“CÁLLATE Y SAL DE ÉL”
PRIMERA LECTURA
1Samuel 1, 9-20
“EL SEÑOR SE ACORDÓ DE ANA, Y DIO LUZ A SAMUEL”
En aquellos días, después de la comida en Siló, mientras el sacerdote Elí estaba sentado en su silla junto a la puerta del templo del Señor, Ana se levantó y, desconsolada, rezó al Señor deshaciéndose en lágrimas e hizo este voto: "Señor de los ejércitos, si te dignas mirar la aflicción de tu esclava, si te acuerdas de mí y no me olvidas, si concedes a tu esclava un hijo varón, se lo ofreceré al Señor para toda la vida y la navaja no pasará por su cabeza". Mientras repetía su oración al Señor, Elí la observaba. Ana hablaba para sus adentros: movía los labios, sin que se oyera su voz. Elí, creyendo que estaba borracha, le dijo: "¿Hasta cuándo vas a seguir borracha? Devuelve el vino que has bebido". Ana respondió: "No es eso, señor; no he bebido vino ni licores; lo que pasa es que estoy afligida y me desahogo con el Señor. No me tengas por una mujer perdida, que hasta ahora he hablado movida por mi gran desazón y pesadumbre".
Entonces dijo Elí: "Vete en paz. Que el Señor de Israel te conceda lo que le has pedido". Y ella respondió: "Que tu sierva halle gracia ante ti".
La mujer se marchó, comió, y se transformó su semblante. A la mañana siguiente madrugaron, adoraron al señor y se volvieron. Llegados a su casa de Ramá, Elcaná se unió a su mujer, Ana, y el Señor se acordó de ella. Ana concibió, dio a luz un hijo y le puso de nombre Samuel, diciendo: "¡Al Señor se lo pedí!"
REFLEXIÓN
Es oportuno preguntarnos por qué leemos hoy el primer libro de Samuel. Como hemos dicho ya, el tiempo ordinario es una espaciosa contemplación del misterio de Cristo a lo largo de los evangelios. Ahora bien, como los evangelios son la culminación de cuanto fue anunciado en el Antiguo Testamento, es natural que la primera lectura de la mayor parte del tiempo ordinario venga del Antiguo Testamento para que veamos de modo más completo quién es este Jesús, que fue anunciado y esperado desde tiempos tan antiguos.
La primera lectura empieza en los orígenes de la dinastía del rey David, porque precisamente Jesús será el verdadero "David." Y para entender de dónde viene el rey David hay que ir a los orígenes de la monarquía misma, que arranca de los tiempos del profeta Samuel, hijo de Ana. Con Samuel se divide la historia entre jueces y monarcas. Samuel abre la historia de la monarquía en Israel, de una manera polémica y de una manera difícil, a veces casi en contra de su propia voluntad, abre la etapa de la monarquía y prepara la llegada de ese rey David.Y veamos a Ana, no deja de ser conmovedor ver que en la esterilidad vencida de esta pobre mujer hay una señal del amor divino que finalmente conduce a la designación de David como rey de Israel y de Judá.
A lo largo de ese camino iremos descubriendo que hay ciertas "constantes," como, por ejemplo, la alegría de los humildes. Desde el cántico de Ana, madre de Samuel, hasta el cántico de María, madre de Jesús, hay una continuidad en la alegría de todos los que se han sentido abandonados y humillados por el mundo pero han descubierto en Dios su fortaleza y su victoria.
SALMO RESPONSORIAL: 1 SAMUEL 2,1.4-8
R. / Mi corazón se regocija por el Señor, mi salvador.
Mi corazón se regocija por el Señor, mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos, porque gozo con tu salvación. R.
Se rompen los arcos de los valientes, mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan, mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos, mientras la madre de muchos queda baldía. R.
El Señor da la muerte y la vida, hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza, humilla y enaltece. R.
El levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes y que herede un trono de gloria. R.
LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 1,21-28
"LES ENSEÑABA CON AUTORIDAD”
Llego Jesús a Cafarnaúm y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su enseñanza, porque no enseñaba como los letrados, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios". Jesús lo increpó: "Cállate y sal de él". El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió.
Todos se preguntaron estupefactos: "¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen". Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
REFLEXIÓN:
La gente sencilla diferencia con claridad la enseñanza de Jesús de la de otros maestros de la época. Tan novedoso es el mensaje de Jesús que desconcierta a sus interlocutores. En aquel tiempo, cada grupo religioso hacía su interpretación particular de la Escritura, invocando la doctrina de maestros prestigiosos. Pero la palabra de Jesús se impone por su propia autoridad. Pero ¿qué es lo que hace completamente diferente la enseñanza de Jesús de la de otros? Jesús habla un lenguaje emotivo y concreto, lleno de colorido e imágenes, tomado de las preocupaciones cotidianas de agricultores, pescadores, amas de casa, pastores. Los otros maestros citaban de memoria eruditas interpretaciones de maestros más antiguos, pero el pueblo sencillo no podía validar esas doctrinas en su propia experiencia de vida. Los escribas se acreditaban recurriendo a explicaciones tan eruditas como desactualizadas; Jesús, en cambio, echa mano de la sabiduría popular. De hecho en los evangelios encontramos una variada colección de dichos y parábolas de Jesús donde aparecen máximas, refranes y sentencias tomadas de la experiencia diaria del creyente común. Todavía hoy, a pesar de vivir muchos en una cultura urbana, somos capaces de captar al vuelo la novedad y frescura del mensaje de Jesús.
ORACIÓN.
Te alabo y te doy gracias Padre misericordioso por este nuevo día, y por tu bendita Palabra que me da vida. Dame hoy una palabra con autoridad, una palabra que sea capaz de sanar, de construir espacios de bendición, como en el evangelio de hoy; una palabra con autoridad, que libere, que construya puentes, una palabra como la tuya que edifique, una palabra que eres tú, que genere vida en abundancia. Amén.
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