias,  porque nos revelas como te preocupas por nosotros con bondad y misericordia, así como lo hiciste por tu amado Hijo, a quien le permitiste llevar a feliz término su principal misión en esta tierra y hoy puedes Tú y Él, habitar en nuestros corazones y nosotros sentir y vivir la certeza de tu bendita existencia en la nuestra. Gracias

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