domingo, 1 de enero de 2012

MIÉRCOLES, 18 de enero de 2012

“LA LEY O LA MISERICORDIA”



PRIMERA LECTURA
1 SAMUEL 17, 32--51

“VENCIÓ DAVID AL FILISTEO CON LA HONDA Y UNA PIEDRA”

En aquellos días, Saúl mandó llamar a David, y éste le dijo: "Majestad, no os desaniméis. Este servidor tuyo irá a luchar con ese filisteo". Pero Saúl le contestó: "No podrás acercarte a ese filisteo para luchar con él, porque eres un muchacho, y él es un guerrero desde mozo". David replicó: "El Señor, que me ha librado de las garras del león y de las garras oso, me librará de las manos de este filisteo". Entonces Saúl le dijo: "Anda con Dios".

Agarró la cayada, escogió cinco cantos de arroyo, se los echó al zurrón, empuñó la honda y se acercó al filisteo. Este, precedido de su escudero, iba avanzando, acercándose a David; lo miró de arriba abajo y lo despreció, porque era un muchacho de buen color y guapo, y le gritó: "¿Soy yo un perro, para que vengas a mi con un palo?" Luego maldijo a David, invocando a sus dioses, y le dijo: "Ven acá, y echaré tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo".

Pero David le contestó: "Tú vienes hacia mí armado de espada, lanza y jabalina; yo voy hacia ti en nombre del Señor de los ejércitos, Dios de las huestes de Israel, a las que has desafiado. Hoy te entregará el Señor en mis manos, te venceré, te arrancaré la cabeza de los hombros y echaré tu cadáver y los cadáveres del campamento filisteo a las aves del cielo y las fieras de la tierra; y todo el mundo reconocerá que hay un Dios en Israel; y todos los aquí reunidos reconocerán que el Señor da la victoria sin necesidad de espadas ni lanzas, porque ésta es una guerra del Señor y él os entregará en nuestro poder.

Cuando el filisteo se puso en marcha y se acercaba en dirección a David, éste salió de la formación y corrió velozmente en dirección al filisteo; echó mano al zurrón, sacó una piedra, disparó la honda y le pegó al filisteo en la frente: la piedra se le clavó en la frente, y cayó de bruces en tierra. Así venció David al filisteo, con la honda y una piedra; lo mató de un golpe, sin empuñar espada. David corrió y se paró junto al filisteo, le agarró la espada, la desenvainó y lo remató, cortándole la cabeza.


