"NO SIEMPRE ES FÁCIL
COMPRENDER LAS BUENAS NOTICIAS DE DIOS"
PRIMERA
LECTURA
Jeremías 31, 31-34
“Haré una alianza nueva y no recordaré sus pecados”
"Mirad
que llegan días -oráculo del Señor- en que haré con la casa de Israel y la casa
de Judá una alianza nueva. No como la alianza que hice con sus padres, cuando
los tomé de la mano para sacarlos de Egipto: ellos quebrantaron mi alianza,
aunque yo era su Señor -oráculo del Señor-.
Sino
que así será la alianza que haré con ellos, después de aquellos días -oráculo
del Señor-: Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré
su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el
otro a su hermano, diciendo: "Reconoce al Señor." Porque todos me
conocerán, desde el pequeño al grande -oráculo del Señor-, cuando perdone sus
crímenes y no recuerde sus pecados."
Palabra de Dios.
reflexión
La lectura de hoy nos invita a descubrir el límite de la alianza que se
celebró con Moisés como mediador. De esa alianza lo único que se dice es que
los antiguos padres la rompieron y de ahí sólo vino el escarmiento. Es decir,
el ciclo propio de esa alianza es: un pacto razonable, una infracción sin
disculpa, un castigo lógico pero también espantoso. El tiempo del pacto fue con
Moisés; infracción fue prácticamente todo lo que siguió en el desierto, con los
jueces y con los reyes; el castigo será la deportación.
Todo
eso es lógico pero la lógica no salva a nadie. La lógica sólo establece que hay
una proporción entre la ofensa y el castigo, pero no tiene fuerza para evitar
la ofensa ni tampoco para hacer que nazca vida a partir del castigo. Según esto
mismo, el amor tiene algo de ilógico, o de absurdo, si se quiere. Amar es
interrumpir el curso lógico de los acontecimientos interponiendo en la mitad un
nuevo comienzo que se llama "perdón" y cuya esencia se llama
"gracia."
El
nuevo comienzo en este mensaje de Jeremías es precisamente la Nueva Alianza de
la que aquí se empieza a hablar y que vendrá a celebrarse sólo con Jesucristo.
Exactamente eso es lo que oímos en la Eucaristía: "Este es el cáliz de mi
Sangre, Sangre de la Alianza nueva y eterna..."
Salmo responsorial: 50
r. / Oh
Dios, crea en mí un corazón puro.
Oh Dios,
crea en mí un corazón puro,
renuévame
por dentro con espíritu firme;
no me
arrojes lejos de tu rostro,
no me
quites tu santo espíritu. R.
Devuélveme
la alegría de tu salvación,
afiánzame
con espíritu generoso:
enseñaré
a los malvados tus caminos,
los
pecadores volverán a ti. R.
Los
sacrificios no te satisfacen:
si te
ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi
sacrificio es un espíritu quebrantado;
un
corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. R.
Lectura del evangelio
Mateo 16, 13-23
“Tú eres Pedro, y te daré las llaves del Reino de los
cielos”
En
aquel tiempo llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo y preguntaba a sus
discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Ellos
contestaron: Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno
de los profetas. El les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios
vivo". Jesús le respondió: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!,
porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está
en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del Reino
de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que
desates en la tierra, quedará desatado en el cielo". Y les mandó a los
discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
Desde
entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén
y padecer allí mucho por parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados, y
que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte
y se puso a increparlo: "¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede
pasarte". Jesús se volvió y dijo a Pedro: "Quítate de mi vista,
Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Qué
significa “pensar como Dios”? La cultura nos enseña a pensar únicamente en
términos de conveniencia económica. Si es productiva, si es rentable, si se
ajusta al presupuesto, entonces cualquier cosa es buena. Hace dos mil años
pensaban un poco distinto. En esa época, si algo era socialmente reconocido, si
daba prestigio, si hacía parte de la tradición, entonces era bueno. Para Pedro
el anuncio de la pasión era inaceptable, porque Jesús tenía que pasar por la
cruz. Y eso era un castigo para forajidos y rebeldes. Los mismos discípulos
pensaban que sólo había tres cosas socialmente aceptables: cumplir la Ley,
expulsar a los romanos y salvar a la nación. Pero en esto Jesús los contradice,
porque asume la voluntad de Dios y no se somete a la opinión generalizada. Para
Jesús lo importante es el amor, la justicia y la verdad, es decir, algo que no
le interesaba a casi nadie en esa época y mucho menos ahora. Jesús no quiere
ser famoso, sino obediente a la voluntad de su Padre amado. Y ese pensamiento,
en aquella época como ahora, era poco popular. Pero Dios no está interesado en
las encuestas de popularidad, sino en la vida plena y abundante para todos.
ORACIÓN
Dios, necesitamos
tanto vivir en tu Espíritu Santo, que nos da luz para poder entender tus planes
de amor liberador. Que difícil es, aún hoy, comprender tu lógica: ¡Que para que
otros vivan tengamos que morir o ver morir a quienes amamos e incluso perdonar
a quienes les quitan de nuestro lado! No nos cabe en la limitada mente; solo tu
Espíritu nos lo hace captar y asumir. Amén
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