domingo, 1 de enero de 2012

Martes, 24 de enero de 2012

SAN FRANCISCO DE SALES

“SE QUEDARON FUERA”


PRIMERA LECTURA
2 SAMUEL 6,12b-15.17-19

“IBAN LLEVANDO DAVID Y LOS ISRAELITAS EL ARCA DEL SEÑOR ENTRE VÍTORES”


En aquellos días, fue David y llevó el arca de Dios desde la casa de Obededom a la Ciudad de David, haciendo fiesta. Cuando los portadores del arca del Señor avanzaron seis pasos, sacrificó un toro y un ternero cebado. E iba danzando ante el Señor con todo entusiasmo, vestido sólo con un roquete de lino. Así iban llevando David y los israelitas el arca del Señor entre vítores y al sonido de las trompetas. Metieron el arca del Señor y la instalaron en su sitio, en el centro de la tienda que David le había preparado. David ofreció holocaustos y sacrificios de comunión al Señor y, cuando terminó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en el nombre del Señor de los ejércitos; luego repartió a todos, hombres y mujeres de la multitud israelita, un bollo de pan, una tajada de carne y un pastel de uvas pasas a cada uno. Después se marcharon todos, cada cual a su casa.

REFLEXIÓN
La primera lectura nos ha presentado una fiesta, una de las más grandes fiestas que se recuerda en el Antiguo Testamento. Ayer oíamos cómo Dios le dio la victoria al rey David, para que pudiera tomarse la ciudad de Jerusalén y particularmente ese lugar bello que se llama el monte Sión, que es el centro espiritual, podríamos decir, desde el cual se va a irradiar la fe a todo el pueblo de Dios.
Ahora hay que llevar el arca del Señor hacia ese lugar que él ha conquistado. Porque David es consciente que tuvo la victoria, no por sus méritos, sino sobre todo, por la presencia, la fortaleza que le dio Dios.
Y entonces se organiza una gran fiesta, una procesión inmensa; hombres, mujeres, niños, todos participan. Hay danza, hay sacrificios de alabanza, hay cantos, hay júbilo y hay comida para todos. La procesión va avanzando hacia el monte Sión, y el día termina en una gran calma. Todos comieron pan, carne, pastel de uvas, y después cada uno se fue a su casa. Dios en esa escena, nos está mostrando lo que significa la alegría sana. Dios nos quiere también alegres, pero sana y santamente alegres. Dios quiere la alegría de todo el pueblo, una alegría limpia, una alegría que no deje remordimiento. Dios quiere la alegría que termina en la paz. Y esa escena del Antiguo Testamento nos presenta un retrato de la hermosa alegría, que conduce a la paz cuando Dios está en medio de su pueblo.
Nuestro Dios, no es un Dios aburrido, no es un Dios triste. Mal hacemos nosotros cuando presentamos nuestro camino con Él, como una cosa aburrida, como una cosa triste y tediosa. Con nuestro tedio, con nuestro aburrimiento, con nuestra falta de alegría, le estamos quitando seguidores a Dios. Tenemos el deber de presentar a nuestro Dios como lo que Él es, fuente de toda bondad, un Dios que se goza caminando con su pueblo, que quiere estar en medio de todos, y que quiere que los bienes alcancen para todos, como en esta hermosa fiesta que fue dirigida por el rey David.
Que Dios colme nuestra alegría, nos ayude a construir la justicia, y aliente nuestra esperanza hasta el día en que estemos en su presencia.

SALMO RESPONSORIAL: 23
R: ¿Quién es ese Rey de la gloria? Es el Señor en persona.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra. R.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 3,31-35


“EL QUE CUMPLE LA VOLUNTAD DE DIOS, ÉSE ES MI HERMANO Y MI HERMANA Y MI MADRE”


En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dijo: "Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan." Les contestó: "¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?" Y, paseando la mirada por el corro, dijo: "Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre."

REFLEXIÓN:

Seguir a Jesús significa aprender a obedecer a Dios. Y obedecer a Dios significa desandar muchos aprendizajes que han forjado nuestra vida. Los parientes de Jesús se rigen por la costumbre. Son personas muy religiosas, pero que piensan como todos los vecinos: que eso de anunciar el evangelio a los pobres es un asunto de los profesionales de la religión. Es decir, que ser sabio, profeta o consagrado es una tarea de un selecto grupo de élite y que quienes se atrevan a cambiar esa costumbre son locos o por lo menos hijos desobedientes. Jesús es plenamente consciente de esta limitación de su cultura y, en general, de casi toda cultura. Por eso decide escuchar primero a Dios y discernir su voluntad para decidir en libertad. Cierta gente de espíritu maligno, sus adversarios y hasta su familia intentan sacarlo de la familia del Reino que él está inaugurando con sus palabras y acciones. Él sabe cuál es su centro e invita a quienes lo buscan a buscar ese centro por medio de la escucha de la palabra de Dios y del discernimiento de su voluntad.

¿Queremos ser los hermanos y hermanas de Jesús que lo escuchan con atención o preferimos quedarnos afuera?

ORACIÓN
Gracias, Bendito Dios, por este nuevo día que nos regalas. Gracias porque vamos creciendo en el conocimiento de nuestra fe por medio de este devocional “Día a día con tu palabra”. No queremos quedarnos afuera de tu proyecto; queremos ser uno de tus discípulos(las), misioneros(ras), queremos seguir atreviéndonos a buscar y a hacer tu bendita voluntad. Llénanos de la sabiduría de tu Espíritu, para que podamos comprender y trabajar para que tu voluntad se siga dando en nosotros y en tu comunidad de casa abierta. Amén.

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