REFLEXIÓN
Conviene destacar en este texto qué es lo mueve a David: "Yo voy contra ti en nombre del Señor Todopoderoso, dice David al filisteo, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien tú has desafiado." El nombre de este sentimiento vigoroso, que en un momento dado puede darnos fuerza extraordinaria y gran sagacidad, es celo y es fe. En últimas, proviene del amor y en realidad es una forma de amor a la gloria de Dios. De hecho, la gran preocupación de David se resume en que "toda la tierra sabrá que Israel tiene un Dios." Y la victoria, según vimos, fue suya.
De otra parte miremos al filisteo gigante, fanfarrón, maldiciente, mal encarado, guerrero desde joven, que resulta vencido de un solo golpe, sirve sobre todo para hacer un contraste entre la mirada de Dios y la mirada del hombre, como nos lo decían las lecturas de ayer.
Ya ayer se nos hablaba de que David era de buena presencia, era bien parecido. Y el filisteo en cambio, era seguramente uno de esos hombres con cara de matón, de "conmigo nadie se mete", de "conmigo la tienen perdida", que infundía terror. Y desde luego que con esas características y con esos deseos, sólo podía despreciar la agilidad, la juventud, la inexperiencia y la belleza de David. Pero en realidad lo que está detrás en este relato, no es sólo la pelea entre el filisteo y David, sino también entre Saúl y David.
¿Cómo era Saúl? Saúl era alto, era jefe por naturaleza, sobresalía ante todo el ejército, era de buena familia, hijo de Quis, un benjaminita. Por eso parecía que lo más normal, era que él fuera el rey de Israel. Pero aquí es donde está el problema. Este filisteo era también alto, más alto que Saúl. Saúl era un guerrero, pero el filisteo era más guerrero; es decir, lo había sido desde antes. Saúl tenía fuerza, el filisteo tenía mucha más fuerza.
Esto significa que cuando se pone la confianza en las cualidades humanas, y uno cree que ellas le van a salvar, siempre resulta algún otro, que tiene las mismas cualidades, pero que las puede aplicar para el mal. Por ejemplo, si uno confía que será la inteligencia de alguien la que nos va a dar la victoria, pues sucede que un malvado, que tenga más inteligencia que ése, será el que nos va a dar la derrota. Por eso Saúl tiene que recluirse en sus tiendas, tiene que recluirse en su casa, medio avergonzado, medio angustiado, porque en el fondo, no puede hacer frente al filisteo.
Saúl, con todas sus cualidades, no tiene nada que hacer frente al verdadero peligro. ¿Por qué? Porque teniendo estas cualidades, se tiene en realidad solamente a sí mismo. Saúl entonces realmente, ha sido vencido por el filisteo.
David en cambio es un muchacho pequeño, frágil, al que ni siquiera le sirve la armadura. La armadura defiende, pero hace pesado al guerrero. David es un hombre ágil, y sobre todo, es un hombre que cuenta fundamentalmente con Dios. El desenlace del relato lo hemos escuchado, y es que David sí logra la victoria, una victoria que es de David, una victoria que es de todo Israel, pero en realidad, una victoria que es de Dios.
Lo que va a seguir entonces, es que el pueblo de Dios reconoce que la victoria ha sido de Dios. Porque una persona así no tenía ninguna esperanza. Ni ante los israelitas, ni ante los filisteos tenía ninguna esperanza de vencer. Si ha vencido, ha sido por su confianza en el Señor: el que ha vencido es el Señor.
Esta va a ser la característica de este líder; esta va a ser la característica de este rey. David va a ser un rey de tal naturaleza, que cuando él vence, el que vence es Dios, y es una victoria con estilo, con belleza, con gracia; es una victoria en la gracia de Dios.
En nuestra época, ya no tenemos nuestra confianza puesta en escuderos, en armaduras, en pesadas lanzas, en espadas o cosas parecidas. Pero sí tenemos nuestra confianza en otro tipo de armas y en otro tipo de armaduras.
A David le quedaba grande y pesada la armadura. Sin la armadura, pudo correr, tirar la piedra, y vencer. Si David hubiera tenido la armadura para defenderse de una lanzada o de un golpe de espada, la armadura le hubiera servido sólo de estorbo, para quedarse plantado, esperando la muerte. Hay vidas en las que sucede eso. Hay vidas que están tan defendidas, o que pretenden defenderse tanto, personas que tienen tan pesadas armaduras, que sólo le sirven de cárcel, y que sólo le sirven de red, para que estén ahí quietas, paralizadas en el momento del golpe de gracia.
David es un hombre sin armadura, Jesús es un hombre sin armadura; no sólo sin armadura, sino estuvo desnudo e indefenso en la cruz.
Un hombre así, sin defensa, un hombre sin armadura, ése es el que verdaderamente puede moverse con agilidad, percibir el soplo del Espíritu, ser dócil a su acción. Despojémonos de nuestras armaduras, confiemos en el Señor, creámosle al Espíritu de Dios, y obtengamos la gracia y la victoria con el Señor.


SALMO RESPONSORIAL: 143
R. / Bendito el Señor, mi Roca.

Bendito el Señor, mi Roca, que adiestra
mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea. R.

Mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos. R.

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas;
para ti, que das la victoria a los reyes
y salvas a David, tu siervo.
Defiéndeme de la espada cruel. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 3, 1-6

“¿ESTÁ PERMITIDO EN SÁBADO SALVARLE LA VIDA A UN HOMBRE O DEJARLO MORIR?”


En aquel tiempo entró Jesús otra vez en la sinagoga y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo. Jesús le dijo al que tenía la parálisis: "Levántate y ponte ahí en medio". Y a ellos les preguntó: "¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?" Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira y dolido de su obstinación, le dijo al hombre: "Extiende el brazo". Lo extendió y quedó restablecido.

En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.

REFLEXIÓN
No sólo la acción es origen del mal. La omisión y la permisión también lo son. Jesús reta a sus adversarios con un dilema ético: salvar o destruir. Sus adversarios callan y su silencio se convierte en cómplice de un sistema que, aunque en su origen fue ideado para liberar, se convierte en nueva causa de angustia y de dolor para los más débiles, por causa de unas interpretaciones restringidas y tendenciosas. El sábado, o día de reposo, es en su origen un rotundo gesto de libertad y de gracia. Una vez cada siete días todos tienen oportunidad de descansar de las arduas labores y pueden rendir culto al Dios que con su mano los ha liberado. Incluso el esclavo que vive sujeto de pies y manos puede verse libre de su carga. Pero, las interpretaciones erróneas lo convierten en una carga irresistible. ¿Cómo pudo ese día de gracia convertirse en un día de dolor y vergüenza?

También nosotros podemos convertir oportunidades de gracia y de encuentros familiares y eclesiales en cargas insufribles y molestas. Tenemos los medios para recibir la salvación, pero nuestros hábitos de consumo y nuestro sedentarismo nos pueden volver esclavos del ocio o del lucro y la eficiencia.

ORACIÓN
Vuelvo a ti, Señor misericordioso, con gratitud. Hoy te pido, Señor tu libertad en mí; dame la capacidad para quitarme todo cuanto me oprime. Déjame respirar el aire fresco de tu amor, que nos restaura nos hace sentir capaces de levantarnos y seguir luchando por salir adelante en el nombre tuyo Señor Jesús. Amén.

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