domingo, 1 de enero de 2012

Sábado, 28 de enero de 2012

SANTO TOMÁS DE AQUINO


“MAESTRO, ¿NO TE IMPORTA QUE NOS HUNDAMOS?”


PRIMERA LECTURA
2 SAMUEL 12,1-7a.10-17


“¡HE PECADO CONTRA EL SEÑOR”


En aquellos días, el Señor envió a Natán a David. Entró Natán ante el rey y le dijo: "Había dos hombres en un pueblo, uno rico y otro pobre. El rico tenía muchos rebaños de ovejas y bueyes; el pobre sólo tenía una corderilla que había comprado; la iba criando, y ella crecía con él y con sus hijos, comiendo de su pan, bebiendo de su vaso, durmiendo en su regazo: era como una hija. Llegó una visita a casa del rico, y no queriendo perder una oveja o un buey, para invitar a su huésped, cogió la cordera del pobre y convidó a su huésped."
David se puso furioso contra aquel hombre y dijo a Natán: "Vive Dios, que el que ha hecho eso es reo de muerte. No quiso respetar lo del otro; pues pagará cuatro veces el valor de la cordera." Natán dijo a David: "¡Eres tú! Pues bien, la espada no se apartará nunca de tu casa; por haberme despreciado, quedándote con la mujer de Urías, el hitita, y matándolo con la espada amonita. Así dice el Señor: "Yo haré que de tu propia casa nazca tu desgracia; te arrebataré tus mujeres y ante tus ojos se las daré a otro, que se acostará con ellas a la luz del sol que nos alumbra. Tú lo hiciste a escondidas, yo lo haré ante todo Israel, en pleno día."" David respondió a Natán: "¡He pecado contra el Señor!" Natán le dijo: "El Señor ha perdonado tu pecado, no morirás. Pero, por haber despreciado al Señor con lo que has hecho, el hijo que te ha nacido morirá."
Natán marchó a su casa. El Señor hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y cayó gravemente enfermo. David pidió a Dios por el niño, prolongó su ayuno y de noche se acostaba en el suelo. Los ancianos de su casa intentaron levantarlo, pero él se negó, ni quiso comer nada con ellos.


SALMO RESPONSORIAL: 50 (51)
R: Oh Dios, crea en mí un corazón puro.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R.

Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. R.

REFLEXIÓN

El salmo que acabamos de leer fue escrito por el rey David, en un acto de arrepentimiento después de este múltiple pecado cometido a partir del adulterio con Betsabé, la mujer de Urías.
Este salmo es por excelencia el salmo del arrepentimiento. Pero, lo más bello de este salmo, es que expresando toda la tragedia del pecado, deja bien abiertas las llaves de la misericordia de Dios. Expresando lo terrible de nuestra culpa, expresa también lo fuerte de nuestra confianza en Aquel que nos ha creado.
Una frase que puede ser la síntesis de este salmo, es la petición que hace David al Señor: "Crea en mí un corazón puro". Mas, esa frase tiene historia, no sólo en el rey David, sino también en nosotros. ¿Por qué se habla del corazón? Porque de ahí, como nos dice Jesús en Marcos 7,21-22, "brotan todas las decisiones", de allí brotan los proyectos. Todo lo que nosotros hacemos y dejamos de hacer, todo tiene su comienzo en el corazón.
Por eso, mientras no se sane esa fuente, mientras no aprendamos a amar de otro modo, a desear de otro modo, a esperar de otro modo, a disfrutar de otro modo, a la manera de Jesús, todos estos son actos propios del amor y del afecto no cambiaran, ni adquirirán tampoco un nuevo sentido. Por lo tanto, es necesario pedirle al Señor: "Dame un corazón puro", que también significa un corazón nuevo. Decir esta frase para nuestra vida, implica tener la fuerza necesaria para que nosotros abramos nuestras puertas a Cristo y Él entre, sólo con las puertas abiertas es que Cristo puede llegar a transformarnos a nosotros. Agradezcámosle al Señor esta Palabra, ese testimonio que nos da la Escritura, y pidámosle particularmente por nosotros mismos que de verdad: “Cree en nosotros un corazón puro".


LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 4,35-41

“¿QUIÉN ES ÉSTE? HASTA EL VIENTO Y LAS AGUAS LE OBEDECEN!”


Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: "Vamos a la otra orilla." Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole: "Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?" Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: "¡Silencio, cállate!" El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: "¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?" Se quedaron espantados y se decían unos a otros: "¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!"

REFLEXIÓN:
La barca es un lugar de enseñanza, un medio para marchar a un encuentro espiritual, un puente hacia los territorios extranjeros y un lugar de encuentro con el Jesús vencedor de la muerte. En el evangelio de Marcos hasta ahora los discípulos que le siguen lo han visto realizar acciones maravillosas de curación, de enseñanza y de solidaridad. Quedan aún más sorprendidas por el poder que él tiene para serenar los temores y las dudas de sus seguidores. La borrasca repentina amenaza la barca, pero el mayor riesgo viene de sus tripulantes que se exaltan y no confían en Jesús. La barca, entonces, se les convierte a sus discípulos en desafío: o confían en el maestro o zozobran ante sus propios miedos. Los discípulos quedan sorprendidos por la capacidad de Jesús de someter las amenazas del viento huracanado y el mar agitado.

Nosotros, nos sorprendemos por la actitud de los discípulos, quienes, después de un largo recorrido, aún no confían en Jesús y, menos aún le obedecen. Si vamos a subirnos en esa barca llamada seguimiento de Jesús debemos aprender a obedecerle y a confiar en él; si no prenderemos las alarmas más por nuestros temores que por el peligro real de las amenazas.

ORACIÓN.

Señor Jesús, gracias por este encuentro discipular de tu palabra. Permíteme estar en este día contigo, saber que duermes en mi barca, que a pesar de las tormentas que tu sabes que estoy atravesando no estoy solo, que tú estás conmigo, que pueda despertar a mi realidad de dificultades sabiendo en fe que hoy y siempre una sola palabra tuya bastará para que se calme la tormenta más grande que esté acechando y atacando mi barca. Por el poder de tu Nombre Señor Jesús, en fe yo declaro que esas tormentas hoy ya se calman. Amén.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Mensaje o Intercesión por: